Vello Cárcere de Lugo: de la represión a símbolo de la memoria democrática

El Concello de Lugo cuenta con el apoyo del secretario de Estado para que la instalación sea reconocida como Lugar de Memoria Democrática
Imagen del interior del Vello Cárcere
Imagen del interior del Vello Cárcere

El alcalde de Lugo, Miguel Fernández, ha recibido este miércoles al secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez, en el complejo del Vello Cárcere. En esta visita, el regidor ha mostrado el resultado del proceso de rehabilitación integral de este inmueble histórico y, al mismo tiempo, ha presentado formalmente su candidatura para ser reconocido como Lugar de Memoria Democrática.

Fernández lo resume con contundencia: «El Vello Cárcere es mucho más que un edificio recuperado: es una referencia de la historia de nuestra ciudad y un espacio que habla del compromiso de Lugo con la memoria y con los valores democráticos». Según el regidor, la iniciativa «no es solo un trámite administrativo, sino una manera de reconocer la verdad y dignificar la memoria de todas las víctimas de la represión».

De los ideales del siglo XIX al horror de la dictadura

Diseñado en 1878 por el arquitecto Nemesio Cobreros y Cuevillas e inaugurado en 1887, el Vello Cárcere fue la segunda “Cárcel Modelo” de España, inspirada en el ejemplo madrileño y en el concepto panóptico de Jeremy Bentham. Su planta semicircular permitía controlar visualmente a los presos desde un punto central, en un recinto de 40 por 35 metros rodeado de muros y garitas de vigilancia.

Nació con un objetivo modernizador: espacios separados para hombres y mujeres y condiciones más dignas que las de las viejas prisiones. Sin embargo, ese ideal se desmoronó con la Guerra Civil. Entre 1936 y 1940, según la historiadora María Jesús Souto, pasaron por el edificio unas 5.000 personas por motivos políticos.

El centro, diseñado para 140 internos, llegó a superar el millar. El frío, la humedad, el hambre y los malos tratos marcaron la vida de quienes lo habitaron. Entre ellos, figuras como el doctor Rafael de Vega, médico progresista fusilado en 1936. Hoy, el listado de represaliados, digitalizado por el Ayuntamiento, da rostro y nombre a aquel pasado.

Del abandono a la recuperación

La prisión se mantuvo en funcionamiento hasta 1981. Cerrada como centro penitenciario, acogió distintas dependencias municipales, entre ellas la Policía Local y Protección Civil. No sería hasta 2009 cuando comenzó el proyecto de rehabilitación integral, enmarcado en el Plan Urban y cofinanciado por la Unión Europea, el Ayuntamiento y la Diputación.

En 2012 se trasladaron los últimos servicios municipales y, tras un proceso con retrasos, las obras avanzaron con la incorporación de una ventana arqueológica para mostrar una cámara funeraria hallada en la zona. El reto era claro: devolver la vida al edificio sin borrar su huella histórica.

2017: la reapertura como centro cultural

El 30 de marzo de 2017, el Vello Cárcere abrió sus puertas como centro sociocultural. Desde entonces acoge conciertos, ciclos de cine, conferencias, presentaciones de libros y visitas guiadas. Ese mismo año se inauguró una triple exposición que marcaría su rumbo: De la guerra a la posguerra, centrada en los presos políticos; Desde el panóptico, con intervenciones artísticas en las celdas; y Rojas, dedicada a las mujeres antifascistas represaliadas.

La entonces alcaldesa, Lara Méndez, subrayó que era imprescindible convertir el lugar «en un espacio de memoria, ligado a su historia y a las memorias de las víctimas». La reapertura tuvo un éxito inmediato: solo en la Semana Santa de aquel año pasaron por el centro más de 1.500 personas, y en su primer aniversario había superado los 100.000 visitantes.

La memoria como proceso vivo

Con el tiempo, el Vello Cárcere se consolidó como un espacio de recuerdo y participación ciudadana. En 2021 se puso en marcha el programa A TÚA MEMORIA, por el que familias de represaliados donaron documentación personal para incorporarla a los fondos del centro. Parte de ese material forma hoy parte de la exposición permanente, que recrea las condiciones de la posguerra a través de objetos, cartas y testimonios.

Al mismo tiempo, el edificio se convirtió en escaparate artístico: las antiguas celdas acogen exposiciones contemporáneas, residencias creativas y actividades abiertas a la ciudadanía. Un lugar antes marcado por el silencio y el sufrimiento se transformó en espacio de diálogo entre historia, cultura y memoria.

Un paso hacia el reconocimiento estatal

La visita del secretario de Estado, Fernando Martínez —historiador y uno de los principales especialistas en republicanismo español y represión franquista—, ha reforzado la candidatura del Vello Cárcere e impulsado su inclusión en el registro estatal de lugares de memoria, pues Martínez ha mostrado su satisfacción por el resultado del proceso de rehabilitación de las instalaciones.

De conseguirse, Lugo se situaría como referencia en la preservación de la memoria histórica en España. «Lugo tiene el deber y la voluntad de conservar este espacio como testimonio vivo de lo que nunca debe repetirse», afirma el alcalde, quien insiste en que «cada actividad que se organiza en el Vello Cárcere es una llamada a recordar y a construir una sociedad más justa y más libre».

Fernández concluye que este reconocimiento «es también una oportunidad para proyectar a Lugo en el ámbito estatal como una ciudad que defiende su historia y que apuesta por la memoria democrática como parte de su presente y de su futuro».

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