Desesperación en Cabanas tras meses de obras de saneamiento: “Es una chapuza”

Las obras en el pinar de A Magdalena que arrancaron en noviembre y tendrían que haber terminado en mayo siguen adelante, dejando un registro fatal: inundaciones, escombros, montones de arena, tubos rotos y una caída de la facturación de más del 50% en los negocios de la zona

Hace ya siete meses que Augas de Galicia empezó las obras de saneamiento en el entorno del pinar de A Magdalena, en Cabanas. Tendrían que haber finalizado el pasado mes de mayo, pero todavía continúan: los vecinos están desesperados y los negocios de la zona han visto cómo sus ventas caen un 50%.

“Nunca habíamos visto una obra tan sucia y desordenada: hay tubos por todos los lados, montañas de arena tapando los árboles, escombros y todo está lleno de polvo”, lamenta Loreto García, que sufre la obra por partida doble: regenta el Súper Pepucha, en plena zona cero de las obras, y vive en el propio edificio, por lo que no hay descanso de la situación.

Mientras los negocios no ven la luz al final del túnel, los plazos de finalización se van ampliando: a mediados de mayo el Concello de Cabanas, consciente de que las obras no iban a estar entregadas a final de mes, como estaba previsto, anticipó su final “para la primera o segunda semana de junio”.

Ya superado ese plazo, el horizonte ahora parece ser el final del mes de junio. Los negocios de la zona esperan, al menos, poder aprovechar la temporada de verano.

“Ojalá estuviera listo para San Juan pero no sólo por nosotros, sino porque las obras y los escombros, con las hogueras y la fiesta en la playa, son un peligro”, explica García, quien ya no se cree ninguna fecha después de ver cómo durante meses “todo fue muy lento, con muy pocos obreros hasta ahora, que parece que metieron el turbo”.

Las comparaciones, además, son odiosas: muy cerca están las obras del puente entre Cabanas y Pontedeume, donde “cuando recogen tapan todo con una red y ni te enteras”, mientras que aquí “es todo una chapuza, con montones de arena y basura que espero que retiren cuando terminen”.

La polvareda, los ruidos y los temblores han terminado por convertir uno de los puntos con más vida de Cabanas en una zona fantasma: ya no se ve a gente corriendo por el pinar, las terrazas están cerradas ante la cantidad de polvo y apenas hay visitantes al no poder aparcar.

La situación es límite para los negocios de la zona: ya están hablando con sus seguros para reclamar compensaciones, ya que pueden acreditar que desde el inicio de las obras han perdido más del 50% de facturación con respecto a los mismos meses del año anterior.  

“Ojalá termine pronto y lo recojan todo: tenemos miedo incluso por si aparecen grietas en las paredes, porque los temblores que sentimos mueven todo el edificio”, lamenta Loreto García, víctima de unas obras que están teniendo “consecuencias económicas muy importantes” para todos los afectados. 

Críticas de la oposición

Las fuerzas de la oposición se han mostrado muy críticas con la gestión llevada a cabo por el alcalde, Fernando Couce, a quien acusan de “inacción” por no haber mediado con la empresa tanto para agilizar los plazos como para garantizar la protección del entorno.

“Las obras están siendo desastrosas, con quejas continuas de los vecinos, reclamaciones de propietarios de vehículos, pérdidas en los negocios de la zona o vertidos de aguas sucias directamente al pinar sin que el Gobierno local exigiese los permisos para realizarlos”, denuncia la portavoz socialista en Cabanas, Concepción Rodríguez Ferreiro.

En los últimos meses las obras han provocado “situaciones esperpénticas”, con “roturas de aliviaderos” que agravaron las inundaciones en la zona “hasta el punto de impedir a los vecinos salir de casa” y dejando el emblemático pinar “cada vez más degradado”.

El portavoz nacionalista, Iago Varela, también ha criticado la gestión del Gobierno local, que “no hizo nada” cundo se achicó agua del paseo “inundando el pinar” ni “cuando quedó lleno de restos de cemento y aguas fecales”.

Ante esta situación, no descartan tomar “medidas legales” por un posible delito ambiental. Mientras tanto, el verano se acerca y A Magdalena sigue pareciendo un campo de batalla donde vecinos y hosteleros no terminan de ver la luz al final del túnel.

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