En A Coruña y su área metropolitana, moverse en bicicleta ya no es una rareza. Es una forma de desplazarse cada vez más común. A cualquier hora del día es habitual ver a personas pedaleando hacia el trabajo, a clase, al centro de salud o al supermercado. Lo que hace apenas una década parecía anecdótico, hoy forma parte del paisaje urbano y metropolitano. Y no se trata solo de un cambio cultural: la transformación ha sido posible gracias a una red ciclista en expansión, una estrategia sostenida de movilidad activa y, sobre todo, a la existencia de infraestructuras que han dado respuesta a nuevas formas de moverse.
A Coruña y su entorno inmediato cuentan hoy con una de las redes ciclistas más amplias del norte peninsular. Entre la malla urbana de la ciudad y los corredores supramunicipales que conectan distintos concellos, el sistema supera ya los 85 kilómetros de longitud. Pero no es solo una cuestión de cifras. Lo importante es que esta red se utiliza. Y mucho.
En la capital, el sistema público BiciCoruña ha roto todos sus récords en 2025, con más de 1,4 millones de usos registrados solo en los siete primeros meses del año. En junio, se alcanzaron picos de más de 7.000 viajes diarios. Detrás de esas cifras hay un cambio de hábitos, pero también una transformación urbana y territorial que ha ido tomando forma con los años: la infraestructura existe, es continua y funcional.
Los carriles bici ya no son elementos aislados. A Coruña suma 59 kilómetros de vías ciclables en su casco urbano, mientras que el resto de la comarca ha ido trazando conexiones propias. Culleredo, Cambre, Oleiros, Arteixo, Abegondo, Bergondo, Carral o Betanzos cuentan hoy con tramos que permiten desplazarse en bicicleta por dentro de sus límites y, en algunos casos, hacia otros municipios colindantes. Es el caso de Culleredo, donde el carril bici que recorre parte del paseo fluvial se proyecta como conexión natural con el sur de A Coruña. En Oleiros, varios paseos costeros permiten recorridos en bicicleta por zonas como Santa Cristina o Santa Cruz, y en Arteixo el itinerario ciclable entre Sabón y Barrañán supera ya los seis kilómetros de forma continua.
Muchos de estos tramos fueron concebidos inicialmente para el ocio, pero han ido ganando un uso funcional en la vida diaria de los vecinos, que los utilizan para ir al trabajo, a clase o para moverse entre parroquias. Además, en los últimos años ha comenzado a consolidarse una visión de conjunto, con propuestas técnicas y planes municipales que apuestan por interconectar estas infraestructuras en una red metropolitana coherente. Esa lógica de suma de esfuerzos ha sido clave para que el territorio haya empezado a funcionar como un sistema.
Y en el centro de esa transformación está la estrategia de movilidad sostenible impulsada desde la Deputación da Coruña, que en los últimos años ha actuado como aliado y coordinador de muchos de estos concellos, financiando proyectos, ejecutando obras en viales de su competencia y ofreciendo apoyo técnico para desarrollar planes de movilidad ciclista en entornos urbanos y rurales. Lejos de limitarse a su papel como administración provincial, la Deputación ha asumido un rol activo en el diseño de una red supramunicipal que hoy permite desplazamientos en bicicleta más allá de los límites de cada ayuntamiento.
El ejemplo más claro de esta estrategia es la senda ciclable ZEC, uno de los proyectos de movilidad más ambiciosos de los últimos años en Galicia. Se trata de un corredor ciclable y peatonal de más de 26 kilómetros, que conecta los municipios de Abegondo, Carral, Bergondo y Betanzos a través del entorno natural del encoro de Cecebre, en el corazón de la Reserva da Biosfera Mariñas Coruñesas e Terras do Mandeo. La senda fue diseñada como infraestructura supramunicipal desde su origen, con el objetivo de favorecer una movilidad diaria sostenible entre núcleos de población cercanos pero históricamente mal conectados.

La ZEC (acrónimo de “zona de especial conservación”) combinó la recuperación de antiguos caminos vecinales, tramos rurales y sendas fluviales, con una inversión de cerca de 2,5 millones de euros financiados por la Deputación da Coruña en distintas fases. Su recorrido atraviesa aldeas, áreas residenciales, centros escolares, zonas agrícolas y espacios naturales de gran valor ambiental, permitiendo ir de un concello a otro sin necesidad de utilizar el coche. En muchos puntos, la senda discurre paralela a carreteras convencionales, pero siempre por plataformas segregadas o espacios pacificados que garantizan la seguridad del usuario.
Este tipo de infraestructura —discreta pero transformadora— ha permitido que la bicicleta deje de ser una herramienta solo para el deporte o el paseo. En el entorno de Cecebre, cada vez más vecinos la utilizan para ir al instituto, al centro de salud o incluso a sus trabajos. Lo que antes era un lujo rural, ahora es una opción funcional para la vida cotidiana.
La senda ZEC no es una excepción. A lo largo de 2025, la Deputación ha seguido desarrollando su plan de movilidad con nuevas actuaciones, como la senda entre Piadela y Viladesuso, en Betanzos, que facilitará la movilidad en un tramo de la carretera provincial DP-0810, mejorando la seguridad vial y dando continuidad al entramado metropolitano. Esta y otras obras forman parte del plan provincial de movilidad sostenible, que ha permitido coser el mapa comarcal y dar coherencia a un sistema que, durante años, había crecido de forma dispersa.
Hoy, cuando se habla de movilidad sostenible, el área metropolitana de A Coruña es uno de los mejores ejemplos de cómo una red ciclista bien pensada puede transformar los hábitos de desplazamiento de una comunidad entera. Porque la bicicleta ya no es solo una herramienta para el ocio o el deporte. Es una forma cotidiana de moverse por el territorio. Y ese cambio no habría sido posible sin planificación, sin visión de conjunto y sin una estrategia pública que lo hiciera viable.
Moverse en bici por la Gran Coruña ya no es una excepción. Es una opción real. Y ha llegado para quedarse.

