Reseña del documental ‘Bravú XXX’: ¡esto no va de morriña!

Cartel del documental

Sabíamos que el mes de noviembre vendría cargado de celebraciones por el 30º aniversario del movimiento bravú. Ya lo había adelantado en aquel reportaje dedicado a la historia de este género musical tan singular (podéis leerlo aquí): debemos estar pendientes de la agenda porque seguro habrá movida. Y tras vivir la experiencia del Festival Castañazo Rock —tan relevante en la génesis del bravú—, era necesario participar en ese homenaje en forma de documental titulado ‘Bravú XXX’. Producido por Nós Televisión y con guion de Ana Viqueira y Xurxo Souto, quien también actúa como conductor del relato, ‘Bravú XXX’ no es un estallido nostálgico, porque como bien se dice en los primeros minutos de la cinta, esto no es una efeméride de escaparate. Non, ho!

El documental comienza con el clásico grito del líder d’Os Diplomáticos de Monte Alto, Xurxo Souto: “Medre o bravú!”. Nos trasladamos a un estudio de grabación y un grupo musical formado por chicas jóvenes interpreta, en una nueva versión, un clásico bravú y himno del Xabarín Club, el ‘Estou na lavadora’ de la banda de Ponteareas O Caimán do Río Tea. Desde mi asiento, en la sala de vídeo del Edificio de Usos Múltiples de O Burgo (Culleredo, A Coruña), pienso: “¡Guau, esto empieza fuerte!”

Después de esta descarga rockera, Xurxo monta en el coche y percibimos cuál es el hilo conductor del documental. Va a visitar diferentes puntos de la geografía gallega antes del gran encuentro con los fundadores del movimiento allí donde todo comenzó, en la “taberna del sistema”, el Cabaleiro de Viana, aldea del municipio de Chantada. Porque en aquel rincón varias bandas fueron invitadas a una reunión fundacional, aprovechando la celebración del II Festival Castañazo Rock. Corría el año 1994. Fue Richi, miembro de la banda local Os Rastreros, quien les envió una carta con la propuesta. La mayoría de aquellos músicos no se conocían. Lo que vino después de aquella comida a base de cocido y bien regada con licores ya es historia de la música gallega.

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Algunos de los encuentros de Souto durante el documental

En ‘Bravú XXX’ la primera parada de ese viaje preparatorio es A Coruña. Souto camina por la calle de la Torre entonando la letra de una canción referida al barrio de Monte Alto, antes de entrar en la Sala Mardigras. Allí espera Paola Beiro de las Garotas de Ribeira, formación que difundió el bravú hasta Barcelona. Paola fue pionera del rap en gallego. Hablan con claridad esos versos tan suyos: “Nesta terra de mulleres que sementan berberechos na ribeira e patacas na eira”. Después de charlar sobre el movimiento, Paola regala a Souto una pandereta, para que la lleve al encuentro de Chantada. Terminan tocando una pieza: ¡Maruxa!

En Coruña Souto tiene otros encuentros musicales. En una terraza, Nuno Pico de Grande Amore intercambia unas palabras con él. Pico recuerda cómo de joven no tenía mucho interés en el bravú, aunque aparecía en sus libros de música y era un género bien reconocido. Fue gracias al grupo Skornabois, paisanos de la Mariña como él, que comenzó a valorar la vanguardia que trajo el bravú a la música gallega.

Siguen las visitas en A Coruña. No podía faltar el saludo al líder de Radio Océano, Xosé Manuel Pereiro. Esta banda, junto con Os Resentidos y Siniestro Total, fueron precursores del movimiento bravú. En el local A Buserana, Pereiro y Souto recuerdan aquel concierto en Lyon, invitados por Manu Chao, al que asistieron subidos en un Castromil y en el que la estrella indiscutible fue la señora Xosefa, Josefa de Bastavales, pandereteira. Sobre la mesa Pereiro muestra los cuatro números de la Revista Bravú, una iniciativa rebelde que ya había tenido toda una declaración de intenciones en la portada y en los propios contenidos del primer número, “Selección xa!”. Ambos músicos concuerdan en que hay que llevar la revista al encuentro de Viana. Y terminan, como no, cantando ‘Como o vento’.

