El ‘Tarugotón’ recoge más de 15.300 palos de batea en playas gallegas

Alrededor de 300 personas participaron en la I Recogida Simultánea de tarugos en toda la costa de Galicia. Estas piezas pueden tardar hasta 200 años en degradarse, y en ese proceso se fragmentan en microplásticos que contaminan el agua y afectan a la fauna marina
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El impacto de la contaminación plástica en las costas gallegas ha quedado al descubierto tras la celebración del «Tarugotón», una iniciativa de limpieza que ha movilizado a cientos de voluntarios en toda la comunidad. Durante el primer fin de semana de febrero, más de 15.000 tarugos de batea fueron recogidos en 81 playas de Galicia, en un esfuerzo conjunto que ha permitido visibilizar la gravedad del problema.

El evento, organizado por colectivos como Mar de Fábula, Limpiarousa, Surfrider España, ADEGA y Proxecto aMARte, ha sido la primera gran acción simultánea destinada a erradicar estos residuos de la costa. Desde A Mariña lucense hasta las Rías Baixas, pasando por puntos clave como Ferrolterra, la Costa da Morte y las Rías Altas, los voluntarios se desplegaron en diferentes arenales para retirar estos pequeños cilindros de plástico, utilizados en la industria mejillonera para evitar que los moluscos resbalen en las cuerdas de las bateas. En tan solo una hora de trabajo contabilizaron 881 en la playa da Torre (Rianxo), 825 palos de batea en las playas de Gradín y Mallón (Illa de Arousa), 614 en la playa de Carragueiros (Boiro), 569 en la mitad norte de la Lanzada (O Grove) y más de 230 en Doniños (Ferrol), entre otras. 

El problema de los tarugos no solo reside en su acumulación en las playas, sino en su impacto a largo plazo en el ecosistema marino. Originalmente fabricados en madera, su sustitución por versiones plásticas ha generado un nuevo desafío medioambiental. Estas piezas pueden tardar hasta 200 años en degradarse, y en ese proceso se fragmentan en microplásticos que contaminan el agua y afectan a la fauna marina. Según Itziar Díaz, educadora medioambiental de ADEGA, el problema ha pasado desapercibido durante demasiado tiempo. “Estos residuos están normalizados dentro del sector bateeiro, pero lo cierto es que su impacto ambiental es enorme. No solo los encontramos enteros, sino también rotos y degradados, liberando partículas de plástico en el mar”, explica.

El «Tarugotón» no solo ha servido para limpiar las playas, sino también para documentar el problema y presionar a las administraciones y al sector mejillonero para que adopten medidas. Annika Álvarez, de Limpiarousa, señala que la magnitud del problema obliga a replantear el modelo de producción de la acuicultura en Galicia. “La cantidad de tarugos encontrados nos indica que esto no es un problema aislado, sino un fallo estructural en la industria. Es urgente implementar soluciones, ya sea a través del uso de materiales biodegradables o mejorando la gestión de los residuos”, afirma.

Desde los colectivos organizadores insisten en la necesidad de regular el uso y la gestión de los tarugos plásticos, proponiendo alternativas más sostenibles que reduzcan su impacto ambiental. Algunas de las posibles soluciones incluyen volver al uso de madera, mejorar los sistemas de sujeción en las bateas para evitar pérdidas y establecer normativas específicas para su control.

Tras el éxito del «Tarugotón», los organizadores han anunciado nuevas convocatorias en los próximos meses, con el objetivo de seguir retirando estos residuos y mantener la presión sobre las autoridades para que adopten medidas concretas. Además, se está elaborando un informe detallado con los datos recopilados, que será presentado ante organismos públicos y representantes del sector mejillonero para buscar soluciones conjuntas. Según la Asociación Mar Seguro de Galicia, las costas gallegas cuentan con un total de 3.337 bateas. En cada cuerda (cada batea puede sostener hasta 500 cuerdas) hay aproximadamente 30 tarugos, lo que daría un total de 50 millones de palos de batea en el mar gallego. Aunque no todos estos se desprenden de las bateas, una gran parte suelen romperse o caerse alterando el medioambiente.

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