La vida de Javier Otero Mouriño no es como la de cualquier otra persona. A unas horas de cumplir 37 años, este hombre de mar, buzo profesional y amante de la naturaleza, ha formado una familia inusual que no tiene nada que ver con lo que se suele ver habitualmente. Su compañera de aventuras, Anubis, es una perra lobo checoslovaco de siete años, pero no está sola. A su lado, dos cuervos Corvus corax, Vladimir y Dimitri, lo acompañan formando una curiosa cuadrilla. ¿Cómo se formó esta peculiar familia? Pues por pura conexión entre Javier y los animales, una relación que va más allá de la simple tenencia de mascotas.
«Mi vida siempre ha girado en torno a los animales», dice el vilagarciano. «De niño en Carril, la naturaleza era mi espacio», apunta. Su fijación por las aves le llevó a aprender cetrería y a trabajar en un centro de adiestramiento de aves rapaces, aunque siempre sintió devoción por los córvidos y su fascinante inteligencia: «Son capaces de hacer cosas sorprendentes», explica. Su relación con ellos es de respeto mutuo, un vínculo creado con paciencia y años de interacción.
«El macho corteja a la perra»
Los cuervos llegaron a su vida hace dos años: “la primera vino de un centro de cría de aves rapaces y el otro me lo enviaron hace un año unos amigos que lo habían tenido en un piso». Los cuervos no son animales para vivir en casa. «Necesitan espacio, necesitan volar”. La pareja de cuervos, Vladimir y Dimitri, son de la especie Corvus corax, conocidos por su inteligencia excepcional y su naturaleza curiosa. Vladimir, el macho, tiene una relación especial con Anubis, la perra lobo checoslovaco, a la que corteja constantemente. «El macho corteja a la perra, está enamorado de ella, como su pareja. Está todo el día dándole la brasa poniéndose encima», cuenta Javier.
El día a día de Javier con sus animales es todo un espectáculo. «Cada mañana me levanto, les doy de comer carne fresca, y les dejo volar libremente. Los cuervos vuelven solos, se sienten parte de la casa», explica. Hoy mismo, después de hablar con este medio, se marchaba a pasar la tarde en compañía de sus amigos a la playa de A Lanzada.
La libertad es un valor fundamental en su vida y en la de sus compañeros. A diferencia de otros animales, que viven en un entorno controlado, los cuervos tienen el espacio para volar y desarrollar sus instintos. Además de la comida, Javier se asegura de llevarlos a lugares nuevos, a la montaña, a la playa, para que experimenten el mundo a su manera.
“Interactuar con los seres más inteligentes del mundo”
Y es que, como no podía ser de otra manera, la relación entre Javier y sus animales se basa en una comprensión mutua, un lenguaje compartido. “Es mucho más que simplemente alimentarlos. Cada uno tiene su personalidad, y eso es lo que hace que la interacción sea única”, señala Javier. La conexión con sus cuervos no es solo un acto de cetrería, sino un intercambio profundo, donde ambos aprenden y se entienden. Como él dice, “es como interactuar con los seres más inteligentes del mundo”.

“Los cuervos tienen mala fama porque en la antigüedad se comían los ojos de los muertos en los campos de batalla, pero eso es solo una parte de su naturaleza. Son carroñeros, sí, pero no son agresivos con los humanos. Son más inteligentes que muchos de los animales que consideramos ‘normales’”, asegura. De hecho, Javier va más allá, afirmando que los cuervos son más inteligentes que los orangutanes y chimpancés. «Son como monos con alas».
Sin embargo, Javier no recomienda a nadie tener cuervos si no tiene años de experiencia con ellos. «Los cuervos no son animales domésticos y mucho menos para alguien que no entienda su comportamiento». Javier es consciente de que Vladimir y Dimitri requieren una dedicación extrema y, sobre todo, comprensión hacia su naturaleza. “Los cuervos son complejos y hay que entender sus necesidades, su lenguaje corporal, y saber cómo interactuar con ellos”.
Anubis, su perra lobo
Además de los cuervos, Anubis, la perra lobo checoslovaco, también forma parte de esta familia especial. A pesar de la diferencia de especies, Anubis se lleva bien con los cuervos. “Son como una familia, se cuidan mutuamente”, explica Javier. Cuenta que cuando otro perro intenta acercarse o se pone a ladrar a los córvidos, Anubis va a defenderlos.
El trabajo diario de Javier como buzo en el mar le permite tener una vida muy vinculada al mundo natural. A menudo, sus animales lo acompañan en sus salidas, ya sea en el mar o en la montaña, y esta constante conexión con la naturaleza es la que le permite comprender y compartir con sus animales. “Para mí, la naturaleza es todo. Si tuviera que vivir sin mis animales, sería difícil, porque ellos son parte de mi vida y de mi forma de ver el mundo”.
En su cuenta de Instagram, Javier se presenta como un ‘Influencuerver‘ y es que para él, los cuervos son «mejor que los humanos». Ante la creciente expectación en Instagram, donde le siguen 226.000 followers, muchos sienten curiosidad: “La gente me manda mensajes pidiéndome que les enseñe a tener un cuervo, pero no es algo que pueda hacer cualquiera». Él lleva muchos años estudiándolos, conociendo su lenguaje y naturaleza y sabe lo que requieren: «dedicación completa».