Una pequeña muestra de saliva. Eso fue lo que desencadenó la resolución de uno de los crímenes más desconcertantes y misteriosos de la última década en Galicia. Aunque las autoridades tuvieron que enfrentarse a años de investigaciones sin frutos aparentes y pocas pistas iniciales, la determinación y la ciencia finalmente convergieron para identificar a Roger Serafín Rodríguez Vázquez como el presunto autor de la violación y asesinato de Elisa Abruñedo, una mujer vecina de Cabanas de 46 años, en 2013. En aquel entonces, con el hallazgo del cuerpo de la víctima, las autoridades se vieron ante un rompecabezas complejo. Había pocas pistas y, lo que es más desafiante, la evidencia forense se basaba en un pequeño rastro de saliva. Sin embargo, este fragmento genético se convirtió en la brújula, ya que el autor no estaba fichado y en las bases de datos policiales no aparecían coincidencias. Así que no pudieron identificarlo.
Este rastro genético, descrito por fuentes de la investigación como la única pista real, inicialmente permitió descartar sospechosos locales y prisioneros con permisos temporales durante ese periodo. Sin embargo, la innovadora táctica empleada por los investigadores de la Guardia Civil cambió el juego. En un intento audaz y meticuloso, optaron por realizar pruebas genéticas voluntarias en familias seleccionadas de Ferrolterra, no buscando en la generalidad, sino enfocándose en linajes específicos. Este proceso meticuloso incluyó el examen de registros parroquiales que datan de varios siglos. Este rastro genético fue enviado y analizado por expertos en el laboratorio de criminalística en Madrid, lo que llevó a la identificación y posterior arresto de Roger Serafín. Esta línea de investigación, que combinó técnicas modernas con antiguos registros, reveló la conexión genética que apuntaba a este individuo como el presunto autor.
El delegado del Gobierno en Galicia, Pedro Blanco, en una conferencia de prensa, elogió la tenacidad y profesionalidad de las fuerzas de seguridad. Recalcó la importancia de la colaboración ciudadana y el papel esencial que desempeñó el ADN en la resolución del caso. “La Guardia Civil nunca dejó de investigar, nunca tiró la toalla”, afirmó Blanco. A pesar de los desafíos y la falta de evidencia inicial, la fe en la ciencia y en la justicia nunca flaqueó. Tras la detención del presunto autor del crimen durante la mañana de este martes 17 de octubre en el astillero de Navantia, la Guardia Civil realizó en la tarde de ayer un exhaustivo registro en su vivienda de la plaza de A Gándara. Durante el registro de su hogar, las autoridades incautaron varias escopetas y otros objetos que podrían estar relacionados con el crimen. Si bien no se encontraron drogas ni evidencia de otras actividades ilícitas, la naturaleza de los objetos recuperados es aún motivo de investigación.
Con el secreto de sumario decretado por el juzgado de Instrucción número 2 de Ferrol, las expectativas están puestas en que se revelen más detalles en torno a este caso.