“Los abuelos gallegos eran ‘preppers’ y no lo sabían”

Roberto Orosa, exmilitar con 27 años de experiencia, explica cómo el preparacionismo puede ayudar a afrontar cualquier situación de emergencia

Roberto Orosa frente a una mochila y el kit de supervivencia 72 horas | ENFOQUES

La reciente reaparición del manual de supervivencia en países como Suecia, Finlandia y Noruega pone en el centro del debate la importancia de estar preparado para situaciones críticas. Pero este tipo de medidas, que muchos podrían asociar a escenarios de ciencia ficción o contextos extremos, tienen un trasfondo más cercano a lo cotidiano. En Galicia, donde el movimiento “prepper” comienza a ganar adeptos, esta filosofía de prevención y preparación recuerda mucho a las prácticas tradicionales de nuestros abuelos: almacenar leña, preparar la matanza o conservar alimentos para garantizar la supervivencia en los inviernos más duros.

Lejos de ser algo excéntrico, el “preparacionismo” se muestra como una extensión moderna de estos hábitos. Personas como Roberto Orosa, veterano con más de 27 años de experiencia en misiones internacionales, demuestran que el concepto no está tan alejado de la realidad gallega, sino que se adapta a los desafíos contemporáneos. Su labor, además de ejemplificar esta filosofía, incluye impartir talleres donde enseña técnicas de supervivencia que, más que apocalípticas, resultan prácticas para cualquier emergencia.

“Todos somos preparacionistas, aunque no lo sepamos”, afirma. Según explica, “tenemos comida guardada por si no podemos ir a la compra, llevamos herramientas en el coche por si pinchamos… Es lo mismo que hacían nuestros abuelos, se preparaban para temporales, apagones o inviernos largos, solo que ellos no tenían un supermercado a dos pasos, internet o un teléfono para pedir una pizza”.

Desde su tienda en A Coruña —Orosa Aventuras dedicada al senderismo, la montaña y la aventura—, este experto de 54 años organiza talleres donde enseña a las personas a desenvolverse en el entorno, a orientarse o a lograr salir airosos de una emergencia. Además, ha incorporado cursos sobre preparacionismo, una práctica que define como “una forma de estar listos para cualquier eventualidad, sin alarmismos, pero con previsión”.

Concepto moderno…pero no tanto

El concepto parece moderno, pero no lo es tanto. “Después de la Segunda Guerra Mundial y durante la Guerra Fría, el preparacionismo ganó fuerza en Estados Unidos por el miedo a un ataque nuclear. Pero si miramos a Europa, países como Suecia, Dinamarca o Alemania llevan décadas recomendando a sus ciudadanos que tengan un listado básico de emergencia en casa”, explica. Según él, países como Portugal, con su historial de terremotos e incendios, también han adoptado esta mentalidad con fuerza. “Aquí en España todavía nos suena raro, pero en muchos lugares del mundo esto es habitual”.

Uno de los conceptos más básicos del preparacionismo es la llamada “mochila de emergencia”, diseñada para ayudar a sobrevivir durante las primeras 72 horas tras una catástrofe. Sin embargo, no hay una única versión válida. “Depende de dónde vivas y de tus circunstancias porque en una zona rural, por ejemplo, es posible que tengas que evacuar al monte por un incendio, mientras que en una ciudad como Madrid lo más probable es que tengas que salir a casa de un familiar”, detalla.

 

@orosa_aventura Estar preparado ya no es una opción, las emergencias y desastres naturales tienen la mala manía de no avisar, y el estar preparados para responder con seguridad es nuestra responsabilidad. #preparacionismo #bushcraft #supervivencia #desastres #incendios #preparacionismo #aventura #emergencias #comunidad ♬ 10 Minutes of Silence – Silenzio

Entre los imprescindibles que recomienda incluir están elementos como agua, alimentos no perecederos, ropa de abrigo, un pequeño botiquín, linternas, un power bank solar y algo de dinero en efectivo. “Hoy en día casi todo el mundo paga con tarjeta, pero en una emergencia, si se caen los sistemas, el dinero en efectivo puede salvarte”, añade.

Además, comenta la importancia de tener siempre a mano pastillas potabilizadoras de agua, que eliminan bacterias y microorganismos en 30 minutos, o filtros purificadores de agua, incluso sacada de un charco. De hecho, muchas viajeras y viajeros como simples turistas que van a visitar otros países las llevan y les salvan de sendos algún que otro disgusto. “Es cuestión de saber qué necesitas y adaptarlo a tu entorno”, insiste.

En su opinión, se trata de estar preparado para lo que pueda pasar. “Una dana, como la de Valencia, incendios como los de Galicia o incluso un temporal que te deje aislado unos días”. “Aquí en Galicia tenemos más de 70 zonas inundables donde se sabe que el agua se desbordará si llueve mucho”, puntualiza que no se debe seguir pensando en el “malo será que pase”, porque los desastres naturales ya están pasando.

El caso nórdico

La creciente inestabilidad internacional ha llevado a los países nórdicos a implementar medidas para preparar a sus ciudadanos frente a posibles crisis. Suecia ha comenzado a distribuir casa por casa un manual de supervivencia titulado ‘Si llega la guerra’, un documento que ya se usaba durante la Segunda Guerra Mundial y que ahora ha sido actualizado para responder a los desafíos actuales. Con indicaciones claras sobre cómo encontrar refugios, almacenar recursos básicos o atender emergencias, el objetivo es empoderar a la población para reaccionar con rapidez y eficacia en situaciones críticas.

Finlandia y Noruega han adoptado estrategias similares. Finlandia ha publicado guías digitales con consejos sobre cómo actuar en distintos tipos de emergencias, mientras que en Noruega se han distribuido folletos que alientan a los ciudadanos a ser autosuficientes durante al menos una semana. Estas iniciativas reflejan una estrategia común en la región: fomentar la resiliencia individual y colectiva frente a posibles amenazas, desde catástrofes naturales hasta conflictos armados. Más allá de la información práctica, estas medidas están transformando la forma en que la ciudadanía percibe su papel en la gestión de crisis. No se trata únicamente de estar informado, sino de asumir una responsabilidad activa en la protección propia y comunitaria.

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