La andaluza Mónica, afincada en Ferrol, muestra sus obras de arte al mundo a través de Instagram, bajo el pseudónimo Rebel Nails. Su lienzo son las uñas. “Siempre me gustó pintarme las uñas. Tenía miles de colores e iba experimentando”, rememora la artista. Cuando descubrió el esmalte en gel y sus infinitas posibilidades creativas comenzó a dedicarse con más ahínco a su pasión.
Se define a sí misma como una persona “inquieta”, a la que le encanta “explorar mil cosas” y reinventarse cada vez. Se licenció en ciencias del mar, pero nunca ejerció. Después, se formó en diseño web y gráfico. Esta ha sido su profesión hasta la fecha. También hizo cursos de construcción de uñas en Barcelona, León y A Coruña y otros tantos de manera online. “No dejo de formarme la verdad. Me parece esencial”, asegura.
Comenzó a nutrir su cuenta de Instagram @rebel.nailz como escaparte de sus diseños. Su objetivo en este momento es mostrar su trabajo al resto del mundo, interaccionar con otros nail artists y “ver lo que se cuece más allá”. Poco a poco va aumentando sus seguidores, aunque reconoce que no es fácil “introducir” su estilo. “Yo sé que es cuestión de tiempo que la gente se abra y conozca lo que se cuece fuera de Galicia”, remarca Mónica.
Sin embargo, lamenta que, “por desgracia”, los hombres heterosexuales son todavía reacios a pintarse las uñas. Dispuesta a romper con los estereotipos, esta andaluza agradece que artistas como Bad Bunny y Fedez están abriendo brecha. Además, su nombre artístico es un homenaje a David Bowie y a su canción Rebel Rebel. En este tema se inspiran sus “uñas rebeldes”.
Las uñas como seña
Para Mónica, “las uñas deben ser un indicativo de la personalidad de quien las porta y a su vez deben ser provocadoras y romper barreras de la misma manera que hizo Bowie en su tiempo”. “Las manos nos preceden, siempre van por delante de nosotros. Las manos hablan y empoderan. Unas manos bonitas y cuidadas tienen la capacidad de hipnotizar a su usuario”, recalca.
Así, considera que cuando unas uñas están esmaltadas y son las protagonistas de poses manuales llaman la atención y “seducen al resto”. “Las quieres mostrar al mundo. ¡Sacas la tarjeta para pagar de otra manera! Es una frivolidad deliciosamente disfrutable para el portador y para el observador”, enfatiza esta creadora, que piensa que “el maquillaje facial no tiene ese poder”.
“Me gusta la sensación que tienen algunas personas cuando ven sus uñas y literalmente van flotando de felicidad. Eso es algo muy especial”, apunta. Cuando Mónica está “dos o tres horas” con una persona cogiendo su mano y compartiendo confidencias vive un momento “mágico”. “Las manicuristas son especialistas en la escucha activa”, confiesa entre risas.
Futuro
Aunque le gustaría poder abrir un estudio de uñas en Ferrol —ciudad en la que vive desde mayo de 2020— lo ve “muy complicado”. “Es una ciudad en crisis que languidece lentamente y para más inri tenemos el COVID que le ha dado la vuelta a todo”, manifiesta. