Hace 168 años que el entonces ayuntamiento de Conxo acogió uno de los eventos más cargados de simbolismo del siglo XIX en Galicia: el Banquete Democrático de Conxo, una comida de fraternidad en la que las clases sociales desaparecieron por un día, con los estudiantes, de clase alta, sirviendo a trabajadores y artesanos. El recuerdo de aquel 2 de marzo de 1856 vive hasta nuestros días y en Santiago aún se conmemora su espíritu cada año.
Conxo fue un municipio independiente hasta 1925, año en que pasó a convertirse en una parroquia de Santiago. En ella, en los terrenos del Hospital Psiquiátrico de Conxo, se encuentra la carballeira en la que se celebró el histórico banquete, abandonada durante años pero ahora recuperada, accesible y puesta en valor con un homenaje anual a aquella comida de fraternidad.
El Banquete de Conxo
El Banquete Democrático de Conxo, que tenía por lema “Orden y fraternidad”, no sólo fue revolucionario por los principios que defendía: también lo fue por el momento en que llegó, coincidiendo con el décimo aniversario del fusilamiento de los Mártires de Carral, el hecho que marcó la conclusión de la sublevación de los militares gallegos contra el dictador Narváez.
El clima social y político no fue a mejor en los años posteriores: entre 1852 y 1855 Galicia estuvo afectada por graves crisis económicas, una situación a la que se sumó el “ano da fame” de 1853, en el que las inclemencias meteorológicas provocaron la pérdida de las cosechas y una carestía generalizada de bienes. Así, en la ciudad se producen motines y altercados públicos que llevan a las autoridades a decretar el estado de sitio.
En medio de este contexto, Aurelio Aguirre, un joven poeta romántico de apenas 22 años que ya era muy conocido en Santiago, fue el principal impulsor de una iniciativa revolucionaria: el Banquete Democrático de Conxo. Aquel formato no era una invención propia, sino que en Europa ya se venían desarrollando actos similares para sortear la represión: podrían prohibir manifestaciones o reuniones, pero no una inocente comida.
La convocatoria del banquete, sin embargo, sí puso nerviosos a los sectores más conservadores de Santiago, una ciudad marcada ya entonces por su carácter universitario y eclesiástico. El impulsor, además, era un joven poeta que también había participado como miliciano en el levantamiento de 1854.
La elección de una carballeira en Conxo para celebrar ese banquete no fue casual: un encuentro de esas características no se podría haber producido en Santiago, por lo que tuvieron que desarrollarlo en un lugar cercano. Pese al rechazo de las autoridades y a la estricta vigilancia a la que fue sometido en el encuentro, con el ejército preparado ante el temor de un posible levantamiento popular, el Banquete Democrático de Conxo llegó a convertirse en una realidad.
A Aurelio Aguirre lo secundaron otros dos intelectuales de la época: unos jovencísimos Luis Rodríguez Seoane y Eduardo Pondal, con apenas 19 y 21 años. A la comida acudieron, además de los estudiantes de la Universidade de Santiago de Compostela, los artesanos y obreros, con un patrón y dos obreros representando a cada oficio.
El banquete se desarrolló con normalidad, con los estudiantes ataviados con sus fracs sirviendo a los obreros. La carga política, además de en el propio simbolismo de esta acción que ponía patas arriba el sistema de clases, estuvo en los brindis, pronunciados por Aurelio Aguirre, Luis Rodríguez Seoane y Eduardo Pondal.
La Iglesia no tardó en tomar cartas en el asunto: fueron denunciados ante la Audiencia de A Coruña por sus discursos y el propio Aguirre fue declarado “ateo” tras hacer referencia a que Jesucristo era “hijo del pueblo” y había nacido “de un honrado carpintero y desnudo en el portal”, lo que era sin duda “lección sublime de igualdad” para “el mundo entero”.
La denuncia no prosperó: la intervención de un fiscal de Santiago logró que la condena fuese menos severa que la que pedía la Iglesia, nada menos que el destierro de los jóvenes a las Islas Marianas, en medio del Océano Pacífico. Aurelio Aguirre moriría ahogado dos años más tarde, a los 25, en la playa de San Amaro.
Los autores de los brindis no serían las únicas figuras relevantes que acudieron al Banquete de Conxo: se especula con que entre los asistentes se encontraban Juan Manuel Paz Novoa, Manuel Murguía e incluso Rosalía de Castro, muy unida a Conxo.
El Banquete en la actualidad
Tras el revuelo generado por aquel banquete revolucionario, el bosque y la celebración fueron poco a poco cayendo en el olvido: la carballeira en la que se desarrolló permaneció cerrada por más de un siglo, ya que pasó a formar parte de los terrenos del Hospital Psiquiátrico de Conxo.
Su historia empezó a cambiar en 2013, en una visita botánica del escritor y editor Henrique Alvarellos, que dio con unos carballos que, por su aspecto y su ubicación, bien podrían haber sido testigos del banquete, cuyo emplazamiento exacto nunca se había precisado.
De la mano del biólogo Martín Souto y de Xurxo Martínez y Francisco Singul, expertos en el siglo XIX y el Camino de Santiago, respectivamente, publicó un libro sobre ese bosque y su historia: “Os últimos carballos do Banquete de Conxo”, que vio la luz en 2016.
Aquella obra plantó la semilla del recuerdo y la puesta en valor del Bosque do Banquete de Conxo: en los años posteriores el Concello de Santiago acondicionó la zona, abriéndola al público con una senda peatonal. En años posteriores también se instaló un gran mosaico conmemorando el banquete, una obra de Pancho Lapeña, Antón Pascual y Xosé Vizoso.
Fue en 2018, durante el mandato de Compostela Aberta, cuando se volvió a celebrar el Banquete de Conxo, 162 años más tarde. Desde entonces se ha convertido en una cita anual en la ciudad: tan solo se dejó de celebrar durante la pandemia y lo han mantenido los gobiernos posteriores, tanto de PSdeG como de BNG.
Uno de los testigos del banquete también reclamó protagonismo años después: el carballo más antiguo de aquel bosque, bautizado como “Árbore da Fraternidade”, se convirtió en Árbol del Año en España en 2022 y, tras una intensa campaña de promoción, alcanzó el segundo puesto en el certamen European Tree of the Year, llevando el mensaje de “Orde e fraternidade” del 2 de marzo de 1856 a toda Europa.