El servicio de urgencias del Complejo Hospitalario Universitario Hospitalario de Santiago (CHUS) vivió este jueves una tarde de colapso total: alrededor de las 17:00 horas había 19 pacientes graves esperando en los pasillos de acceso, mientras que otros 35 pacientes con su ingreso firmado estaban también pendientes de ocupar una cama en planta.
Así lo ha denunciado la Asociación de Pacientes e Usuarios do CHUS, que ha relatado cómo esta situación se viene dando de forma recurrente: el pasado 14 de julio ya había habido 17 pacientes graves y otros 30 con ingreso firmado esperando, mientras que el 19 de agosto había sido 33 los pacientes pendientes de ingreso y cinco los graves repartidos por los pasillos.
«La gerencia y el coordinador del servicio de urgencias siguen haciendo caso omiso de las denuncias del personal sanitario y de esta asociación: siguen con esta práctica que vulnera la Lei de Saúde de Galicia, los estándares de calidad del Ministerio de Sanidad y las recomendaciones de la Valedora do Pobo», denuncian desde la asociación.
Ante esta situación, ven «incomprensible» que desde el 12 de agosto «se mantengan cerradas las camas del Hospital Gil Casares» a pesar de la demanda de camas en las urgencias hospitalarias. «Los pacientes que en esa fecha estaban ingresados en ese hospital fueron trasladados al de Conxo para evitar nuevas contrataciones y sobrecargando al personal de medicina interna, que atiende con la misma plantilla a un mayor número de pacientes», prosiguen.
Las estadísticas, sin embargo, muestran que la demanda en las últimas horas no justificaba un colapso en el servicio de urgencias: los últimos datos, del viernes a las 07:00 horas, recogen que en las últimas 24 horas se atendió a 473 personas en este servicio, mientras que el nivel de ocupación de las camas se sitúa en torno al 50%.
«Su colapso no responde sólo a una gestión incorrecta y a una utilización poco ética de los recursos disponibles, sino también al hecho de que cada vez son menos los servicios de atención primaria responden en los tiempos adecuados a las solicitudes de atención», añaden desde la asociación.
De hecho, las demoras para conseguir una cita presencial se han hecho cada vez más amplias a lo largo de los meses de septiembre y octubre: en el centro de salud de Fontiñas la demora está entre seis y nueve días, en el Concepción Arenal en cuatro, en el de Vite en ocho, en el de O Milladoiro en seis y en los de Rianxo o Cacheiras asciende hasta los 15 y 10 días, respectivamente.
«La gerencia y el Sergas están obligados a gestionar los recursos disponibles atendiendo a criterios éticos, lo que supone ponerlos a disposición de los pacientes cuando necesitan atención y dotar al servicio de más medios humanos y materiales para que el personal sanitario tenga la capacidad de resolver las demandas asistenciales preservando en todo momento la dignidad y la intimidad de los pacientes», sentencia la asociación.