Daniel López (A Coruña, 1987) se define como “un fotógrafo de toda la vida”. Desde los 17 años se dedicó profesionalmente a la fotografía comercial, hasta que se dio cuenta de la belleza de lo artesanal y decidió cambiar el rumbo de su carrera laboral, junto a Verónica Alfonso. Ambos son las almas del laboratorio ambulante “Lab On Wheels”, con el que hacen retratos artesanales con una técnica antigua y un revelado en plata que no deja indiferente a ningún cliente.
Esta pasión la adoptó en su casa, pues lo que Dani sabe lo aprendió de su padre Luis Plácido. “Siempre lo vi trabajar con cámaras de gran formato, analógicas y con procesos artesanales. Fue lo que me llevo a ser fotógrafo hoy en día”, cuenta en una charla con Enfoques. Ahora, tiene un estudio privado en Oleiros, en el que trabaja solo con cita previa, pero también lleva su técnica por fiestas y festivales, como lo ha hecho este año en Las Meninas de Canido.
Fue el año pasado cuando decidió poner en marcha su proyecto itinerante por las calles, con tan mala suerte que justo en el momento de arrancar llegó la pandemia y tuvo que parar. No obstante, ese tiempo de confinamiento no fue en vano. “Nos dio margen para ponernos con la técnica ferrotipo, que es muy compleja y cien por cien artesanal”, relata. Esta, inventada por Adolph Alexandre Martin, tiene su origen en el año 1885 y se usó hasta 1910.
La técnica que “asombra” a los clientes
Dani y Vero elaboran los retratos “exactamente igual” que lo hacían en la época. Para ello, usan una cámara japonesa de 1930. En el proceso, hacen la fotografía sobre una placa de metal que emulsionan en el momento con diversos productos químicos. Estos se convierten en un negativo. “Lo hacemos delante de las personas y alucinan con el proceso”, remarca el impulsor.
Una vez han preparado el negativo, colocan al interesado para retratarlo, lo fotografían y proceden al revelado al momento. Los productos imprescindibles para el procedimiento son el nitrato de plata y una solución llamada colodión húmedo, que está formada a base de alcohol, nitrato de celulosa, yodo y bromo. Entonces, “la imagen se forma de plata pura”.
Es un trabajo artesanal que ambos han convertido en un espectáculo, ya que los clientes están presentes durante todo el desarrollo, desde que preparan el negativo. “Si les apetece, les voy explicando el proceso para que lo entiendan”, detalla Daniel. Mientras hacen la fotografía y llevan a cabo la explicación suelen estar con los clientes unos 15 o 20 minutos. Después, la fotografía tarda unos 10 minutos en secarse y finalmente la barnizan con un barniz natural.
Aparte del aprendizaje, el fotógrafo explica que lo que másle gusta al público es “verse a ellos mismos en este tipo de fotografía, porque es como una visión de la realidad que esta ahí pero que el ojo humano no es capaz de ver”. “La estética es totalmente diferente a una fotograia digital. La gente sale con un punto de vista que no es capaz de ver en un espejo“, asegura.
Daniel López disfruta con esta iniciativa original, gracias a la cual cada vez los conoce más gente. Por ahora se mueven por el tipo de festivales que les permite la situación actual de la COVID-19, como algún mercado artesanal o celebración reducida. En todas ellas venden tres formatos de retratos: el pequeño (10 x 12 cm); el mediano (13 x 18 cm) y el grande (16,5 x 21,5).
Discussion about this post