Uno de los locales más emblemáticos de Ferrol, que ha acogido cientos de bautizos, bodas y comuniones durante varias generaciones, echa el cierre en el número 158 de Valón. Se trata del restaurante El Gallo, actualmente regentado por los hermanos Adrián e Icía Adega, hijos de Alfonso Adega, que hace 25 años decidió apostar por este negocio tradicional de comidas. Su madre, María Teresa, ha estado al frente de los fogones estos últimos años.
La empresa, asegura Adrián «va bien, todo lo bien que puede ir en estos momentos de crisis», pero ese no es el motivo del cierre. «Seguimos teniendo eventos casi todos los fines de semana, sobre todo de marzo a octubre. Y en los meses de verano tenemos reservas diarias. Este pasado sábado, de hecho, tuvimos una comunión», dice. El negocio factura y es viable, pero los dueños del inmueble -los hijos del fundador de El Gallo-, explica Adrián, les han propuesto una serie de cambios en las condiciones del alquiler «que no son asumibles».
«Nos da mucha pena dejar esto. Yo tengo 32 años y mi hermana 38. Nos hemos criado en este restaurante y cuando mi padre decidió retirarse, hace diez años, no dudamos en ponernos al frente porque lo sentíamos como algo nuestro. Los clientes ya son parte de la familia; muchos nos han visto crecer». La restauración ha sido parte importante de sus vidas y no descartan emprender un nuevo proyecto en otro local.
Adrián reconoce que esta mañana cuando montaba la terraza sentía ganas de llorar al saber que este iba a ser su último servicio. «Pero es la única decisión que podemos tomar, nos vemos abocados a esto». No saben qué va a pasar con el negocio, que lleva sirviendo los ya míticos callos, rape y carne asada desde la década de los 60 del pasado siglo.
«Desconocemos si los dueños tienen algún comprador o alguna oferta sobre la mesa para seguir con el restaurante», dice Adrián. A falta de saber si el cierre será definitivo o no, El Gallo seguirá formando parte de la memoria colectiva y de los momentos y celebraciones de la ciudad.