Nunca queda claro si la piscina municipal de Caranza es materia deportiva o de sucesos. En la última década, entre competiciones y entrenos se han colado con demasiada frecuencia los problemas de dióxido de carbono, daños en la caldera o el vuelo de fragmentos de la cubierta. El complejo ferrolano vive una eterna avería. Porque la retahíla de incidentes no tiene fin. La última conocida, esta mañana.
El culpable parece que ahora es “el mecanismo que regula la renovación del agua”, informa el Concello. El resultado, el de siempre: piscina cerrada hasta nuevo aviso. En el campo político, el complejo deportivo caranceiro suele ser un arma arrojadiza, pero funciona como un boomerang. La oposición de turno echa en cara el desastre al gobierno que le toca gestionarlo. Y viceversa.
Primer problema «deportivo» para Rey Varela
Por ejemplo, en octubre de 2019, cuatro meses después de las elecciones, José Manuel Rey urgía al gobierno socialista de Ferrol a mejorar el recinto. Hoy, con el mismo margen de tiempo al mando del Concello, su equipo “lamenta los perjuicios que pueda causar este cierre a los clubs que emplean las instalaciones”. Por supuesto, trabaja “para poder poner una solución a la mayor brevedad posible”. La explicación no supone ninguna novedad respecto a sus predecesores, ni del PSOE, ni de FeC ni del propio PP, porque a finales de 2014, durante el primer mandato de Rey Varela, el BNG ya le apremiaba a que solucionase los problemas que causaba el CO2.
Desde el Concello no han sabido aclarar si la clausura será prolongada o, por el contrario, la reparación del equipo dañado se podrá realizar en breve. Por el momento, lo único cierto es que la decisión de echar el cerrojo se ha tomado a la vista de un informe presentado por la empresa que gestiona la instalación, en el que recomendaba adoptar esa medida. Los clubs que usan la piscina quedan a la espera.