“No me podía quedar sin ningún tipo de meta en la vida con 30 años”

Iris Río acaba de abrir un centro de día en Monfero tras rechazar la incapacitación cuando fue diagnosticada de cáncer
Iris Río en su Centro de Día
Iris Río en su Centro de Día

Iris Río tiene 31 años, sin embargo, su historia vital y profesional es digna de admiración. Tras su diagnóstico de cáncer, Iris decidió levantar el proyecto de su vida, un centro de día en Monfero. Después de año y medio de baja laboral por enfermedad, querían incapacitarla, pero Iris se negó y decidió continuar trabajando por su nuevo proyecto. 

El Centro de Día Xestal está ubicado en Monfero, pero se enfoca a personas mayores de toda la comarca. Curiosamente, se ubica en la antigua sala de fiestas “El Pinar”, en la que su nueva dueña ha invertido 435.000 euros en reformar. Tras casi dos años de obras, Iris abrió las puertas al público a principios de diciembre.

El centro cuenta con 40 plazas, sin embargo, Iris prefiere ser cautelosa “de momento no están cubiertas, porque con el COVID-19 prefiero ir lentamente”, explicaba. “Ya nos han comunicado que en enero nos van a vacunar, porque somos centro sanitario. De momento tenemos una media de 9 usuarios, ya que están entrando en desescalada”, añade sobre el inicio de 2021. En el horario son flexibles, “abrimos de 8 a 8:30 de la tarde, pero hay varias opciones para acomodarnos a la gente”, explica. 

Entre los servicios que ofrecen se incluyen fisioterapia, psicología, terapeuta ocupacional, lavandería, trabajadores sociales…. “Es un centro de día hecho con mucho mimo y comodidades. Los sillones no son los típicos que hay por ahí, la cocina es como la de un restaurante, nada de catering”, cuenta Iris.  

 

Detalle de la cocina industrial que han instalado

De ingeniera forestal a trabajar en geriatría

Sin embargo, Iris comenzó estudiando Ingeniería Forestal, por su abuelo quien “siempre quiso un nieto que estudiase forestal, así que la hice, pero no me gustaba”. Unos años después inició su formación en la geriatría, “comencé a trabajar en una residencia y me encantaba”.

Por desgracia, la salud no acompañó la felicidad laboral. “Cuando enfermé de cáncer pasé un año muy complicado, tengo lupus además, por lo que todo se complicó”, cuenta. “Tras un año y medio, me llamaron de inspección para decirme que o me incapacitaban o me tenían que dar de alta, por lo que decidí volver y montar el centro”, explica Iris. 

Una de las salas del centro

Las complicaciones del proyecto

Las dificultades también aparecieron en el proyecto, “cuando empecé pensé que con 200.000 euros iba sobrada. Pero claro, nadie te dice que en una zona rural no hay contraincendios, ni fosa séptica ni ningún servicio. Por lo que tuve que meter una traída de agua, otro depósito de agua para una manguera contraincendios, canalizar todo…”, explica sobre las obras. 

Por el contrario, según cuenta, “el apoyo de la Diputación de A Coruña, de su presidente, Valentín González Formoso, y del servicio administrativo fue excelente”. “Por parte de la Xunta de Galicia también, después de pedir información, nos iban llamando para hacer un seguimiento del proyecto”, añade sobre la colaboración de la administración. 

Tras este recorrido por su nuevo proyecto, Iris reflexiona sobre los problemas que se ha encontrado en estos años, “una cosa es cuando tu vida está en un camino, pero si hay algo que te lo obstaculiza… Me di cuenta que o me quedaba sin ningún tipo de meta con 30 años o comenzaba este proyecto. Y mi familia y mi marido apostaron por mí, lo dieron todo para que el proyecto saliera adelante y no saben lo agradecida que estoy”. 

 

Entrada del Centro de Día Xestal
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