De la combinación de humor, crítica social y teatro surge ‘Las que limpian’, una sátira que reivindica la lucha de las camareras de piso por derechos laborales dignos. Este colectivo, a menudo infravalorado, protagoniza la última obra de la compañía gallega A Panadaría, fundada por Areta Bolado, Noelia Castro y Ailén Kendelman.
La obra ha sido galardonada con varios premios María Casares, entre ellos los de Mejor Espectáculo, Mejor Dirección, Mejor Texto Original y Mejor Actriz Protagonista, consolidándose como uno de los éxitos recientes de la compañía. Las que limpian se suma a una trayectoria que incluye obras como Elisa y Marcela (2017), Panamericana (2015) y Pan! Pan! (2013). Además, el colectivo organiza actividades paralelas como mesas redondas, publicaciones sobre sus piezas y talleres interactivos.
En plena gira por España y Portugal, Ailén Kendelman, portavoz de la compañía, nos cuenta en esta entrevista cómo nació este espectáculo y los mensajes que esperan transmitir al público.
—¿Cómo y cuándo surgió la idea de crear esta obra?
—Nos encontrábamos en pleno confinamiento, en esa época en la que cada día, a las ocho de la tarde, todo el mundo aplaudía a médicas y enfermeras. Nos dimos cuenta de que nadie reconocía la labor de las limpiadoras, que también estaban expuestas entrando en las habitaciones de los hospitales y desinfectando los espacios. A partir de esa reflexión, decidimos trabajar en una obra que visibilizara a todas las mujeres, porque son mujeres en su mayoría, que limpian y que están tan invisibilizadas, tanto en momentos críticos como en el día a día.
Elegimos hablar de las camareras de piso porque nos interesaba mucho su movimiento, el de las Kellys, que tienen formas muy creativas de reivindicarse, como repartir escobillas frente al Congreso de los Diputados. Nos pareció admirable cómo lograron hacerse visibles en un contexto que constantemente las invisibiliza. Su lucha nos ayudó a focalizar y concretar mejor lo que queríamos contar.
—¿Y de dónde salen esas anécdotas que aparecen en la obra?
—Como ninguna de nosotras es limpiadora, aunque sí tenemos familiares que lo son, nos pareció imprescindible entrevistar a camareras de piso de diferentes lugares: Galicia, Madrid, Baleares, Canarias… Para nosotras era muy importante conocer cuáles eran sus reivindicaciones y problemáticas. También hicimos formaciones sobre economía feminista, porque nos interesaba entender cómo funciona el mundo desde una perspectiva económica que afecte directamente a estas mujeres.
—¿Qué os sorprendió más al conocer sus historias?
—Nos impactó descubrir que las problemáticas eran prácticamente las mismas en todas partes. Todas hablaban de la sobrecarga de trabajo, de ratios que les obligan a limpiar un número de habitaciones sin importar si se alargan más allá de su horario, de lesiones laborales que no están reconocidas como enfermedades profesionales… Además de los bajos salarios, la subcontratación y un trato personal que muchas veces deja mucho que desear. Escuchar eso de manera tan sistemática fue un golpe de realidad.
—La obra logra combina denuncia social y humor. Todo un ejercicio de equilibrio
—Lo más importante fue preguntarles a ellas qué querían ver. Las trabajadoras con las que hablamos nos proporcionaron muchos códigos para abordar este tema con comedia. Siempre tuvimos claro que no queríamos reírnos de ellas, sino de la situación, desde un punto de vista crítico y reivindicativo. El respeto era nuestra premisa fundamental.
—¿Cómo ha sido la recepción del público?
—La reacción del público está siendo muy buena. Las mujeres, sobre todo, se sienten muy identificadas con la obra. Muchas vuelven a verla y traen consigo a familiares o amigas que también se dedican a la limpieza, lo que nos llena de orgullo. Por su parte, los hombres suelen reflexionar más sobre su papel en las tareas domésticas y el tiempo que dedican a colaborar en casa.
— Los números y el éxito de crítica y público os avalan ¿Es vuestro gran éxito?
—Con esta obra logramos algo muy importante: fue nuestra primera coproducción con el Centro Dramático Nacional. Aunque la compañía ya estaba consolidada, esto nos permitió afianzar aún más esa solidez. Nos sentimos orgullosas de ser una compañía que, aunque reside en Galicia, puede presentar sus trabajos en escenarios de toda España.
—El teatro es, una vez más, un canalizador de conciencia social
—Sí, totalmente. El teatro es un altavoz que nos permite captar la atención del público durante 90 minutos. Para nosotras, tiene todo el sentido usar ese tiempo para visibilizar historias que suelen pasar desapercibidas o abordar problemáticas sociales que necesitan ser reivindicadas.
—Con esta gira y este éxito, ¿tenéis tiempo para sumergiros en nuevos proyectos?
—Ahora mismo estamos muy centradas en Las que limpian. Somos un equipo que trabaja con calma: en once años hemos creado cuatro espectáculos. Para desarrollar una nueva obra necesitamos un momento de pausa, algo que ahora mismo no tenemos porque estamos viajando constantemente.
—¿Cómo os gustaría que la obra influyese en el público?
—Queremos que aprendan a valorar un trabajo esencial y reflexionen sobre su poder como consumidoras. Es importante entender cómo funciona la economía y el impacto que tiene, por ejemplo, el turismo que practicamos. Pagar más por una habitación de hotel no significa que quien la limpia vaya a cobrar mejor. También buscamos que el público empatice con estas trabajadoras y reflexione sobre cómo las valoramos en nuestro día a día. En definitiva, queremos invitar a una reflexión más amplia sobre las injusticias del sistema y sobre lo que cada una de nosotras puede hacer para reconocer y respetar estos trabajos.