Galicia afronta una de sus jornadas más críticas del verano en la lucha contra el fuego. La ola de incendios que castiga la comunidad sigue activa y sin control total, con unas 8.000 hectáreas ya calcinadas —sin contar las áreas donde las llamas han sido extinguidas—, la mayor parte en la provincia de Ourense. El Gobierno autonómico mantiene allí el nivel 2 de emergencia a escala provincial, ante un escenario que combina evacuaciones, confinamientos, cortes de carreteras y varios heridos en las tareas de extinción.
Según los últimos datos de la Consellería do Medio Rural, el balance acumulado de superficie quemada en Galicia desde que comenzó el verano asciende ya a 11.000 hectáreas, un registro que no incluye los incendios menores de 20 hectáreas.
Chandrexa de Queixa, epicentro del desastre
El mayor foco activo se localiza en el municipio ourensano de Chandrexa de Queixa, en la parroquia de Requeixo, donde el fuego ha devorado unas 4.500 hectáreas. Es el incendio más grave de lo que va de año en Galicia, y por sí solo casi duplica la superficie total quemada en toda la comunidad durante 2024 antes de este episodio. En la misma localidad, otro incendio en la parroquia de Parafita ha consumido ya 500 hectáreas y ha puesto en jaque la seguridad de la estación de montaña de Manzaneda, donde se desarrollaba un campamento infantil.
En la noche del martes, decenas de niños, monitores y trabajadores fueron confinados por precaución en las instalaciones, resguardándose en apartamentos y en el campo de fútbol, libre de humo. Aunque el peligro remitió a medianoche, la evacuación se efectuó a primera hora de esta mañana. En la zona trabajan brigadas forestales, bomberos de Manzaneda, equipos del Medio Rural y efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME), que ya estaban desplegados desde la madrugada del martes para combatir el gran incendio de Requeixo.
Otros incendios relevantes y daños personales
El segundo frente más preocupante arde en Maceda, parroquia de Santiso, donde las llamas han afectado a 1.700 hectáreas y mantienen desalojados a vecinos de la aldea de A Palela. En Oímbra, el fuego ha arrasado más de 200 hectáreas y ha dejado tres brigadistas municipales heridos con quemaduras, que se encuentran ingresados en la Unidad de Quemados del Hospital de A Coruña. Las autoridades sanitarias están a la espera de emitir un parte médico que detalle la evolución de su estado.
La situación es también complicada en A Mezquita, con 100 hectáreas afectadas y cortes temporales en la autovía A-52, y en Dozón (Pontevedra), donde un incendio de 300 hectáreas obligó a interrumpir la circulación en la AG-53 y en la N-525.
Frentes estabilizados pero no controlados
Pese a la magnitud de la emergencia, algunos incendios han sido estabilizados, aunque todavía no están controlados. Es el caso de los declarados en Seixalbo (Ourense, 50 hectáreas), Castro de Escuadro (Maceda, 450 hectáreas), Samos (200 hectáreas), Vilariño de Conso (180 hectáreas), Montederramo (120 hectáreas) y Vilardevós (40 hectáreas). También permanecen controlados —pero no extinguidos— otros en A Fonsagrada (150 hectáreas), A Estrada (20 hectáreas) y Verín (9 hectáreas). El único que se ha dado por extinguido en las últimas horas es el de Cartella, en la parroquia de Anfeoz (14,6 hectáreas).
Tráfico y coordinación de medios
La circulación se ha restablecido en la A-52, que había sido cortada en varios puntos entre A Mezquita y Cualedro, así como en la AG-53 y la N-525, afectadas en Dozón. Sin embargo, las autoridades mantienen el nivel 2 de alerta en esta última localidad por el riesgo para viviendas.
El delegado del Gobierno en Galicia, Pedro Blanco, y la conselleira do Medio Rural, María José Gómez, supervisan las operaciones desde el Centro de Coordinación Operativa (Cecop) en Ourense, mientras los equipos de extinción trabajan sin descanso para contener una ola incendiaria que ha puesto a Galicia en una situación límite.
El riesgo de que las llamas avancen se mantiene alto, favorecido por las temperaturas elevadas, el viento y la baja humedad, lo que obliga a las autoridades a mantener desplegados refuerzos humanos y medios aéreos en los principales focos.