Javier Villaverde Penide es santiagués de nacimiento, criado en el casco antiguo de la capital gallega, y a sus 78 años se ha decidido materializar su sueño al escribir su primer libro, una aspiración que ha albergado desde siempre. Una novela apasionante titulada “El asesino de la rectoral” que está a la venta desde enero de 2024.
El autor novel reflexiona sobre su infancia, caracterizándose a sí mismo como alguien reservado. Atribuye a esta timidez una ventaja única: la capacidad de observar minuciosamente los “eventos que ocurrían a su alrededor.” Esta inclinación le brindó la oportunidad de desarrollar una aguda capacidad analítica en relación con las personas y sus comportamientos.
Villaverde, que a lo largo de su vida no ha tenido vinculación alguna con el mundo literario, sostiene que su inclinación hacia la introversión le otorgó una “psicología innata”. Una habilidad para entender las cosas que ahora aplica en la construcción de los arcos de los personajes, en sus motivaciones y conflictos internos y externos, que van sorteando misterios a lo largo de este thriller que tiene como personaje principal un médico.
Por otro lado, el hecho de que el autor fuera criado en una educación nacionalcatolicismo, como “corresponde en la época”, y que su madre se quedara viuda cuando él contaba con la corta edad de 4 años hizo que tuvieran que hacer “filigranas” para poder mantener a su hijo en una posguerra y que se criara en un entorno femenino que facilitó que fuera desarrollando una sensibilidad especial para percibir detalles de la naturaleza humana.
“Eran tiempos difíciles”, relata,”en los que se hacía complicado salir adelante”. Así, con gran maestría, el autor fusiona meticulosamente todos estos elementos que fue tejiendo con destreza para dar vida a la novela. En este proceso creativo, la imaginación también desempeña un papel crucial, otorgando un toque distintivo y enriquecedor a la trama.
Una trama que se desarrolla en un pueblo ficticio de Galicia durante los años 80 en la que este médico se ve inmerso en diversas situaciones difíciles que lo llevan a “conocer a otros personajes con los que establece relaciones”. A medida que avanza las páginas, la narrativa sugiere sutilmente la posibilidad de que cualquiera de estos personajes pudiera ser el responsable de un misterioso asesinato.
El autor atribuye su impulso para escribir una novela a su ferviente pasión por contar historias, una pasión que se ha arraigado en su devoción por la lectura. Confiesa que es un ávido lector de clásicos de la literatura contemporánea, desde obras como “Matar a un ruiseñor” hasta joyas atemporales como “Don Quijote”, que ha leído hasta en tres ocasiones.
Sobre la pregunta de si piensa escribir una segunda novela, cuanta que ya se encuentra documentándose en relación a un tema muy gallego: “Tengo la idea de hacer un libro sobre la historia de un indiano, que según el testimonio de una tía mía podría haber sido mi tatarabuelo”, adelanta. Este hombre vuelve de Cuba con una gran fortuna pero por la mala gestión de un tercero perdió toda la fortuna que habría amasado en los ingenios de azúcar gracias, en buena parte, al trabajo esclavo.