Abanca anticipa la amortización de preferentes: qué significa y por qué es importante

La entidad gallega devuelve anticipadamente sus preferentes de 2021 y lanza un mensaje de solidez financiera
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Abanca ha anunciado que amortizará de forma anticipada una emisión de participaciones preferentes emitidas en enero de 2021 por un total de 375 millones de euros. El proceso se completará el próximo 20 de enero de 2026, tras recibir el visto bueno del Banco Central Europeo. La operación, aunque técnica, ofrece claves relevantes sobre la situación del banco y el momento que vive el sector financiero.

¿Qué son exactamente estas preferentes?

Las participaciones preferentes que ahora amortiza Abanca forman parte de los denominados instrumentos AT1 (Additional Tier 1), una herramienta que los bancos utilizan para reforzar su capital de máxima calidad sin emitir acciones. Se trata de productos híbridos entre deuda y capital: no otorgan derechos de voto, pero sí ofrecen una remuneración periódica, siempre que se cumplan ciertas condiciones de solvencia.

Estos títulos están diseñados para absorber pérdidas en caso de crisis y, por eso, conllevan mayor riesgo. Son adquiridos generalmente por inversores institucionales y forman parte del entramado de instrumentos que permiten a las entidades cumplir con los estrictos requisitos de solvencia impuestos tras la crisis financiera de 2008.

¿Qué significa que Abanca los amortice anticipadamente?

Amortizar anticipadamente implica que el banco devolverá a los tenedores el valor nominal de sus títulos antes del plazo inicialmente previsto. En este caso, se trata de participaciones de 200.000 euros cada una. Además del capital, se abonarán —si corresponde— los intereses devengados hasta la fecha de amortización.

Aunque la emisión original ascendía a 375 millones, el banco había recomprado ya una parte en el mercado secundario, por lo que el importe pendiente ronda los 132,6 millones de euros. Lo que hace ahora Abanca es cerrar definitivamente esa operación, reembolsando el total restante de golpe y por decisión propia.

¿Por qué toma esta decisión ahora?

La clave está en la solvencia. Los instrumentos AT1 son una especie de “colchón de seguridad” para las entidades. Si un banco puede permitirse prescindir de ellos, es porque considera que su posición de capital es suficientemente sólida. Para ello, necesita la aprobación del BCE, que debe validar que la amortización no compromete la estabilidad de la entidad.

Además, se trata de instrumentos con un coste elevado. En un contexto donde los tipos de interés han subido y se espera que empiecen a bajar, reducir este tipo de pasivo puede ser una jugada inteligente: se rebaja el coste financiero y se mejora la eficiencia de la estructura de capital.

¿Cómo afecta esto a los inversores?

Desde el punto de vista del inversor, la noticia es positiva en términos de seguridad: recuperan el capital invertido y, si corresponde, una última remuneración. Pero también implica perder una fuente de ingresos regulares. Las preferentes AT1 suelen ofrecer cupones atractivos, por encima de la media del mercado, precisamente como compensación por el riesgo que suponen.

Para muchos, esto implicará la necesidad de reinvertir en un mercado donde no siempre es fácil encontrar productos con un perfil de rentabilidad y riesgo equivalente.

¿Y cómo afecta al banco?

Contablemente, la amortización no tiene un impacto directo sobre el beneficio del ejercicio: no hay ni ganancia ni pérdida, ya que se devuelve el capital en las condiciones pactadas. Pero sí influye en los costes futuros: al eliminar un instrumento con remuneración elevada, Abanca reducirá el coste de su financiación estructural.

Además, el movimiento se puede leer como una señal de fortaleza. En un momento en el que los mercados siguen atentos a la evolución del sector bancario —tras episodios de tensión como los de Credit Suisse en 2023—, anticipar la devolución de este tipo de títulos lanza un mensaje claro: el banco está en una posición cómoda.

Un síntoma del momento que vive la banca

Lo que a primera vista podría parecer una operación técnica refleja una realidad más amplia. La banca española —y europea— lleva años reforzando su solvencia, ajustando su balance y ganando eficiencia. Que Abanca pueda prescindir voluntariamente de un instrumento diseñado para protegerla en caso de crisis habla bien de su evolución.

Pero también responde a un cambio de ciclo. Con el pico de los tipos de interés probablemente ya superado, las entidades buscan reestructurar sus pasivos para adaptarse a un entorno que podría volverse menos rentable en los próximos trimestres.

Esta amortización no solo es un ajuste financiero. Es también una declaración de intenciones.

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