El CPI Virxe da Cela, de Monfero, recibía, en un acto lleno de emoción, el galardón del Premio Gallego de Educación para el Desarrollo y la Ciudadanía Global. Aunque la resolución del premio se hizo pública hace unas semanas, el acto de entrega oficial tuvo que esperar debido al contexto sanitario. La Coordinadora Gallega de ONG ha impulsado la primera edición de este galardón con el objetivo de reconocer procesos educativos que formen una ciudadanía solidaria, crítica y comprometida con la construcción de un mundo justo.
Dadas las restricciones sanitarias actuales, el acto se celebró en el propio centro educativo, en presencia de representantes de la asociación organizadora, la Coordinadora Galega de ONGD, el alcalde de Irixoa, Antonio Deibe; el teniente de alcalde de Monfero, Aberto Cortizas y el presidente del ANPA del centro, Jorge Penas. Además, estuvieron presentes el alumnado y el profesorado galardonados.
Durante el acto, las palabras de Marta Fernández, alumna de 4º de la ESO, representaron a todos los estudiantes del centro. La joven, además de agradecer el galardón, hizo hincapié en el papel del colegio. «Venir a la escuela, es aprender, pero no solamente se aprende de los libros, sino de las experiencias, de las acciones y de todos esos momentos que nos aportó, aporta y aportará este pequeño-gran centro en nuestras vidas y recuerdos», afirmó la alumna durante su discurso.

Las coordinadoras del proyecto en el centro de Monfero, Verónica Dopico y Yolanda Castro, junto a su directora, Camino Pereiro, recogieron el galardón. Desde el colegio, recalcan que la iniciativa por la que han recibido el premio, «MonferoSolidario», ha impregnado a varias generaciones. Así, los estudiantes, en su recorrido por el centro, siempre han estado presentes en el proyecto desde su incorporación en la etapa de educación infantil.
«Este proyecto no está formado por actividades puntuales, es una forma de entender la realidad educativa», explica la directora del centro. Con esta iniciativa han podido «abrir ventanas a una realidad global, que cobra su primer valor en la singularidad de una escuela rural», explica la directora del centro.