La Policía Local de Ferrol ha realizado este lunes la primera inspección del número 52 de la calle Galiano, donde el pasado jueves desapareció una boa constrictor de dos metros que sigue desaparecida. Los agentes pudieron visitar el bajo comercial y todos los pisos a excepción del segundo, donde vivía el animal: su propietario se ha ido de vacaciones y no saben cuándo volverá.
“El segundo es el más importante, ya que, según él mismo dijo, hay un 95% de posibilidades de que esté en algún lugar de piso; suponemos que ellos habrán buscado antes de irse de vacaciones, pero ahora mismo no sabemos cuándo van a volver”, ha declarado el inspector jefe de servicio de la Policía Local tras acceder al inmueble acompañado por un herpetólogo.
Cuestionado sobre si el propietario de la boa poseía una licencia para tener un animal así, el inspector ha asegurado que “según él declara sí”, si bien no se pudo comprobar porque “no facilitó los datos” antes de irse. La inspección de su piso tendría que esperar a su regreso y, en caso de no encontrar nada, habría que recurrir a otros medios, como el uso de cámaras telescópicas de la empresa de agua para buscar en las canalizaciones.
Un experto pide “tranquilidad”
El herpetólogo que acompañó a los agentes en la primera inspección ocular, Lolo Rico, ha insistido en que lo más probable es que esté en algún punto del segundo piso, donde desapareció, “encima o detrás de algún mueble o debajo del frigorífico, donde el calderín y el motor, buscando alguna fuente de calor”.
Preguntado por la posibilidad de que se hubiese colado por una tubería, el experto ha asegurado que “no sería imposible, pero sí muy difícil”, ya que no sería “una reacción normal de este tipo de animales”. De hecho, es posible que la boa “tuviese problemas” con las bajas temperaturas de estos días, por lo que podría estar en mal estado “salvo que encontrase un foco de calor”. En caso de hacerlo “podría aguantar semanas”.
“Hay que tener tranquilidad, el animal no va a hacer daño, basta con no acercarse; el único problema sería que la golpeasen y que, al sentirse maltratada, la boa soltase un bocado”, ha proseguido el herpetólogo, que ha precisado que la mordedura de una boa como esta “sería como la de un gato o un perro pequeño”.