La ‘Estrella de Belén’ que señalaba el lugar en el que la tradición cristiana sitúa el nacimiento de Jesús, una lámpara de oro que permanecía colgada ante su sepulcro, documentos que recogen los primeros acuerdos para el paso seguro de peregrinos y una selección de algunas de las piezas de orfebrería cristiana y ropajes litúrgicos más importantes del mundo están desde este jueves a disposición del público en el Museo Centro Gaiás, el único punto en España en el que podrá verse la exposición internacional ‘Tesouros Reais. Obras Mestras do Terra Sancta Museum’.
La muestra, que ha abierto este jueves el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, exhibe las piezas “más asombrosas” del poco conocido tesoro artístico depositado en el Terra Sancta Museum de Jerusalén, compuesto por donaciones realizadas a lo largo de los siglos por las monarquías católicas más poderosas de Europa para garantizar su presencia en Tierra Santa, el favor de los Custodios y la seguridad de sus peregrinos.
A través de códices, objetos de orfebrería en oro y plata, vestiduras sacras y piezas cotidianas, ‘Tesouros Reais’ busca trasladar al visitante al origen de la tradición cristiana y al momento en el que Jerusalén constituyó un verdadero “centro del mundo”, que atraía la mirada de los reinos más poderosos.
Se trata, en palabras de la directora gerente de la Cidade da Cultura, Ana Isabel Vázquez, de un “viaje excepcional por nuestra historia” que “conecta de forma magistral dos ciudades de peregrinación” como son Jerusalén y Compostela.
Lo hace a través de algo más de 100 piezas “excepcionales”, 75 de ellas pertenecientes al Terra Sancta Museum, muchas de ellas difícilmente accesibles para el gran público y con hasta 400 años de antigüedad. Permanecerán en Santiago hasta el 4 de agosto.
Comisariada por Jacques Charles-Gaffiot, André das Neves Afonso, Esperanza Gigirey y Juan Manuel Buján, la muestra cuenta con 14 entidades prestatarias, tanto internacionales como gallegas. Además de numerosas autoridades civiles, a la inauguración han asistido autoridades eclesiásticas, entre ellas el nuncio del Papa en España, Bernardito Auza, y el custodio de Tierra Santa, Francesco Patton.
Lugar de nacimiento del cristianismo
‘Tesouros Reais’ se articula en torno a tres grandes bloques, que van desde el origen del cristianismo a los presentes con los que las casas reales europeas agasajaron a Tierra Santa en lo que se considera “el nacimiento de la diplomacia”.
Así, el discurso expositivo arranca con una visión de Jerusalén como “centro del mundo”, en el origen mismo de la tradición cristiana y de su relevancia internacional.
Entre los elementos más destacados en este apartado está la ‘Estrella de Belén’, una pieza de plata del siglo XVII destinada a marcar el lugar en el que la tradición cristiana sitúa el nacimiento de Jesús. En el Gaiás, esta estrella circular abre la exposición, ejemplificando que en este punto –simbólico y terrenal– tiene su origen toda la tradición cristiana que da lugar y sentido a la propia muestra.
Además, en el Museo se exhibe frente a un trozo de pavimento de mármol de la Gruta de la Natividad, datado de la época bizantina y retirado en 1860, donde se debía colocar la estrella. “Es la primera vez en una eternidad que pueden viajar juntos”, ha dicho el comisario Jaques Charles-Gaffiot.
Asimismo, destaca la presencia de un gran relieve de plata con una imagen de la resurrección, de más de 200 kilos de peso y originalmente destinada a ser colocada sobre la tumba de Jesús, una ofrenda del reino de Nápoles, datada de 1737.
Para cerrar la contextualización de estos ‘tesoros’, la exposición también incluye elementos cotidianos relacionados con la vida en el año cero, como una lucerna de arcilla o varias monedas.
Auge del cristianismo y primera diplomacia
Siguiendo con la historia de Tierra Santa, la muestra sumerge al visitante en el arranque del auge del cristianismo, con la promulgación del Edicto de Milán, en el 313, por el que Constantino el Grande concedió la libertad de culto a los romanos.
La construcción de la Basílica del Santo Sepulcro –que está en el Gaiás a través de una enorme réplica en miniatura, detallada tanto exterior como interiormente, realizada por Fray Bartolomé de las Heras– y el inicio de las peregrinaciones desde Europa a Tierra Santa protagonizan esta sección, en la que cobra especial relevancia la orden Franciscana como Custodios y guías en Jerusalén.
Desde Constantino el Grande hasta Suleimán el Magnífico, ‘Tesouros Reais’ da testimonio de documentos que recogen “las primeras muestras de diplomacia internacional”, aquella recogida en edictos y capitulaciones para permitir a los peregrinos europeos llegar a Tierra Santa y garantizar su seguridad.
Los tesoros reales
Es este elemento el que lleva al tercer bloque de la muestra, el central, compuesto por algunos de los tesoros con los que las casas reales europeas agasajaron a las iglesias y comunidades católicas de Jerusalén para mostrar su potencial y para proteger a sus fieles en una zona de conflicto.
Los ‘Tesouros Reais’ representados en la Cidade da Cultura abarcan regalos y ofrendas del Reino de España, del Reino de Portugal, del Reino de Nápoles y Dos Sicilias, del Sacro Imperio Romano Germánico y del Reino de Francia.
Entre las piezas más impresionantes está el baldaquino eucarístico que en 1754 mandó realizar Carlos VII de Nápoles para reivindicar el título de Rey de Jerusalén, compuesto de oro, lapislázuli y piedras preciosas, junto a un báculo con cruz de Jerusalén y una custodia que constituyen el conjunto de orfebrería más rico y excepcional recibido por la Custodia Franciscana de Tierra Santa.
Además, destacan dos lámparas, una realizada íntegramente en oro procedente de Brasil, llegada a Jerusalén en 1752 desde el Reino de Portugal; y otra, también de oro, donada por el Imperio Romano-Germánico para ser colgada ante el Santo Sepulcro. Fue recuperada entre los escombros en 1757, cuando los griegos ortodoxos destruyeron los altares y adornos que los franciscanos habían colocado en la Basílica para celebrar el Domingo de Ramos.
De la corona francesa, la muestra destaca, entre otras piezas, el báculo del Rey Sol, Luis XIV, adornado con pedrería y flores de lis, con el que el monarca trató de conquistar el favor de quien ostentaba el cargo de custodio de Tierra Santa.
En el caso del Reino de España, en la muestra puede verse un cáliz enviado por Felipe II a Jerusalén, que constituye uno de los objetos más antiguos asociados a un monarca que se conservan en Tierra Santa. La inscripción en su pie indica que fue donado en 1587. Además, destacan ricos ropajes litúrgicos elaborados en seda, hilo de oro y plata y perlas, ofrendados tanto por los reyes españoles como por otras casas monárquicas.