Jon García: “¿Para qué te vas a ir de un sitio si estás feliz?”

El central vasco del Racing de Ferrol es ambicioso y sólo piensa en seguir peleando hasta el final
Jon García se ha convertido en el mariscal de la zaga Racinguista | RAÚL LOMBA
Jon García se ha convertido en el mariscal de la zaga Racinguista | RAÚL LOMBA
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Jon García Herrero (Bilbao, 1991) es uno de los buques insignia del barco que comanda Cristóbal Parralo. El jugador vasco cumple cuatro años en el Racing de Ferrol y está firmando una de las mejores temporadas de su carrera. El ‘Káiser’ ha tenido que remar muy duro para llegar al fútbol profesional después de sufrir sendas roturas del ligamento cruzado en cada pierna. Muy competitivo, reconoce que no le gusta perder “ni al futbolín”. Tipo humilde, sencillo y muy trabajador, tiene un objetivo claro: seguir logrando objetivos con el Racing.

—Gran temporada con muchos minutos disputados, ¿qué balance haces?
—Sobre el fútbol, y en general sobre la vida, pienso que a la gente que cree y que trabaja, al final, afortunadamente, le llegan las cosas. A mí me está llegando ahora. La vida me ha pagado con el ascenso del año pasado, disfrutando de minutos y del equipo en esta categoría. Es de bien nacido ser agradecido y lo único en lo que puedo pensar es en seguir igual y en mejorar mi rendimiento. Quedan pocos partidos para junio y lo más bonito es ser ambicioso y quedar lo más arriba posible.

—Te valoran como uno de los mejores centrales de la categoría, ¿estás en el mejor momento de tu carrera?
—Sí, creo que sí. Independientemente de los comentarios, para nada me lo creo. Obviamente, a cualquier persona trabajadora le gusta que reconozcan su trabajo, pero yo sólo intento hacerlo lo mejor que puedo y no desperdiciar los minutos que me da el míster. A mí me ha costado mucho llegar hasta aquí, he estado muchísimos años peleando y lo que no quiero es dejarme ir por la corriente por haber conseguido la permanencia. Lo más honesto es seguir peleando hasta el final.

—¿Cómo defines al Jon jugador?
—Mi juego refleja un poco lo que soy como persona y como ha sido mi vida, de trabajar, de estar en el barro, de tragar mucho y al final, recoger lo que he sembrado. Estoy supercontento, superagradecido y me siento superquerido.

—Tanto trabajar en el campo y casi siempre con David Castro a tu lado, ¿cómo veis esa pareja que hacéis?
—A diferencia de Clemente o Álex Martín, que solo los conozco de este año, aunque también creo nos hemos integrado y nos entendemos muy bien, con Castro ya son tres años jugando. Nos conocemos muy bien, hay demasiada confianza y sabemos lo que hace el otro sin mirarnos. Estoy encantado de jugar a su lado, creo que estamos a buen nivel, pero que todavía podemos dar muchísimo más.

“No podemos regalar minutos, hay gente que falta al trabajo, que da igual donde juguemos que siempre está ahí”

—Después de volver a una dinámica positiva, pasa lo de Amorebieta…
—Te quedas con muy malas sensaciones porque al final perdemos por demérito nuestro. En esta categoría, cuando no sales igual de intenso y concentrado que el otro equipo, da igual el puesto que tengan en la tabla, te pasan por encima. No podemos tirar tantos minutos por la borda porque ya hayamos conseguido los 51 puntos. Hay que hacer autocrítica y hay que poner un poco más cada uno. No hay que hablar tanto y hay que trabajar mucho más.

—¿Te da la sensación de que la gente se olvida un poco de lo que conseguisteis en la primera vuelta?
—Las cosas van cambiando, los rivales se refuerzan y suben el nivel y es una competición muy exigente que te hace estar al 200. En cuanto bajas un poco el ritmo y no tienes suerte, los resultados ya no te acompañan. La derrota ante el Amorebieta nos baja un poco el pecho que podíamos haber sacado cuando escuchas a la gente decir que si somos el equipo revelación, que si nuestros jugadores destacan… Cuando vas un poco con ese pensamiento, ocurren estas cosas. Simplemente, hay que darle una vuelta de tuerca y no volver a salir así, ni en casa ni fuera. En La Malata, con nuestra gente es muy diferente, pero fuera tampoco podemos regalar minutos porque hay gente que viaja, que falta al trabajo y que le da igual donde juguemos, que siempre está ahí. Primero por nosotros, por la camiseta que defendemos, por el club, por la ciudad y obviamente, por ellos que se merecen que el equipo lo dé todo y que nunca, nunca haya una falta de actitud.

