El ginkgo biloba más antiguo de España no está en un gran parque ni en un jardín botánico monumental. Se encuentra en pleno casco histórico de Santiago de Compostela, escondido en el Xardín do Colexio de Fonseca, un pequeño enclave verde que conserva los últimos vestigios del antiguo Jardín Botánico de la Universidade de Santiago de Compostela (USC). Con más de 140–150 años de historia, este árbol singular se ha convertido en un símbolo natural de la ciudad y en uno de los ejemplares más veteranos del país.
Un fósil viviente en el corazón de Compostela
El ginkgo biloba es una especie única: no tiene parientes vivos y su origen se remonta a hace más de 250 millones de años, anterior incluso a los dinosaurios. Su capacidad para sobrevivir a enfermedades, plagas e incluso a fenómenos extremos —como evidenció su resistencia a las explosiones nucleares de Hiroshima— lo convierte en uno de los mejores ejemplos de “fósil viviente”.
Gracias a su fortaleza, el ejemplar compostelano ha resistido el paso del tiempo, la reducción del histórico jardín universitario y fenómenos como el huracán Hortensia. Hoy continúa creciendo con vigor a unos metros de la Catedral.
El gigante de Fonseca: casi 22 metros de altura
El ginkgo de Fonseca destaca por sus dimensiones:
Altura: cerca de 22 metros. Perímetro del tronco: alrededor de 3 metros. Diámetro de copa: unos 17 metros
Plantado probablemente en el último cuarto del siglo XIX, su desarrollo permite situarlo como el ejemplar más longevo de España. El único que se le acerca es un ginkgo plantado en 1889 en el Jardín Botánico de la Universidad de Granada.
Una historia marcada por la pérdida de su “hermana”
Durante más de un siglo, el jardín compostelano albergó dos ginkgos: un macho y una hembra plantados alrededor de 1880. Sin embargo, la hembra fue atacada por hongos xilófagos que dañaron sus raíces y acabaron secando el árbol.
Aunque reverdeció por última vez en 2016, su estado era irreversible y el Ayuntamiento de Santiago ordenó su tala en octubre de 2017, cuando ya superaba los 27 metros de altura. Su desaparición generó incluso una campaña ciudadana que pedía replantar otro ejemplar hembra.
Tras la pérdida, el ginkgo superviviente recibió tratamientos preventivos y hoy muestra un estado saludable que lo mantiene como auténtica joya botánica.
El fenómeno fotográfico del otoño en Santiago
Cada otoño, el ginkgo biloba de Fonseca se convierte en protagonista de una tradición creciente: fotografiar y fotografiarse entre sus hojas doradas. Su espectacular metamorfosis transforma el jardín en una alfombra de tonos amarillos y ocres, convirtiéndolo en uno de los rincones más buscados por compostelanos y visitantes.
Incluso la meteorología influye en la expectación: basta un día sin lluvia para que el jardín se llene de cámaras, móviles y curiosos atraídos por su estampa efímera.
Un legado vivo del primer jardín botánico de Galicia
El árbol es uno de los pocos supervivientes del antiguo Jardín Botánico de la USC, fundado en 1845 y utilizado por las facultades de Medicina, Ciencias y Farmacia. Llegó a albergar mil especies, pero las ampliaciones universitarias del siglo XX redujeron el espacio a su mínima expresión.
Reabierto al público en 2013, el jardín fue rebautizado en 2018 como Xardín das pedras que falan, con versos tallados en rocas y un ambiente íntimo que realza aún más la presencia del venerable ginkgo.
Otros ginkgos en Santiago
Aunque el de Fonseca es el más monumental y antiguo, la ciudad cuenta con otros ejemplares:
- Uno de unos 11 metros en los estanques del Campus Sur
- Otros árboles más jóvenes repartidos por parques y calles
Ninguno, sin embargo, alcanza la majestuosidad ni la edad del patriarca compostelano.
Conclusión
El ginkgo biloba de Fonseca no es solo el más antiguo de España, sino también un pedazo viviente de la historia natural del planeta. Su presencia, casi secreta y a la vez imponente, convierte a este pequeño jardín compostelano en un lugar imprescindible para quienes visitan Santiago en cualquier época, pero especialmente en otoño, cuando el árbol se transforma en un espectáculo dorado imposible de olvidar.



