“Las mezclas de biocombustibles y carbón que Endesa ha estado probando en su central térmica de As Pontes no permiten prolongar la vida de la instalación debido a un cúmulo de razones, especialmente de carácter medioambiental”, ha señalado hoy la empresa eléctrica. La compañía confirme de este modo el cierre iniciado en diciembre de 2019 y que afectará a más de 400 trabajadores en plantilla y empresas auxiliares.
La empresa explica que actuales condiciones del sector energético, especialmente al incremento sustancial en el precio de los derechos de CO2 y la caída significativa del precio del gas ha “llevado a la central térmica de carbón importado de As Pontes a perder competitividad y quedarse excluida del mercado desde abril de 2019”. De ahí que Endesa presentase el 27 de diciembre de 2019 la solicitud formal de cierre. No fue un proceso sobrevenido repentinamente, porque Endesa ya había declarado meses antes la discontinuidad de la actividad de la planta, tras un largo período de parada.
A pesar de todo ello, Endesa ha venido analizando alternativas de funcionamiento de la central mediante el empleo de lodos y biomasa combinados con carbón en distintas proporciones que han dado resultados negativos. La última opción experimentada ha sido una mezcla en masa al 50 % de carbón y de lodos de depuradora. Estas pruebas se han realizado bajo la supervisión del Ministerio de Transición Ecológica, la Xunta de Galicia y el Ayuntamiento de As Pontes. “Los ensayos no han resultado satisfactorios, tanto desde un punto de vista medioambiental y técnico, como económico, lo que confirma el proceso de cierre”, explican desde la compañía. El informe final ha sido conocido hoy por la Comisión de Seguimiento.
Problemas ambientales y razones técnicas
Las pruebas ponen de manifiesto, según el informe del Comité Técnico de Endesa encargado del seguimiento de estos ensayos, “graves inconvenientes de carácter ambiental. La combustión de la mezcla de carbón y lodos causa la emisión de mercurio en valores próximos al límite legal permitido”. Otra dificultad insalvable radica en el “elevado incremento de la generación de cenizas, que crecen entre un 187 % y un 276 %, lo que supone producir una tonelada de cenizas por cada tres o cuatro toneladas de CO2 evitadas”.
Ello significa que, sólo con la operación de dos de los cuatro grupos de la central durante 3.000 horas, se acumularían cada año entre 76.000 y 106.000 toneladas de un subproducto que no sería admitido en los vertederos de residuos no peligrosos, por superar los valores límite de selenio, sulfatos y carbono orgánico disuelto, con un elevado incremento de metales y metaloides generados en la combustión.
Además, Endesa ha detallado que desde el punto de vista técnico, se ha verificado la pérdida de potencia de cada grupo, que de los 350 megavatios (MW) actuales bajaría a 245/260 MW, con bruscas y repentinas oscilaciones de carga de hasta 35 MW, l”o que impide a la central operar en los mercados secundarios”.
También se ha comprobado que el combustible causará la corrosión de los tubos de la caldera, y ello incrementa el costo de mantenimiento de la instalación. Además, la mezcla probada se degrada durante el tiempo que permanece almacenada, ocasionando una onerosa pérdida operativa y económica.
No es rentable económicamente
Las razones de carácter económico tampoco avalan la continuidad de la central térmica mezclando carbón con lodos de depuradora, porque el MWh generado de este modo costaría alrededor de 65 euros, con lo que resultaría 15 euros (un 30 %) más caro que el producido en una central de ciclo combinado de gas natural.
Con este coste de operación, la térmica es inviable al quedar fuera del mercado eléctrico, en el que se prevé para 2021 un precio de 47,3 euros por MWh. La adaptación de la instalación a la nueva situación requeriría asimismo una elevada inversión y unos altos costes fijos, con lo que la destrucción de caja estimada ascendería a 625 millones de euros en diez años de actividad de la central.
Alternativas y futuro
En previsión de un resultado adverso de las pruebas, Endesa había avanzado en el diseño del Plan Futur-e de As Pontes, un proyecto de actuaciones para atenuar el impacto de la disminución de actividad de la central, destinado a promover el desarrollo de actividades económicas y generación de empleo en la zona.
Aunque parte de la plantilla se ha acogido a un proceso de prejubilaciones, alrededor de unos 70 operarios han sido recolocados en otros puestos y otras ubicaciones, lo que ha generado malestar y enfrentamientos entre la empresa y el comité de trabajadores
Otros empleados se implicarán en el desmantelamiento de la instalación, una tarea que se prolongará durante cuatro años y requerirá también del apoyo de alrededor de 130 trabajadores de empresas contratistas, que a tal fin participarán en cursos de capacitación profesional organizados por Endesa.
Endesa insiste en que “mediante un concurso internacional de ideas, tratará de promover que empresas, instituciones y otros agentes públicos y privados puedan presentar alternativas viables, a través de un proceso participativo, transparente y abierto, para buscar proyectos de inversión y creación de empleo sostenibles en el emplazamiento de la central”.
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