En junio de 2020, justo tras el final del primer estado de alarma por coronavirus, cuatro amigas se juntaron en una finca de la parroquia de Tilve, en Pontevedra, para poner en marcha un sueño, la Asociación de Rescate Animal Ohana. Cinco años y 700 perros rescatados después, su futuro está en vilo: un temporal que derribó parte de su techo y la acumulación de facturas veterinarias por casos complejos las han puesto contra las cuerdas y necesitan ayuda para superar el bache y salir adelante.
«En poco tiempo coincidieron la entrada de tres perros en muy mal estado, que necesitaban acudir a veterinarios y especialistas, y que el temporal levantó el tejado de una de las zonas donde tenemos a los animales: son casi 6.000 euros de golpe y sin ayudas de ningún tipo no teníamos margen para actuar», explica Claudia Ramos, una de las impulsoras de Ohana y propietaria de la finca en la que se encuentran sus instalaciones.
Una historia de amor por los animales
La historia de Ohana empezó con ilusión, esfuerzo y una finca heredada de la abuela de Claudia. “Ya no estaba en condiciones de atenderla y decidí cogerla para hacer algo que siempre había querido: rescatar animales. Nunca imaginé que llegaría tan lejos”, confiesa. En estos años, han dado en adopción a perros por toda España e incluso al extranjero. “Las redes sociales han sido nuestra mayor herramienta. Sin ellas, Ohana no existiría”, afirma con rotundidad.
La asociación funciona gracias al trabajo incansable de un pequeño grupo de voluntarias. Hoy en día, el núcleo duro está formado por cuatro personas que, además de sus trabajos y sus vidas personales, dedican varias horas al día al cuidado de los animales. “Es un hobby que se convierte en una obligación: comen todos los días, hay que limpiar, medicar, pasear… y sólo somos cuatro”, dice Claudia, lanzando también un llamamiento a quien quiera unirse, especialmente a personas de la zona de Pontevedra: “Buscamos gente comprometida que quiera implicarse de verdad, desde dentro”.
A diferencia de otras protectoras, Ohana no cuenta con subvenciones ni apoyos municipales. “Estamos registradas en Pontevedra, pero ya tienen su propia protectora y legalmente no pueden darnos cobertura”, explica Claudia. Por eso, sus únicos ingresos provienen de donaciones voluntarias, padrinos y madrinas que colaboran desde 5 euros al mes, y los mercadillos solidarios que organizan cuando pueden. Pero esto ya no es suficiente.
Las últimas semanas han sido demoledoras. Tres perros en estado crítico que requirieron atención veterinaria especializada generaron una factura de 1.600 euros. A los pocos días, el temporal azotó la zona y arrancó el tejado de una de las áreas más sensibles del refugio, donde viven los perros más débiles: mayores, cachorros y enfermos. El presupuesto de reparación asciende a 4.200 euros. En total, cerca de 6.000 euros imposibles de asumir sin ayuda externa.
“Tuvimos que tomar la decisión de cerrar entradas, no podemos más: desde entonces tan solo mantuvimos el compromiso con una madre y sus cachorros que rescatamos hace quince días. No podíamos romper la palabra”, cuenta Claudia.
La respuesta de su comunidad ha sido alentadora: mensajes de apoyo, pequeñas donaciones, y hasta la difusión de su situación por parte de un futbolista en redes sociales. “Llevamos recaudados unos 3.200 euros, pero aún nos faltan para llegar al objetivo. Lo que más emociona es ver cómo la gente se vuelca, aunque sea con poco”, agradece Claudia.
Mientras tanto, las labores en el refugio continúan. Ohana no es una protectora al uso: sus animales viven en manada, en libertad dentro de la finca, no en caniles. “Los perros se integran poco a poco: los primeros días están separados y luego vamos viendo con qué otros se entienden mejor; queremos que vivan tranquilos y felices, no encerrados”, explica.
Ese modelo de convivencia, aunque más humano y menos estresante para los animales, también requiere más tiempo, dedicación y espacio. Y, por supuesto, más compromiso. “Cuanto más recoges, más gastas. Y si los ingresos no crecen al mismo ritmo, es insostenible”, admite.
Cómo ayudar a Ohana
Desde la asociación han puesto en marcha una campaña de emergencia para evitar el cierre. Las formas de colaborar aparecen en esta publicación en su cuenta de Instagram.
Además de estas formas de colaboración, este sábado de 11:00 a 20:00 horas Ohana celebrará un mercadillo solidario detrás de la Iglesia de la Peregrina. Estarán allí todo el día, «con ilusión y esperanza», vendiendo todo tipo de artículos donados para poder recaudar lo necesario y seguir adelante.
“Estamos desesperadas y no queremos tomar la decisión de cerrar Ohana. Muchos peludos necesitan nuestra ayuda”, ruegan en sus redes sociales.
En Ohana, cada rescate cuenta. Detrás de cada historia hay un animal que dejó de sufrir y una familia que ganó un compañero para toda la vida. Pero para seguir escribiendo historias de esperanza, necesitan una mano. O muchas. «Cada día que estamos cerradas son adopciones que se pierden y perros que no tienen la oportunidad de conseguir una familia», concluye Claudia.