La desaparición del panorama autonómico de una marca aglutinadora de las denominadas fuerzas ‘rupturistas’ ha dejado huérfanas para las elecciones del 28 de mayo 2023, en lo que respecta a referente supramunicipal, a las candidaturas municipalistas que irrumpieron en 2015 logrando en Galicia las alcaldías de Ferrol, Santiago de Compostela y A Coruña, además de un peso importante por todo el país.
Pese a esa ausencia del arco parlamentario, el movimiento local se mantiene con pilares más sólidos tras beber de distintas fuentes, desde proyectos surgidos de la escisión del BNG en 2012 a la implantación —extraparlamentaria pero sostenida en el tiempo en algunas comarcas— de Izquierda Unida junto con el surgir de la marca Podemos. Sin embargo, mientras que las confluencias urbanas atlánticas se han consolidado, salvo Pontevedra, en Lugo y Ourense las alianzas quedaron dañadas y está por ver cómo se formulan las municipales, para lo que podría ser clave un proyecto más allá de lo local.
La formación morada en Galicia, que logró tener mayoría en el grupo de confluencia que estuvo en el Parlamento en la legislatura iniciada en 2016, renunció en las primeras municipales a presentarse con marca propia y apoyó, con distinta intensidad, los proyectos surgidos. Pero Podemos nunca llegó a contar con una estructura gallega fuerte, manteniendo ahora como casi único baluarte a su secretario general, Antón Gómez-Reino, diputado por A Coruña en el Congreso.
Tras el descalabro electoral que algunos calificaron de “frustración”, las candidaturas municipalistas tienen en 2023 su primer examen ‘en solitario’ tras la extinción del último experimento de confluencia –En Marea–, el partido instrumental que acabó por suponer la ruptura definitiva de los que fueron sus socios impulsores, heridas que fueron cicatrizando de forma desigual.
Algunos de estos proyectos ven con recelo o simplemente distancia la posibilidad de reconstruir un espacio común. Mientras, otros miran de reojo o incluso entusiasmo ‘contenido’ la idea de ‘Sumar’ de Yolanda Díaz, una de las cabezas visibles de la primera experiencia de confluencia en España, cuando en 2012 —de la mano de Xosé Manuel Beiras— se lanzó la coalición Alternativa Galega de Esquerda, hace ahora diez años.De hecho, Díaz, que se dio de baja como militante de Izquierda Unida ha hecho de sus políticas al frente del Ministerio de Trabajo y en plena pandemia su mejor bandera para ahora tratar de construir una alternativa que partirá de la “escucha” ciudadana, reconstrucción de un espacio que se quiere separar de siglas después del éxito y posterior fracaso de la experiencia gallega, en la que ella también fue protagonista.
A la bregada política ferrolana miran con buenos ojos mareas como la de Vigo o Ferrol —precisamente en ambas con peso de Izquierda Unida—, cuyos representantes han adelantado un apoyo a este proceso, si bien todas las mareas consultadas destacan que están “centradas” en el proyecto local, en el cual se ven asentados.
“Tejer costuras”
Así, Rubén Pérez —dirigente de Izquierda Unida y que fue secretario de Organización también con la propia Yolanda Díaz—, ha señalado que existe “una expectativa, una plataforma política que dé continuidad” a la idea planteada por la ministra de Trabajo. A su juicio, “hay que recuperar lo que se habló en el origen de las mareas”, tras “el fracaso del partido instrumental”, una fórmula “que se demostró fracasada”.
Por su parte, Jorge Suárez (Ferrol en Común) ha defendido que “las mareas siguen vivas, no son una especie de extinción” y, con respecto al proyecto de la también política ferrolana, ha sido claro al afirmar que “juega en casa”. “Le damos todo nuestro apoyo, tenemos que sumar la mayor cantidad de apoyo y los partidos tienen que ser acompañantes; no es más que una continuación de lo que se hizo en Galicia”, ha manifestado Jorge Suárez, partidario de que tejer costuras que unifiquen en criterios comunes de participación, feminismo, sostenibilidad y “aparcar las diferencias”.
Recientemente, las mareas de las ciudades se vieron en las fiestas de la Ascensión de Santiago, una cita informal que viene a completar otras apariciones en un foro de debate bajo el marco ‘Construíndo Alternativa’ en el que han participado referentes de mareas.
En esa cita menos formal, estuvo el que fue alcalde de A Coruña, Xulio Ferreiro que, aunque retirado ahora de la primera línea política, sigue trabajando en Marea Atlántica e incluso ha participado en el cierre de su ‘marea viva’, un proceso que, en palabras de su portavoz, María García, ha supuesto “encender los motores” para las municipales.
En esta foto ‘confluyente’, además del ferrolano Jorge Suárez, no ha faltado el ex alcalde Martiño Noriega y la actual portavoz de Compostela Aberta, Marta Lois, que a título individual se ha visto involucrada en el proceso de “escucha” de Díaz hasta el punto de figurar como presidenta de la plataforma que dará soporte a este recorrido de la ministra.
Lois ha remarcado que CA es un “espacio consolidado”, centrada en lo local, y “va a seguir trabajando y escuchando de manera activa” para 2023. En paralelo, esta formación participa en encuentros con otras mareas, en un “espacio de fraternidad municipalista” que, dijo, “va a seguir construyendo esa red”.
“Es un sujeto claramente local, pero busca construir un espacio colectivo, en relación de otros proyectos más de corte estatal. Es muy pronto para hablar de eso, cada organización tendrá que expresar en su momento cuál es su acomodo político con relación a ello”, ha apuntado.
Recelos y distancia
Más allá de las grandes ciudades, otras mareas se mantienen al margen de procesos más amplios e incluso los ven con cierto recelo, ante la posibilidad de volver a caer en una “decepción” a la ciudadanía.
El alcalde de Teo, Rafa Sisto, que no se volverá a presentar, ha apuntado que “hay contactos” a nivel gallego, pero “no forma parte” del foro que se ha impulsado a nivel autonómico —en referencia a Construíndo Alternativa—. “Estamos atentos a la iniciativa y enterados, pero no formamos parte”, ha manifestado, seguro que antes de “sumarse o decantarse” por mantenerse como proyecto local, se “asegurarán bien de los pasos” para evitar una expectativa frustrada.
María García ha subrayado, por su parte, las “buenas relaciones” entre las candidaturas municipalistas, emplazadas a “hacerlo más”. En cuanto al “proyecto de aunar, suena bien, suena conocido”, ha dicho, si bien ha matizado que no se decidió ninguna postura.
Mientras, en Lugo, Vilalba Aberta se desmarca de un proyecto supramunicipal. Nacida en 2015, y aunque algunos de sus integrantes participaron a individualmente, se presenta netamente “proyecto autónomo”. “Aquí sí funcionó la unidad popular, es real, tiene hondas raíces”, ha destacado su portavoz, Modesto Renda.
En la provincia de Ourense uno de los proyectos más consolidados, Ribeiro en Común. Su responsable, Brais Fidalgo, manifiesta que “cada marea es autónoma” más allá de las alianzas supramunicipales que puedan surgir, el “municipalismo tiene raíz en el ayuntamiento”.
Así, Fidalgo (vinculado a Anova) ha defendido “colaborar” en todos los foros y en “compartir experiencias”, pero sin aventurar posiciones sobre proyectos futuros, porque “todo va a una velocidad muy grande y lo que ahora pacería una seguridad, luego no”. En todo caso, ha reivindicado que las mareas “lo hicieron bien, con valentía y ningún caso de corrupción”. “Éramos y seguimos siendo peligrosas (para los partidos clásicos)”, ha sentenciado.
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