La septuagenaria acusada de matar, en julio de 2021 en Monfero, a su marido —de 75 años y con un deterioro cognitivo, según el escrito fiscal— ha declarado que entre ella y la víctima hubo un pacto de suicidio y que lo ocurrido “fue de mutuo acuerdo”.
“Tenía mucha angustia, estaba desesperado por no poder hablar y yo decidí irme con él como le había prometido”, ha expuesto en el juicio, que se celebra con Tribunal del Jurado en la Audiencia Provincial de A Coruña.
“Le dije igual vamos para un mundo mejor y las palabras de él fueron ‘aquí se acaba todo'”, ha sentenciado la mujer que ha asegurado que su marido en el momento de los hechos era “completamente autónomo”.
En su declaración, ha explicado que en varias ocasiones el hombre manifestó “clarito” que no quería llegar a un “deterioro” como el que habían sufrido otros familiares. “Cuando pierda fuerzas, me voy”, ha insistido que le repitió su pareja. “Él no me dijo que se mataba pero yo le entendí perfectamente lo que quería decir, yo interpreté que se quería suicidar”, ha apuntado.
En este sentido, ha añadido que esto “se lo decía a sus hermanos, se lo decía a sus hijos”. “Eso se lo escucharon todos”, ha aseverado. También ha relatado que juntaron los fármacos y los repartieron “a partes iguales”. “Él cogió los medicamentos y se los tomó”, ha incidido.
“Yo tardé en tomar la medicación porque fui a buscar la foto de familia de cuando éramos tan felices y escribí esa nota —la que dejó a sus hijos— y busqué los papeles de los seguros para que ellos supieran de decesos y dejé algo de dinero también y llaves de las casas”, ha detallado.
Cuidadora “sobrepasada”
Antes de su testimonio, ha prestado declaración su médico de cabecera que, como la psiquiatra que la atendió en el hospital tras los hechos, ha expuesto que era “una cuidadora sobrepasada” por atender a una madre encamada y a un marido “con síntomas incipientes de demencia”.
“Se encontraba bastante sola con todo esto”, ha dicho en una vista en la que los forenses, en base a la historia clínica de la víctima, han hablado de “deterioro cognitivo moderado”, apuntando a “demencia o alzheimer” como sostiene el fiscal, que rechaza que el hombre tuviese capacidad para establecer un pacto de suicido como sostiene la defensa.
Sobre la incapacidad o no del fallecido para tomar una decisión así, una neuróloga propuesta por la defensa —analizando su historia clínica, realizada por cuatro neurólogos que valoraron el caso y el médico de cabecera que dicen que existe “deterioro cognitivo con afectación fundamental del lenguaje y posible Alzheimer”— ha considerado que “no encaja con un Alzheimer”, en línea con lo expuesto por los hijos que indicaron que no tenía esta enfermedad y sí varios microictus.
Respecto a su estado anterior a los hechos, ha considerado que tenía un “nivel de autonomía razonable, la progresión parece lenta y muy focalizada en el lenguaje expresivo”.
Fallecimiento
Mientras, en cuanto la muerte del hombre, los forenses han explicado que era un paciente “frágil” por edad y por su situación física y mental y que esas características ayudan a que “una menor cantidad de tóxico—han expuesto sobre los fármacos que ingirió— haga un efecto mayor”.
De la acusada, que también consumió fármacos y dejó una nota despidiéndose de sus hijos y explicando los motivos de lo ocurrido, han precisado que “de no haber sido atendida a tiempo” hubiera muerto al tomar los dos “prácticamente los mismos medicamentos”.
En su escrito, Fiscalía califica los hechos de asesinato y pide una pena de 26 años de prisión, con la atenuante de arrebato u obcecación y la agravante de parentesco. A su juicio la mujer tomó la decisión de acabar con la vida de su marido “de forma unilateral” y rechaza que existiese un pacto de suicidio, como sí sostiene la defensa que solicita la absolución.