—Hablando de actitud, ¿qué le dirías a la gente que duda de ese compromiso?
—Al final, el deporte que hacemos te incita a eso. Cuando tienes buenos resultados eres el mejor y toda la gente está comprometida y cuando no salen las cosas ya empiezan las dudas y las críticas. Estamos en el ojo, es lo que hay, el fútbol es lo que es. Las dudas hay que echarlas fuera porque hemos dado motivos de sobra para que la gente, cuando vengan malos momentos, esté con nosotros. No tenemos ninguna duda de que la afición siempre va a responder, pero sabemos que nosotros también tenemos que poner mucho más de nuestra parte y no podemos creernos que solo por habernos salvado, nos va a apoyar. Esto es una comunión de unos y de otros y hay que ir de la mano. Los dos tenemos que dar para recibir.

“Todo no es el dinero, puedes irte a otro sitio cobrando seis veces más pero igual no eres tan feliz”

—En relación con la afición, el racinguismo ha crecido mucho, ¿cómo has vivido tú ese cambio?
—Gente como Álex López, Pumar o Diego Rivas en su momento, son gente que lo ha experimentado muchísimo más. En los cuatro años que lo he vivido yo, el crecimiento ha sido alucinante para el club y para la ciudad. Es increíble como las nuevas generaciones se han sumado al racinguismo y como ves a niños pequeños, y no tan pequeños, con ese sentimiento racinguista, con sus camisetas y con sus banderas. Por la ciudad, la gente es encantadora, te paran para sacar fotos y te animan y te apoyan. A mí me encanta que con tan poco que hacemos, hagamos feliz a la gente. Eso es lo mejor que puede haber en la vida. Al final, no hacemos nada del otro mundo, simplemente salimos a un campo de fútbol e intentamos hacer nuestro trabajo lo mejor posible. Que la gente esté feliz con eso es un sentimiento de felicidad.

—Eso de que te paren por la calle… siempre dices que eres introvertido, aunque tus compañeros de vestuario dicen que es todo fachada y que te encanta, ¿tú qué dices?
—(Risas) Lo llevo muy bien. Me gusta que la gente reconozca mi trabajo y que me apoye porque soy una persona que intento dejármelo todo en el campo. Me siento superquerido y superagradecido de que la gente me pida fotos, autógrafos o lo que quieran. Nunca hay que decir que no. Los ‘capuyos’ de mis compañeros hacen cualquier cosa por meterme caña (risas), pero, en general, todos lo hacemos y nos vacilamos. No pasa nada, el grupo es excelente, somos una piña y el ambiente en el vestuario es increíble. Sí que es cierto que el carácter que tengo en el campo no es el que tengo fuera. Fuera me gusta estar tranquilo y con los míos, creo que eso es lo más importante. No pasa nada por pasar desapercibido. Pero obviamente, es una ciudad pequeña, estás en un momento en alza en el club y es normal que la gente te reconozca.

—Se te ve muy bien en Ferrol, ¿tú cómo te sientes?
—Estoy cómodo porque al final la gente me ha hecho estar cómodo con el sentimiento de pertenencia que se ha desarrollado. Me he integrado bien en la ciudad, me acogió bien en su día, me demostró su cariño y digo yo “¿para qué te vas a ir de un sitio en el que estás feliz?”. La felicidad no es cobrar millones y millones, la felicidad es que cuánto menos necesites es cuánto más ganas. Estoy feliz en Ferrol, en el Racing y con el racinguismo y me gustaría seguir muchísimos años más de verde.

—¿Y si te llega un contrato gordo?
—No sé nada, no sé si hay equipos interesados, ofertas o lo que sea. Estoy centrado en lo que tengo que estar, que es el Racing. Ser profesional va mucho más allá de pensar en otras cosas. Tengo contrato hasta junio y estoy feliz en Ferrol. A partir de esa fecha, lo que tenga que hablar se hablará. Tengo una fantástica relación con Carlos Mouriz desde hace 10 años, sobran las palabras y cuando haya que hablar seguramente no habrá problema. Todo no es el dinero, uno también busca equilibrio y estabilidad, creo que es lo más importante. Puedes irte a otro sitio cobrando tres, cuatro, cinco o seis veces más, pero igual no eres tan feliz, ¿merece eso la pena ya a estas alturas?

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