Emilia Pardo Bazán fue, con casi total probabilidad, la primera gran embajadora internacional del Encaixe de Camariñas: la escritora coruñesa, junto con otras ilustres de la época, confeccionó un dossier sobre los trabajos que realizaba la mujer en España en 1893 a petición de la Reina Victoria Eugenia. El objetivo de este texto era participar en la Exposición Universal de Chicago, un evento en el que las labores artesanales de la villa estuvieron presentes del 1 al 3 de octubre de 1893 gracias a su propuesta.
“Lo que son capaces de hacer, si se les dan buenos modelos y tiempo, esas humildes encajeras camariñanas, tostadas por la brisa marina, lo demostraron bien los ejemplares recogidos y enviados por el Sr. Pardiñas y ante los cuales se detuvo tan gratamente sorprendida la Reina”, describió Pardo Bazán en un texto que fue publicado en el artículo “La Exposición de Trabajos de la Mujer”, editado en el número 27 de la revista Nuevo Teatro Crítico.
“El encaje verdadero, hecho a mano, se cuenta entre las obras de arte”, apuntó la escritora, que añadió: “En encajes blancos, no vacilo en decir que se ha llevado la palma mi provincia, La Coruña. Yo deseaba mucho que no faltasen estas muestras de una gentil industria popular en la que destacan nuestras ribereñas, que, a diferencia de las famosas encajeras de Peniche, tan alentadas por el gobierno portugués, no tienen más estímulo que la escasa ganancia que pueden obtener de sus ágiles palillos, fabricando unas toscas puntillas que las damas elegantes desdeñan”.
Pocos años después, en 1896, la autora hizo otra referencia al encaje en un texto publicado en “La vida contemporánea”: “Una piel ordinaria es como un encaje mecánico: más valdría prescindir de ese falso y triste lujo”.
De este modo, parece evidente que Emilia Pardo Bazán fue, con casi total seguridad, la primera gran embajadora internacional del encaje de Camariñas, ya que permitió que el arte de las encajeras ‘cruzara el charco’ por primera vez de manera institucional.