Da comienzo la investigación arqueológica más ambiciosa hasta el momento en la ría de Viveiro

La investigación comienza tras una semana de trabajos en tierra para documentar restos del pecio más emblemático del estuario viveirense, la Fragata Magdalena

Foto del equipo delante de la roda de la Magdalena en EXPONAV | Cedida

Este lunes da comienzo la investigación arqueológica más ambiciosa hasta el momento en la ría de Viveiro después de una semana de trabajos en tierra sobre la fragata Magdalena.

En los primeros días, las inmersiones se centrarán en la zona donde apareció la fragata Magdalena. Posteriormente, se investigará el pecio Viveiro I, donde se halló un astrolabio único en el mundo —se discute si de 1646— por tipología y conservación, el Viveiro II, descubierto en 2021, y el Viveiro III, donde el año pasado se localizaron maderas inconexas y ahora se busca una arquitectura naval compleja.

Estos trabajos llegan después de una semana de trabajos en tierra para documentar restos del pecio más emblemático del estuario viveirense, la Fragata Magdalena. Los arqueólogos del Equipo de Patrimonio Sumergido para el Norte -Epasuno- de la Federación Española de Actividades Subacuáticas -Fedas- acudieron a Ferrol —al Museo Naval y a Exponav— para catalogar la roda y el codaste del buque que, junto a otros barcos de la Armada Española, se fue a pique en Covas en 1810, durante la Guerra de la Independencia. Hubo más de 550 víctimas mortales en el que se considera uno de los mayores naufragios en la historia.

Para este trabajo se emplearon escáneres en tres dimensiones y drones, dado el gran tamaño de las piezas,  “a máis avanzada tecnoloxía da que se dispón”, indica Antón López, de Epasuno-Fedas.

Tras la revisión de los materiales y su redocumentación, se descubrió que se había retirado un metro de sedimento que tenía la fragata dejando a la vista la quilla y las cuadernas de un costado. Se pudo documentar tanto esto como una de las cubiertas inferiores. 

La Fragata Santa María Magdalena fue construida en Esteiro en 1773. Su estructura se realizó en madera frondosa, con recubrimiento de madera de tea y planchas metálicas de cobre. Se hundió con el bergantín Palomo. En los años 70 del pasado siglo, se rescató el pecio, que permanece en Ferrol.

 

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