La Plaza de Armas, inaugurada en 2020 en el corazón de Ferrol, que simbolizó un giro de la urbe hacia la modernidad, la sostenibilidad y la humanización de los espacios públicos, se ha convertido tres años después en una patata caliente para el gobierno de turno. Ideada por el ejecutivo de Jorge Suárez, ejecutada por el de Ángel Mato y recogido ahora el testigo por el popular Rey Varela, el espacio urbano más icónico y transitado de Ferrol despierta desconfianza entre vecinos y visitantes por su mal estado. Se ha convertido en un tema de debate en bares, plenos y a pie de plaza, pero nadie ha preguntado o pedido la opinión del artífice de la obra, el arquitecto responsable del diseño de la plaza y profesor de la Universidad de la Coruña, Carlos Alberto Pita Abad: “Al día siguiente del concierto de Camela fui a ver la plaza y no se había pasado ni un rastrillo. ¿Alguien se imagina que después de un concierto en el Bernabeu no se retocase el césped?”, explica tajante. “Se metieron a casi 7.000 personas saltando, un escenario, vehículos, lluvia y tan solo se recogieron los desperdicios”.
Esto resume, según Pita Abad, lo que ha sido el devenir de la plaza desde su inauguración. “El diseño y los materiales no son el problema, sino un mal crónico en las prácticas de la administración local: el mantenimiento o, mejor dicho, la falta absoluta de mantenimiento”. Esta falta de cuidados se hizo patente cuando los jurados del premio FAD visitaron la plaza, situación que obligó a una intervención de urgencia por parte del equipo de la empresa portuguesa Jardins&Afins, encargada de la tierra original. “Recuerdo que con dos o tres operarios y otros tantos rastrillos dejaron el terreno perfecto, como el primer día” afirma Abad, señalando la discrepancia entre las recomendaciones de los expertos y las acciones efectuadas por los responsables del espacio. “Les dejamos un libro de instrucciones y tengo la sensación de que no lo han mirado. Esta gente, tanto los de la empresa de Oporto, como los de los viveros de Holanda, son de los mayores expertos de Europa en sus campos y hay que hacerles caso. Para que te hagas una idea, fueron los que hicieron todos los caminos de Versalles. No estamos hablando de unos neófitos”.
Abad explica que esta tierra compactada —patentada por la firma alemana HanseGrand y fabricado en Portugal— exige un mantenimiento, pero que resulta extremadamente sencillo y que tan solo consiste en barrer hacia la plaza el material que se pierda por las escorrentías los días de lluvia, un rastrillado y un riego sueve. “Tiene cero complejidad técnica, pero hay que hacerlo”. El autor de la plaza desveló a Enfoques.gal algo que se desconocía hasta el momento y que podría también estar influyendo en la actual situación que sufre este espacio público. Según explica, se avisó del riesgo que podrían acarrear las escorrentías procedentes de las calles Ruvalcaba y Tierra y se sugirió la construcción de unas pequeñas tajeas de corte (una especie de sumideros) en las calles María y Sol, pero la idea se desechó porque estaban fuera del ámbito del proyecto, el cual estaba sujeto a los fondos europeos EDUSI “Ría de Ferrol, Cidade 2020”.
El arquitecto coruñés y director de obra también pone el foco en los tilos plantados en el perímetro de la plaza y que también están sufriendo sus propios problemas. Abad describe cómo la técnica de riego utilizada, que consistió en rodear los troncos de los tilos con una especie de embudos, es desaconsejada por los profesionales holandeses, quienes advirtieron contra un riego agresivo y las prácticas inadecuadas que podrían llevar a la acumulación de agua y proliferación de hongos. “De hecho, la tierra que se colocó originalmente alrededor de los árboles tiene un grado diferente de compactación que en el resto de la plaza, aunque a simple vista no se aprecie. Esto se hizo para que tuviese el grado de filtración y de drenaje adecuado. Pero tampoco se hizo caso al mantenimiento de esas zonas, ni se pasó un rastrillo después de que 6.000 personas saltaran sobre ella”.
Respecto a una posible “obra más profunda”, tal y como apuntó el pasado lunes el alcalde de Ferrol, el arquitecto Carlos Pita confía en que los cambios en las alcaldías nos supongan echar por tierra un proyecto de estas dimensiones, financiado “con dinero público, premiado y con un aparente gran consenso ciudadano”. “Si el actual alcalde quiere cambiar la plaza, está en su derecho, pero yo apelaría a la prudencia y al sentido común, porque la solución a los problemas que sufre actualmente la plaza es simplemente un buen mantenimiento. Ironiza el arquitecto coruñés sobre el cambio continúo de color de gobierno al frente del Ayuntamiento de Ferrol y pide que “ya que no se mantienen los alcaldes, se mantengan al menos los proyectos de ciudad”. “En Barcelona, por ejemplo, hay acuerdos tácitos de no alterar obras recientes al menos durante una década,” comparte Abad. Insiste el autor de la obra que la clave para el cuidado de la Plaza de Armas y otros espacios verdes urbanos es confiar en el conocimiento y experiencia de expertos, y mantener un diálogo constante entre todas las partes involucradas. “No es solo una cuestión de estética o conveniencia, sino de responsabilidad ambiental y compromiso con las futuras generaciones”.