En solo ocho años, el festival RESIS se ha consolidado como uno de los grandes encuentros de la música contemporánea en España y un referente creciente en Europa. Nació en A Coruña y su programación ha roto barreras estilísticas y geográficas, combinando conciertos, charlas, instalaciones y proyectos educativos que atraen cada primavera a un público cada vez más diverso y numeroso. Bajo la dirección artística de Hugo Gómez-Chao (A Coruña, 1995), RESIS se ha convertido en un laboratorio vivo para compositores, intérpretes y oyentes que buscan nuevas formas de escuchar y compartir la creación sonora actual.
Gómez-Chao hace balance de una trayectoria que ha llevado al festival a agotar entradas en casi todos sus conciertos, adelanta claves de su última obra «KARST» y explica cómo RESIS ha logrado ampliar sus horizontes más allá de Galicia, con paradas en Santiago, Madrid, Italia o Alemania. Además, deja entrever algunas pistas sobre la próxima edición, que promete seguir sorprendiendo a quienes se acercan a este crisol de la música de hoy.
— El festival RESIS tiene ya un recorrido de ocho años. ¿Cuál es el balance de su trayectoria y evolución a lo largo de este tiempo?
—Después de ocho años hemos crecido mucho. Empezamos siendo un festival muy pequeño y lo hemos ampliado en todos los sentidos: ahora contamos con una programación que abarca todos los géneros de la música contemporánea —desde solistas hasta orquesta—, un proyecto didáctico inclusivo, charlas y muchas más actividades. Es una programación ambiciosa, pero es precisamente gracias a ella que hemos logrado ampliar nuestro público, con más de 3.000 asistentes este año. Es una verdadera alegría. El festival se ha convertido en un punto muy importante de la vida musical en Galicia y en un referente en España y en Europa, algo que nos hace muy felices a todo el equipo.
— El festival ha vuelto a agotar entradas en casi todos los conciertos de esta edición. ¿Qué destacaría de la última entrega?
—Esta edición se ha centrado en dos de los grandes nombres de la música de los últimos setenta años: Wolfgang Rihm y Helmut Lachenmann. Hemos diseñado una programación que recorre la trayectoria de estos compositores a través de distintos géneros, poniéndolos en diálogo con obras del pasado y con nuevas piezas que hemos encargado especialmente para el festival. El objetivo principal de RESIS siempre ha sido mostrar la amplitud de la nueva música, abrir un espacio donde público, intérpretes y creadores puedan encontrarse durante un mes en A Coruña, escuchar juntos, emocionarse de distintas formas… en definitiva, hacer música.

— En la iglesia de San Domingo de Bonaval estrenaron «KARST», un encargo de la Embajada Española en Italia. ¿Cuáles son las claves de este proyecto y cómo lo ha recibido el público?
—«KARST» es un proyecto muy especial para mí. Nació de la colaboración que vengo desarrollando con la artista Raquel Buj desde nuestra estancia en la Real Academia de España en Roma y de nuestro interés común por la naturaleza. Es una obra para cuatro percusionistas y doce voces, construida a partir de diversos textos —poemas de Ángel Valente, fragmentos de Richard Wagner y del Libro de los Muertos— que crean un espacio acústico donde la escultura de Raquel aparece como si fuera el interior de una cueva. A través de la música y la escultura, el espacio empieza a transformarse: todo resuena lentamente, las voces, los metales… Todo vibra y se metamorfosea como un eco de voces de un sacrificio ancestral. Las voces se interrogan sobre lo que escuchan, se escuchan a sí mismas o a algo que proviene de otro lugar; mientras, la escultura tiembla contra la luz como si la iluminaran llamas. El público lo ha recibido con mucha curiosidad y emoción.
— Cada año la programación se expande más allá de A Coruña, y en esta ocasión llegará no solo a Santiago o Madrid, sino también a Italia y Alemania. ¿Cómo han logrado consolidar el festival en otros destinos y qué percepción tienen las audiencias en esos lugares?
— Creo que es fundamental que un festival como RESIS no se limite a un solo espacio, sino que busque siempre el diálogo con otras instituciones culturales. Más que crecer por crecer, se trata de favorecer ese intercambio y mostrar el trabajo que desarrollamos en Galicia en distintos lugares. La colaboración con la Real Filharmonía de Galicia, en Santiago, ha sido una experiencia maravillosa y estamos muy orgullosos de ampliarla a otras instituciones culturales gallegas y crear sinergias. La colaboración con el Círculo de Bellas Artes de Madrid, la Embajada de Italia o el festival de Rathenau en Alemania son oportunidades ideales para llegar a nuevos públicos, abrir nuevos oídos y compartir lo que hacemos aquí en A Coruña.
— ¿Han empezado ya a preparar la siguiente edición?
— Sí. Ahora mismo tenemos aproximadamente el 60 % de la programación cerrada. En los próximos meses terminaremos de perfilarla y, confío, seguiremos expandiendo el festival y sumando nuevas colaboraciones. No puedo adelantar demasiados detalles todavía, pero las personas melómanas sabrán que el número nueve en la música siempre tiene un significado especial.