“El cine y el arte en general siempre acaban siendo espejo de lo que pasa en la sociedad. No solemos abordar temas de manera consciente; contamos de lo que sabemos, lo que está en nuestra vida. Igual ahora lo que nos pide el cuerpo es denunciar, poner de relieve ciertos problemas. En otro momento igual el cine o el arte tenía que demostrar irreverencia o alegría, pero ahora igual es el momento de decir: estos problemas están aquí, así que hablemos de ello, ¿no?”.
El amiense Pedro Díaz, director de ‘La Entrega’, nominado a los Premios Goya por mejor corto de ficción, reflexiona en una entrevista concedida a Europa Press sobre la utilidad del cine como arma de denuncia. Su obra pone el foco en temas como la soledad, la incomunicación (tecnológica y generacional) o la precariedad laboral.
La denuncia —y el origen gallego— podría ser el vector común de gran parte de los cortos nominados en esta edición de los premios del cine español. Así, en la sección de corto documental, ‘Memoria’, de la actriz compostelana Nerea Barros, denuncia la destrucción del cambio climático, con intereses económicos por medio.
La obra dirigida por Pedro Díaz retrata el día a día de Armando, de 80 años, que vive recluido en su casa por algún trauma que el espectador desconoce. Su único contacto con el exterior es a través de un ‘rider’ que le los pedidos que gestiona su hijo desde el extranjero, incluido un ordenador portátil que lo cambia todo.
“La idea surgió a partir de una imagen, que es precisamente la última imagen del corto. Nos atrapó porque nos generaba muchas preguntas, así que hicimos todo el viaje hacia atrás y nos preguntamos quién era esa persona y como había llegado hasta ahí. Y empezamos a escribir la historia”, relata.
Reconoce que llegaron a la trama “al revés de lo que suele ser”, ya que partieron del personaje para luego construir un argumento “natural y orgánico”, casi de forma “inconsciente” con temas “que nos tocan a todos” como la soledad. De la soledad que rodea al protagonista parten, como aristas, otras cuestiones como la salud mental, la brecha generacional y la tecnológica, el sistema de cuidados o la economía precaria.
La soledad contada desde la ausencia
De todo ello lleva el peso el personaje interpretado por Ramón Barea, “complicado de construir pero muy estimulante” y del que se ha trabajado hasta los gestos y la forma de moverse. “Eso fue lo que creo que nos dio todos los matices que acaba dando también el personaje del rider”, señala.
Un personaje que “cuenta muchas más cosas de las que pensábamos”, precisamente por no tener casi información de él. “Mucha gente nos decía que le dejaba más poso, que se preguntaban por qué estaba tan solo, por qué pasa tanto tiempo con esa persona”, explica.
La tercera pata de la historia es un personaje al que ni siquiera conoce el espectador, el hijo de Armando. “Su soledad también está contada desde la ausencia del hijo; una ausencia que seguramente no es por mala relación, sino por la distancia”, matiza Díaz, que recuerda que es una situación muy común estos días cuando tienes familia lejos de ti. “Tienes un sentimiento casi de culpa por esos cuidados que no puedes dar”, comenta el gallego afincado en Madrid.
Aun con una trama “sencilla”, el sabor que Pedro Díaz y su equipo pretendía dejar en el espectador era algo “duradero”, “que durase algo más de los 25 minutos que dura el corto” y que invitase a reflexionar sobre las cosas y las personas que lo rodean.
En esa reflexión juega un papel muy importante la ternura que despierta la cinta, provocada en parte por el bolero —’Vuelve Amor’, compuesto por Alberto Torres e interpretado por Zenet— que Armando intenta retener en su cabeza, símbolo de otro tiempo.
“¿Qué hay más triste que una persona a la que solo le quedan sus recuerdos, empiece a olvidarlos? Ese contraste además de un hombre árido, que empieza a meterse en la oscuridad de su propia caverna, contra esa melodía de bolero, muy de sonreír, de bailar con alguien, nos parecía muy bonito. Al final, la música es el motor emocional de nuestra vida”, relata.
