Las cetáreas de Sarridal ya son uno de los mayores reclamos turísticos de Cedeira

El proyecto, financiado por el Ministerio de Transición Ecológica, tuvo su estreno este verano con miles de visitas

Cetárea de Sarridal

Las cetáreas de Sarridal han sido uno de los grandes atractivos turísticos de Cedeira durante este pasado verano, en el que el municipio registro cifras récord de visitantes. El alcalde Pablo Moreda, hizo hoy balance de esta obra de recuperación patrimonial, financiada por el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, con un presupuesto de 340.600 euros, y que ya ha convertido a esta zona costera en un nuevo icono de la historia de Cedeira.

En noviembre pasado comenzó la intervención, que tenía inicialmente un plazo de tres meses y que se prolongó un poco más a causa de las condiciones meteorológicas, que condicionaron el trabajo en la zona. “El estreno real de las cetarias fue este verano, en el que tuvieron millares de visitas y comprobamos que constituyeron un elemento de gran atractivo tanto para los vecinos como para las personas que nos visitaron”, comentó el alcalde.

 

 

La obra de acondicionamiento de las viejas cetarias que llevó a cabo el Ministerio tiene mucha importancia por la revalorización de un paisaje extraordinario y por su valor etnográfico, “porque estas estructuras son un testimonio de la importancia de la pesca y el marisqueo en Cedeira”, destacó Moreda Gil. Los viveros en los que se guardaban y engordaban las capturas hacia su venta y distribución, principalmente fuera de Galicia, configuran un atractivo más en la península del Sarridal, un enclave que concentra una gran variedad de elementos de interés turístico.

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Allí está el yacimiento en el que apareció la piedra formosa más antigua de Galicia, a pocos metros del castillo de la Concepción y de la paradisíaca playa de las Sonreiras. En el paseo por este enclave están también el excepcional mirador de punta Sarridal y la emblemática capilla de San Antonio de Corveiro. La obra, que ejecutó la empresa Tragsa, abarcó el acondicionamiento de los accesos, con la habilitación de un sendero al borde del acantilado y la prolongación de la escalera de acceso a la cala de las Sonreiras, así como la instalación de una malla de protección para estabilizar el talud y evitar desprendimientos.

Los trabajos incluyeron la extracción de los sedimentos acumulados en el interior de las dos piscinas para restaurar su capacidad natural. Se recuperaron también los muros originales de piedra y se repararon las ventanas y sus rejas, al tiempo que se reconstruyeron las cubiertas parciales de las estructuras con listones de madera. También se recuperó alguna maquinaria antigua, se adecuaron las zonas adyacentes y se colocaron paneles interpretativos tanto al pie de las cetarias como en el mirador habilitado sobre ellas en el acantilado.

 

Detalle de las instalaciones tras las obras
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