 

En el estudio A Casa do Rock, con el encuentro con María Xosé Silvar, cantautora conocida como SÉS, Xurxo va a introducir un nuevo elemento en el relato: el de los hijos del bravú y la generación Xabarín. Sés y Souto disertan sobre la importancia del idioma en el movimiento y su idiosincrasia. Se pensaba que la lengua gallega era para el folk y poco más. Y con el bravú, en una verdadera actitud punk, se demostró que se podía molar haciendo música —¡y encima rock!— en gallego, superando lo que ella llama autoodio. Sés admira el eclecticismo d’Os Diplomáticos, a quienes compara con The Clash. Y destaca que en el bravú no había pose. Regala a Xurxo una corneta, para que no falte ese sonido tan característico en la reunión de Chantada.

El vehículo de Souto, ahora sí, cambia de rumbo. Muchos kilómetros en dirección sur porque la siguiente parada es Vigo. Otros hijos del Xabarín, los Vacalouras de Teis, esperan en la sala Artik. Se proyectan los carnés de socios de Victor y Xosé Luis, antes de reflexionar sobre los tabús que rompió el bravú. Fueron tres: que el gallego no sirve para el rock, que el rural y el urbano son dos mundos separados, y que Vigo y Coruña deben odiarse mutuamente. Entonan todos juntos el gran himno vigocoruñento de la Banda Bravú Shangai, después de entregarle como regalo el cartel de la alcaldía de Teis. Que vivan los barrios, en definitiva.

 

Fotos de la reunión fundacional en 1994

Bravú fue ska, fue punk, fue rock, fue orquesta, fue verbena… Cuántos grupos gallegos en la actualidad hacen de la fusión su estandarte. Treinta años antes ya lo había hecho el bravú.

Y así, llega, por fin, el encuentro con los fundadores. Souto entra en la villa con la banda sonora d’Os Rastreros para recordar aquel II Castañazo Rock en el que se encontraron cerca de una docena de bandas. En la puerta del Caballero de Viana espera Richi. Descargan del maletero los regalos y entran en el establecimiento. En mi asiento, ahora, siento una inmensa emoción: voy a ver cómo es por dentro esa taberna tan especial. Antón de los Papaqueixos, Benxamín de los Impresentables de Vimianzo y Rafa d’O Caimán do Río Tea están listos para la celebración.

 

La reunión en la taberna 30 años después

Comenta Richi que para fundar un movimiento auténtico, había que reunirse en un lugar auténtico. La taberna del sistema fue el lugar adecuado. Y Souto destaca la importancia de que el bravú naciese en la aldea, y no en una asamblea universitaria en Compostela o en una gran ciudad como Coruña o Vigo. Benxamín recuerda cómo llegaron a llenar pabellones. Pero el bravú es la antítesis de la morriña, es rebeldía, es abrir caminos diferentes. Toca brindar. Se sirven unos vinos y cantan. Afuera, se monta una fiesta. ¿Qué canciones suenan? ‘Ghaiteiro’ y ‘Estou na lavadora’. Himnos bravús. Historia de la música gallega.

Para terminar, el propio bravú, mirando al futuro, habla a través de las palabras de Souto: “futuras generaciones, ¡salid del surco!” Y una voz en off recuerda que “nadie puede parar nuestra historia”. Y ahora yo respiro con dificultad en el asiento. Puf… Vaya dos cañonazos para despedirnos de la proyección mientras el conserje de la sala enciende las luces. Dan ganas de aplaudir, dan ganas de gritar. Por vergüenza no lo hago, pero por dentro: ¡medre o bravú!

Y claro, llego a casa y no puedo evitar escribir esta reseña…

 

Viviendo la experiencia del Castañazo 30 años después

‘Bravú XXX’ se estrenó la última semana de octubre, cómo no, en Chantada. Y durante el mes de noviembre va a ser proyectado en diferentes municipios de la provincia de A Coruña gracias al patrocinio de la Diputación provincial. Pero también en muchos otros puntos de la geografía gallega. En algunos casos, con fiesta garantizada, como en el Culturgal de Pontevedra o en el Teatro Colón de A Coruña. Permaneced atentos a las fechas. Vale (mucho) la pena.

 


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