En el municipio de As Somozas, un pequeño grupo de casas conocido como O Coto se convierte cada Navidad en un lugar mágico. Este rincón rural, con casas de piedra y un entorno natural único, vuelve a brillar un año más gracias al esfuerzo de sus vecinos, que trabajan juntos para transformar el espacio en un poblado navideño lleno de encanto. “Las Navidades pueden ser tristes para algunos, pero ¿y si hacemos algo bonito que nos anime a todos?”, comenta Marta Santalla, una de las personas implicadas en esta iniciativa vecinal que ya va por su segunda edición.
El proyecto nació como una idea compartida entre los vecinos, que viendo el potencial del entorno, quisieron crear algo especial para animar a aquellas personas que estas fechas se ponían algo tristes recordando a quienes ya no están. Lo que comenzó como una propuesta sencilla terminó atrayendo a numerosos visitantes. Este año, esperan llegar a más. Durante más de dos meses, un animado grupo de unos diez vecinos se ha reunido cada tarde para diseñar y elaborar las decoraciones, reutilizando materiales y aportando creatividad. La cuadra de los padres de Marta se ha convertido en un taller improvisado, donde entre risas y manos ocupadas, estos atareados vecinos dan forma a esta iniciativa.
El pueblo cobra vida con decoraciones hechas a mano. Las casas, cada una con su temática, se visten de Navidad. Hay una que representa la morada del Apalpador, otra que recrea una taberna, mientras que en una pequeña cabaña han puesto un photocall para los más pequeños. El lavadero, ese lugar de reunión de los pueblos, también forma parte del recorrido, y ha sido decorado con esmero. Este año, además, han añadido un nuevo atractivo: la iluminación de un sendero que conduce a una cascada natural cercana, donde han creado un rincón inspirado en la figura de un pescador.
Con ese espíritu que caracteriza estas fiestas, cada vecino ha contribuido con lo que ha podido, ya sea tiempo, materiales o dinero. Este año han organizado una rifa para cubrir el coste del electricista, pero la mayoría de los decorados son fruto de la imaginación y las manos. Incluso quienes no residen en el pueblo aportan su granito de arena.
El esfuerzo colectivo ha dado como resultado un espacio que invita a pasear y disfrutar del espíritu navideño. Las luces, las figuras de madera y los detalles hechos tuvieron su inauguración oficial este domingo 8 de diciembre y estará abierto al público hasta después del día de Reyes. Y es que, lo más importante no son los adornos, sino el ambiente y la alegría que se respira en este pequeño pueblo que parece sacado de un clásico cuento de Navidad.