Podría ser simplemente uno de tantos contratos incumplidos, pero éste esconde la falta de humanidad de un sistema que se ampara en una justicia que está muy lejos de ser justa y mucho menos ética. María del Carmen -o Mari, como es conocida- es historia viva de Canido. Una vecina de toda la vida que ya no puede recordar lo que ella y otros vecinos del barrio lucharon hace 14 años para que una inmobiliaria y la propia Administración pública respetaran sus derechos.
Mari fue protagonista de la resistencia que los vecinos de la calle Insua impusieron contra el Concello de Ferrol y contra la inmobiliaria que planificaba la nueva urbanización de la zona. A ella, concretamente, le prometieron una vivienda a cambio del solar donde tenía dos casas de 150 metros cuadrados. Pero la constructora Albantur quebró y la nueva empresa que desarrolla ahora unas viviendas de lujo, Abeconsa, no se hace responsable de ese acuerdo.
A sus 85 años y con la salud muy deteriorada, Mari vive en una vivienda insalubre y repleta de humedades. En 2006, ella y otros tantos vecinos tuvieron que pelear con uñas y dientes para conseguir unas condiciones justas por las expropiaciones de sus viviendas. Por aquel entonces, con 70 años, Mari hizo gala de su energía y su espíritu de lucha en el famoso programa Caiga Quien Caiga, que se hizo eco de la polémica del barrio. El reportero gallego Gonzo, llegó a apodarla “la Che Guevara de Canido” cuando Mari proclamó ante las cámaras de Telecinco que solo la sacarían a la fuerza de su casa.
Pero por desgracia, tanto Mari como otros vecinos del barrio tuvieron que ceder bajo la amenaza de unas multas de 500 euros diarios y se vieron obligados a conformarse con un acuerdo “no demasiado justo” con la promotora Albantur. A ella le ofrecieron 15.000 euros por dos viviendas tasadas en casi 87.000 y la promesa, contrato mediante, de poner a su nombre y rehabilitar la casa donde vive actualmente, en la calle Cangrexeiras, a unos 200 metros de su antiguo hogar. Pero la empresa nunca llegó a cumplir el acuerdo. «Estuvieron dilatando los plazos, haciéndonos esperar, poniéndonos trabas y excusas de todo tipo hasta que finalmente tras un proceso judicial bastante largo, en 2017 tuvimos una sentencia del juzgado de Primera Instancia número 3 de Ferrol», explica su hijo Pepe Cachaza.


En concreto, la sentencia condena a Albantur a adquirir la vivienda de la calle Cangrexeiras en la que vive actualmente Mari con su hijo Manuel, a poner la propiedad a nombre de Mari y a realizar todas las obras necesarias para dejar el inmueble en óptimas condiciones de habitabilidad. Además, la magistrada también condenó a la promotora a abonar a Mari «la suma de las mensualidades de renta, devengadas desde octubre de 2012 hasta que se haga efectiva la transmisión de la propiedad» por un importe similar al que costaría un alquiler de una vivienda como esa en el barrio, «que podrían ser unos 300 o 400 euros», explica Pepe.
Pero cuando se dicto esta sentencia Albantur ya había entrado en concurso de acreedores y ni la casa está actualmente a su nombre ni el arreglo llegó a producirse, por lo que Mari se ve obligada a vivir, a sus 85 y con alzhéimer, en una vivienda poco accesible y repleta de humedades. “En invierno literalmente llueve por las paredes”, cuenta Pepe, uno de sus hijos. «Los 15.000 euros que recibimos como parte del acuerdo de expropiación los hemos invertido en habilitar mínimamente la casa para que mi madre y mi hermano pudieran vivir aquí. Los invertimos en una casa que no es nuestra ni está a día de hoy a nuestro nombre».

Mari y su hijo Manuel viven en una situación de vacío legal. «Estamos de prestado. En cuanto la dueña de la casa necesite disponer de ella, nos quedamos en la calle. Nos quitaron dos casas de 150 metros cuadrados que eran nuestras por derecho propio y nunca llegaron a darnos otra vivienda», lamenta Pepe.
Tras la quiebra de Albantur, esa promoción la ha recuperado ahora la gran constructora gallega Abeconsa, que levanta unos pisos por valor de 186.000 euros en la zona. Pero esta empresa se niega a hacerse cargo del acuerdo que Mari contrajo con la anterior promotora. «En 2007 firmamos un acuerdo entre varias partes en el cual se especifica que podríamos reclamar la nueva vivienda a Albantur, al Fondo de Compensación, a Abenconsa S.L. o cualquier otro tercero con intereses presentes o futuros». Sin embargo, aunque figura el nombre Abeconsa en el documento legal, la empresa nunca llegó a firmar ese acuerdo y a día de hoy aseguran que se trata de un acuerdo privado del cual no tenían conocimiento y que no pueden hacerse cargo de compromisos adquiridos por otras partes.

La única solución que les queda a los Cachaza, como se les conoce en el barrio, es pedir nuevamente que se ejecute la sentencia de 2017. «Mi madre estuvo trabajando casi hasta los 80 años, ganándose el dinero de forma honrada. Es lamentable y vergonzoso que ahora tenga que verse en esta situación», confiesa su hijo lleno de frustración e impotencia. «Es muy complicado luchar con el sistema político, empresarial y judicial. Se tapan sus vergüenzas unos a otros, existe una especie de corporativismo instalado mediante el cual ellos siempre salen impunes, bordeando la legalidad o directamente saltándosela, pero la gente sencilla acaba en la calle».