Corren tiempos difíciles para el partido de extrema derecha VOX, enredado en una guerra intestina que incluye tanto a sus iconos ultra — el caso Macarena Olona—, como a militantes de base prácticamente desconocidos como el que fuera candadito a la Xunta en 2020 por el partido verde, el ferrolano Ricardo Morado, quién ha hecho público en redes sociales su renuncia como afiliado a través de un vídeo narrado por él mismo al que acompañan fotografías con un marcado acento kitsch de sus actos de campaña y una banda sonora fúnebre. La propia Olona ha sido una de las primeras en responder al manifiesto de Morado animándolo a levantarse, luchar y «encajar el golpe».
En la línea de lo denunciado en pleno prime time por algunos exmiembros del partido este domingo en el programa Salvados, de la Sexta, Morado acusa a la dirección de Madrid de prácticas coercitivas destinadas, según él, a acallarlo cuando no seguía las directrices marcadas por Abascal. «Espero que hayan quedado atrás esos tiempos en los que la cobardía llevaba al partido a enviar a un diputado nacional para tratar de amedrentar a un diputado de base», relata. Morado, que no logró representación en las autonómicas —VOX tampoco cuenta con ningún concejal en toda Galicia— cree que los pésimos resultados electorales del partido se deben al «vacío» que se ha hecho desde la capital hacia la agrupación en la comunidad autónoma.
El excandidato de VOX, que se presenta a sí mismo como un «soldado» y un «militante de base calvo y provinciano», tira de épica en su discurso de despedida y cita, sin decirlo, a la lideresa de la disidencia, Macarena Olona: «Creo que Dios siempre tiene un propósito para cada uno de nosotros». Y es que Morado, al contrario que algunos exdirigentes y miembros de VOX, no ha renunciado al ideario ultra de la agrupación y asegura que seguirá defendido, «al margen de las siglas», «la unidad de España, el modelo tradicional de familia y las raíces cristinas» del país.