“Memoria”, de Nerea Barros
Conciencias también busca despertar Nerea Barros con ‘Memoria’, un cortometraje a medio camino entre la ficción y el documental donde denuncia la destrucción del cambio climático, con intereses económicos de por medio. Lo hace a través de la desaparición del Mar de Aral (Uzbekistán), el primer gran desastre medioambiental de la historia, y mediante la unión entre un abuelo y su nieta.
“Narro el legado de un abuelo a su nieta en base a un mar que ha desaparecido. Un abuelo, antiguo pescador, que sigue añorando que vuelva ese mar y que su nieta lo vea y tiene que estar preparada, y una nieta que ha nacido en un desierto y no sabe lo que es una ola”, explicaba la compostelana a Europa Press.
“A mí me lleva a mis abuelos —continúa Nerea—. Es un homenaje. Mis abuelos gallegos son los que me han inculcado ese amor a la tierra, el entendimiento de la tierra como un equilibrio entre ella y nosotros, que dependemos de ella”, argumenta.
Barros quiere agitar conciencias, pero nunca desde el miedo, “sino desde lugares comunes” que a los espectadores les permita “entender” y “empatizar”. “Mucha gente me llama y me dice que es recuerda a sus abuelos, cuando está rodada en un país y una cultura totalmente diferente. Eso es, que cada espectador saque las conclusiones o los pensamientos según su filtro y su criterio”.
Para Barros es primordial tratar de contar las cosas desde la belleza —una de sus “obsesiones” junto al cambio climático, las mujeres, y la gente mayor y su legado—. “Incluso un lugar como el mar de Aral es bello. Me gusta contar las cosas desde la belleza para que lleguen desde ahí, y no desde el miedo, el dolor o la oscuridad”, apunta.
La pandemia y el impulso a los festivales
Aunque reconoce que fue complicado, también encontró algo bello durante la pandemia de Covid-19, cuando trabajó voluntariamente en una residencia de mayores en Madrid.
“En esa locura apocalíptica empecé a entrever cómo la naturaleza, con nada que le dábamos, buscaba su lugar. Y otra cosa bellísima que encontré fueron las personas mayores. Debemos reflexionar sobre lo que ha pasado y entender que una persona mayor es un sabio al que debemos venerar y recurrir para no perdernos; asumir el legado de los que han luchado para que estemos aquí cómodos”.
Díaz se expresa en los mismos términos y destaca que la pandemia “ayudó a poner de relieve el tema de la soledad; a valorar el saludo del vecino que, cuando no lo tienes, lo echas de menos”. “Nos dimos cuenta de que el gesto de poner un pie en la casa del otro era un gran gesto, que le podía cambiar la vida al otro, y creo que eso pasó un poco en la pandemia. De repente decías, este gesto me llena mucho más el alma de lo que yo pensaba”, reflexiona.
Los dos cortos han tenido un largo recorrido en festivales —’Memoria’ se presentó en el compostelano Curtocircuito—, un formato que Pedro Díaz considera que habría que incentivar. “Creo que es un poco volver a democratizar el cine. Volver a llevar a las salas de cine un formato que se ajusta a unos tiempos en los que parece que todo tiene que ser consumido en 10 o 15 minutos. ¿Por qué no llevar esas píldoras de cine otra vez a las salas? Merece la pena”, asegura.
Al final de su recorrido por más de 40 festivales, ‘La Entrega’ se ha topado con una nominación al Goya a mejor corto de ficción, “un foco de luz sobre el trabajo”. “Se te mira con otros ojos o al menos se te mira, que ya es mucho. Hay que trabajar mucho para que tus cortos se vean, aún con una nominación, pero estar ahí ya es un meritazo, sobre todo con un grupo con un nivel tan grande. Gane quien gane será super merecido”.