“Eu xa estuven a punto de morrer unha vez, agora non vou quedar calada”

Noelia Míguez recibió ocho puñaladas de la que fue su pareja. Ahora, como superviviente de violencia de género, cuenta su historia y reclama penas más duras y mayor educación

El 19 de junio de 2015 marcó la vida de Noelia Dorinda. La que entonces era su pareja la intentó asfixiar y le asestó ocho puñaladas. Desangrándose, escapó a la casa de un vecino y pidió ayuda. Ahora, siete años más tarde, lo califica como “o mellor que me puido pasar”, pese a que, incluso tras esa agresión, le costase abrir los ojos a lo que estaba viviendo. 

“A min o que me preocupaba no hospital é onde estaba el, que estivera ben, que tiña que estar cuidando de min, que eu non iba contar nada. Eu estaba a punto de morrer, pero ao final o que me preocupaba era el”, explica. La joven, de Boqueixón, llevaba tres años inmersa en una relación de maltrato psicológico, pero ni sus allegados ni ella misma habían podido ver las señales de alarma. 

“A miña historia empezou con 19 anos, e ao comezo todo iba ben. Era un chico da aldea do lado simpático, generoso e maravilloso”. El cambio fue gradual. Empezó con las críticas a la comida que ella tomaba, continuó con sus compañeros de clase y lo siguiente fueron sus amistades. “Cando ibamos por ahí, decíame que mellor unha ensalada que un sandwich mixto. Que a roupa non me quedaba tan ben e que iba de moderna de máis. Eu vía solo o que el me dicía e pensaba que se preocupaba por min. Cando a parte psicoloxica se lle foi facendo pequena, porque eu me rebelaba ou lle contestaba, pasou a física”. Cuenta que la primera vez, le escupió y que las agresiones solo aumentaron. Además, con la excusa de mirar por su bien, había muchos sitios a los que ella no podía ir. “Botei tres anos con este tipo, botei tres anos pedindo perdón”, resume consternada.

La agresión final, aquella que la dejó en la UCI, le abrió los ojos a los de su alrededor, pero a ella aún le llevaría meses asumir como estaba siendo maltratada. “A policía, as psicólogas e os avogados molestábanme. Que non me fixo nada, deixádeme tranquila”. Por su experiencia personal, explica que la violencia de género es muchas veces invisible  “porque as mulleres maltratadas facemos un traballo moi grande para que non nos pillen porque senón vanme castigar”. Su familia y amistades no tenía ni idea de la situación que estaba viviendo y cuenta que una de sus mejores amigas aún le está pidiendo perdón, aunque “non ten nada que pedir”.

 

Miedo a salir de casa cuando le dan un permiso

Su historia empezó a llegar a los medios y lanzó un mensaje de ayuda en redes sociales. Su agresor fue condenado a diez años de prisión, pero hace un año, cuando se le concedió su primer permiso, él volvía a Santiago, tan solo a diez minutos de la casa de ella y Noelia tenía miedo.  Insiste en que la orden de alejamiento es tan solo un papel y que ambos lleven una pulsera que notifique a las autoridades si se rompe esta orden, que considera insuficiente. 

Su receta, para solucionar esta problemática tan común, la educación y la ley. “Que mates a unha persona e estés aos 10 anos fora, significa que a vida dunha persoa é moi barata. Se teñen fillos, que nunca máis podan ter a custodia e prisión permanente revisable”, demanda. 

La importancia de reconocer las señales

Ha decidido usar su historia personal para concienciar y ahora da charlas en centros educativos. Afirma que aún queda mucho trabajo por hacer en materia de igualdad y que las redes sociales han añadido una capa de dificultad a la problemática. “Mi novio sí que me mira el móvil, pero porque me quiere é unha frase que aínda escoito a miúdo e que me da moito medo. Teñen o tema dos celos aínda metido e non entenden que se é o teu mozo, te pode violar”, explica la joven. 

Los recursos a los que acudir en caso de que conozcan o sean víctimas de una situación de violencia de género es otra de las herramientas muchas veces desconocida. “Un chico faloume despois por Instagram e díxome que pensaba que a súa nai estaba vivindo algunhas das situacións que describía e pregutoume qué podía facer. Os CIMs están ahí, pero moita xente non os coñece”.

Para que su testimonio llegase más lejos, Noelia ha sacado el libro ‘Ocho señales. Cuestión de vida o muerte’ con la periodista Patricia Calveiro. “Gustaríame que chegase ás mulleres que están vivindo algo así, ou ás familias que teñen fillas adolescentes. Que chegase aos políticos e non reducisen penas, pero que tamén abra os ollos á xente que critica e que moitas veces non o entende ata que lle toca de cerca”. 

¿Su mensaje final? “Hai que loitar por esto, pedir axuda e non se pode ter vergonza. Temos que ofrecela e temos que ser personas”, remata.

 

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