La argentina, aunque ferrolana de adopción, Camila Alonso está acostumbrada a romper barreras. Lo hizo con la que ha sido su gran pasión y su oficio durante muchos años, el triatlón. Cuando todavía era un deporte minoritario, incluso entre hombres, ella y su hermana Melina comenzaron a acaparar titulares de prensa gracias a sus éxitos deportivos, tanto con el mono del triatlón Ferrol como con el de la selección española. Ahora, alejada de la competición de élite, busca realizar otro de sus sueños, aunque este haya sido “un poco más tardío”: ser bombera. Reconoce que no es algo puramente vocacional. De hecho, comenzó a estudiar fisioterapia, pero no acabó de convencerla. Después pasó lo mismo con la Publicidad. Hasta que un día, en una de las tantas conversaciones con su hermana sobre la vida y el futuro, se dio cuenta de que “eso era lo que quería ser”. Una profesión dura, arriesgada, con un gran componente físico. Pero es precisamente eso lo que le apasiona a esta atleta. “Es justo el tipo de trabajo que buscaba. Además de los valores que tiene la profesión en sí”, asegura.
Aunque vuelve a Ferrol siempre que puede, ya que es aquí donde vive su familia y están sus amigos, ha decidido emprender esta nueva aventura en Valencia, donde reside desde hace un tiempo. “Mi intención es opositar para el consorcio de Valencia, donde hay actualmente una o dos mujeres y en la academia en la que me preparo somos cinco chicas”. Esa es la realidad de la profesión. De hecho, Son únicamente cinco las bomberas que ocupan algún puesto en los parques de bomberos de Galicia. A nivel nacional trabajan un total de 20.041 bomberos, de los cuales tan solo 168 son mujeres, de forma que representan apenas el 0,83 por ciento del conjunto, según datos de la organización SerBombera.com.
No cabe duda de que la exigencia de las pruebas físicas, tanto para hombres como para mujeres, decanta en muchas ocasiones la balanza de aquellos que aspiran ocupar un puesto en las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, ya que son más accesibles para Policía o Guardia Civil. “Actualmente las pruebas para ser bombera se han adaptado y ponderado para las mujeres, pero hasta hace no mucho tiempo se nos exigía los mismos tiempos y resultados”, explica Camila. Aunque ella sabe que las pruebas físicas no serán, a priori, un problema: “En realidad parecen hechas para una triatleta. Con los tiempos que exigen y los que yo manejo como atleta, tengo asegurado un 10 en casi todas”. Solo hay una que se le resiste, reconoce entre risas: “subir por la cuerda es un horror. Es lo que más estoy entrenando”. Este es uno de los exámenes más difíciles de superar, y el que más descalificaciones de aspirantes causa en cada convocatoria. Consiste en trepar por una cuerda de 7 metros, hasta una altura de por lo menos 5,5 metros, en solo 12 o 15 segundos, en el caso de las mujeres.
Asegura Camila Alonso que “las mujeres estamos demostrando que hacemos las mismas funciones que un hombre, y que se debe de trabajar en equipo, no solo las mujeres, los hombres también. Sé que cuando salga a una emergencia tendré un equipo y formaré parte de un equipo. Yo estaré para mis compañeros y ellos para mí”. En su experiencia personal, afirma con rotundidad que jamás se ha sentido discriminada por ser mujer. “Obviamente en mi entorno más cercano el apoyo es máximo, pero también con los compañeros de la academia creo que todas nos sentimos apoyadas”. Aunque no es ajena a algunas creencias que todavía existen en algunos sectores de la sociedad. ¿Quién no ha escuchado decir eso de ‘si me tiene que sacar esa de un incendio lo llevo claro’? “No me afectan en absoluto esos comentarios, no me influyen en ningún sentido, no me motivan ni me desmotivan. Simplemente me dan igual. Sé que soy muy capaz”.