La de Pablo Campos (Ginebra, 1979), vigués e hijo de emigrantes gallegos en Suiza, es la historia de un trabajador del siglo XXI y adaptado a los tiempos: tras iniciar su carrera y dedicar quince años al trabajo en grandes multinacionales, decidió tomar todo lo aprendido y lanzarse al mundo del emprendimiento, poniendo en marcha y dirigiendo diferentes start-ups.
A partir de su experiencia tiene claro que el emprendedor «ni nace ni se hace, se contagia», pero que no hay una receta infalible: no es necesario tener experiencia previa o formación, sino que la clave está en formar un equipo que combine diferentes visiones, pero siempre con motivación, pasión y talento.
«La experiencia siempre es interesante y te da un bagaje para afrontar los retos, pero no es imprescindible: quizás haber estado en una gran empresa te puede condicionar con respecto a alguien que llega fresco; no creo que sea mejor haber trabajo allí o allá, creo en la combinación, en combinar la experiencia con las ganas, que son innegociables», explica Campos.
De las multinacionales al emprendimiento
Nacido en Suiza e hijo de emigrantes gallegos, Pablo regresó a Vigo con su familia en la adolescencia. Sus primeros años profesionales transcurrieron en el mundo corporativo, donde trabajó en empresas como Comunitel, Tele2, Vodafone y Telefónica, liderando equipos de ingeniería de ventas a nivel global. También pasó por Google, donde estuvo involucrado en el desarrollo de Street View, y por Stellantis, donde asumió diversas responsabilidades estratégicas.
A pesar del éxito trabajando para estas grandes multinacionales, en 2015 tomó una decisión clave: regresar a Galicia y adentrarse en el mundo del emprendimiento. “Mi propósito era lanzar un proyecto propio, llevar todo lo aprendido en mi trayectoria y aplicarlo a la creación de algo nuevo”, recuerda.
Un camino lleno de retos
Su primer gran reto fue la start-up UMS, una compañía viguesa de motos eléctricas de tres ruedas, que partió de una simple patente y un prototipo. “Era como en Google: rodearse de un equipo de primer nivel y enfrentarse al desafío con ilusión”, explica. Tras esa experiencia, asumió el rol de CEO en Xesol Innovation, una empresa especializada en inteligencia artificial para movilidad, donde lideró su transformación estratégica y su análisis de salida a bolsa.
Posteriormente, se embarcó en un desafío completamente distinto: la biotecnología. Junto con científicos de primer nivel, fundó una compañía dedicada a la hipertensión arterial resistente. “No tenía experiencia en salud, pero me pareció un reto fascinante”, comenta. A pesar del reconocimiento recibido, incluido un premio a nivel europeo, la empresa no pudo seguir adelante y tuvo que cerrar, un desenlace común en el ámbito de la investigación médica.

En 2021, se incorporó al centro de investigación AtlanTIC en Vigo, donde dirigió el desarrollo de Celia, un asistente de inteligencia artificial para la conversación con personas mayores. “Fue antes del boom de ChatGPT. Queríamos combatir la soledad no deseada y el proyecto tuvo una gran acogida”, explica. En 2024, cedió la dirección ejecutiva a otro profesional, manteniéndose en el consejo de administración.
Paralelamente, asumió el cargo de CEO de MasterChef World, la división digital de la popular marca —que llega más de mil millones de usuarios— gestionando su explotación a nivel global. Tras la venta de la compañía, hoy se encuentra en una fase de reflexión, analizando cuál será su próximo desafío. Lo que sí tiene claro es que seguirá eligiendo sus proyectos como hasta ahora: tiene que enamorarse de ellos y rodearse de un equipo con «motivación, pasión y talento».
El ecosistema emprendedor
Pablo Campos lleva una década observando desde el terreno la evolución del ecosistema emprendedor en España y Galicia. En 2021, fundó el fondo de capital riesgo Unitatea Capital, desde el que invierte y asesora a diversas start-ups. Además, es profesor en universidades españolas y en Helsinki, convencido de la importancia de la educación para inspirar a nuevas generaciones de emprendedores.
“El ecosistema ha madurado mucho en España en los últimos años, pero seguimos lejos de otros países. Nos falta una apuesta más decidida a nivel gubernamental, como sucede en Israel o en algunos países europeos”, señala. Aun así, destaca que Galicia es una de las regiones con mejor apoyo al emprendimiento en España.
Además, las circunstancias han cambiado mucho: cuando se fue a trabajar a Madrid era impensable tener las comunicaciones de hoy día. «Iba y volvía en coche o en autobús, los aviones eran pocos y caros y en tren era imposible», recuerda Campos, que compara esta situación con la actual, con la llegada del AVE. «Ahora Madrid está a dos horas y cuarto de Ourense, puedo salir por la mañana, ir trabajando en el tren, tener reuniones en Madrid y volver por la noche a casa».
Aunque no descarta volver a vivir fuera si un proyecto lo exige, tiene claro que no quiere despedirse de Vigo. «Me planteo irme, pero no me planteo no regresar, esta es mi ancla y la calidad de vida de Vigo y de Galicia no la hay en ningún otro lugar; además, con las comunicaciones actuales ya no tienes la sensación de estar en una región apartada», relata.
Cuando se le pregunta sobre su futuro, Pablo lo ve claro: “Me gustaría dedicar más tiempo a la enseñanza, compartir lo que he aprendido y ayudar a otros a encontrar su camino”. Su trayectoria demuestra que el emprendimiento no sigue una línea recta y que, cuando llega, lo hace por esa inspiración. “Lo importante es aprender de cada experiencia y no aferrarse a una idea. Los proyectos tienen etapas y hay que saber cuándo es el momento de dar paso a otro reto”.