El apagón que este lunes afectó a buena parte de Galicia provocó cientos de incidencias y dejó atrapadas a al menos 142 personas en ascensores de toda la comunidad. Según el 112 Galicia, entre las dos y las cinco y media de la tarde se recibieron 2.399 llamadas, el doble que en un día normal. Más de 700 se convirtieron en intervenciones, muchas de ellas relacionadas con la imposibilidad de contactar con los servicios de emergencia debido al colapso de las líneas.
Una de esas llamadas no llegó nunca a registrarse. Fue la de Rubén F. C., un vecino de Narón de 41 años que permaneció casi tres horas encerrado en el ascensor de su edificio, en la zona de la plaza de A Gándara. Eran cerca de las dos de la tarde y subía a casa a recoger la comida antes de comenzar su turno de trabajo. Apenas había iniciado el ascenso cuando el elevador se detuvo de golpe.
Lo primero que intentó fue pulsar el timbre de emergencia, pero no se activó. Luego recurrió al móvil, aunque, como suele ocurrir dentro del ascensor, no tenía cobertura. «Me estaba pillando algo de señal del satélite, y ahí me temí que era algo gordo», relata. Comenzó a activar la sirena repetidamente, esperando que alguien lo escuchara. Tardaron unos veinte minutos en responderle desde fuera: un vecino que le confirmó que había un apagón generalizado y que no conseguían contactar con los servicios de rescate.

Fue entonces cuando la situación se complicó. Rubén es diabético y empezó a notar que su nivel de glucosa bajaba rápidamente. El teléfono, conectado a su medidor, no dejaba de emitir alarmas por hipoglucemia. «El móvil pitaba seguido… me tomé un sobre de azúcar, luego otro, pero no subía. De 58 de glucemia no pasaba», explica. En ese momento, valoró la posibilidad de forzar la salida: «Solo me quedaban dos opciones: o reventar algo para salir —con el riesgo de que me bajase aún más la glucosa con el esfuerzo— o esperar sin saber cuánto».
Intuyó que, como el ascensor apenas había iniciado el trayecto, estaría a ras del suelo o poco más. Apoyó la espalda contra una de las hojas de la puerta y empezó a empujar con fuerza. Lo intentó varias veces. A la cuarta, la puerta cedió: «Estaba a dos cuartas del suelo. Conseguí salir por mis propios medios», relata.
Como él, decenas de personas en Galicia se vieron atrapadas en ascensores, muchas sin posibilidad de recibir ayuda inmediata. El 112 mantuvo su operatividad sin interrupciones, pero la saturación fue tal que algunas llamadas no llegaron a cursarse o se gestionaron con gran retraso. El apagón afectó también al funcionamiento de bombas de achique, generando inundaciones en sótanos y garajes en municipios como Santiago, Vilagarcía, Narón o Poio. Además de los encierros, el servicio de emergencias gestionó una treintena de casos relacionados con el mal funcionamiento de dispositivos de oxígeno y baterías de equipos de terapia respiratoria, cuya recarga quedó comprometida. Estas personas fueron derivadas al 061 o a puntos de atención continuada (PAC).