Si alguna vez soñaste con formar parte de una fiesta sacada directamente de ‘Eyes Wide Shut’, ya puedes tacharlo de la lista… si fuiste de los rápidos, claro. La Bacanal Party, ese evento envuelto en misterio y reservado solo para unos pocos elegidos, llegará a A Coruña el 21 de diciembre, aunque las entradas ya se han esfumado. Al parecer, 100 plazas —50 hombres y 50 mujeres— no fueron suficientes para la cantidad de interesados que querían adentrarse en este universo de máscaras, secretismo y reglas estrictas.
La propuesta, que ya ha recorrido otras ciudades, gira en torno al anonimato y la exclusividad. Para empezar, los asistentes no sabrán la ubicación del evento hasta 48 horas antes. Además, tendrán que portar máscaras durante toda la noche y dejar los teléfonos móviles a la entrada. Nada de selfies ni publicaciones para las redes sociales; lo que pasa en la Bacanal, se queda en la Bacanal.
Pero el secretismo no termina ahí. Para conseguir una entrada, no bastaba con querer asistir y pagar los 220 euros del ticket; primero había que superar un filtro de selección. Y aunque los organizadores aseguran que la base es garantizar una experiencia “cómoda y respetuosa” para todos, lo cierto es que no han pasado desapercibidos algunos criterios estéticos implícitos. ¿Es necesaria una “cierta preparación física” para participar en estas bacanales? Parece que sí. Aunque no es la parte central del evento, tampoco ayuda a eliminar la sensación de que el estándar de belleza juega un papel más grande del que se quiere admitir.
Una noche inspirada en las bacanales romanas
Para quienes consiguieron una plaza, la promesa es clara: una noche ambientada para dar rienda suelta a los sentidos, con espacios diseñados para diferentes interacciones, desde habitaciones privadas hasta áreas comunes, todo bajo la premisa del respeto mutuo. Los organizadores insisten en que se trata de un entorno seguro y controlado, con normas claras para garantizar la comodidad de todos los asistentes.
La inspiración, según ellos, viene de las antiguas bacanales romanas, pero con un enfoque moderno y organizado. Aquí no hay lugar para improvisaciones; desde la música hasta la decoración, todo está pensado para crear un ambiente inmersivo. Eso sí, que nadie espere un derroche multitudinario: la fiesta tiene un aforo limitado para mantener la exclusividad… y quizás también para alimentar un poco más el halo de misterio que la rodea.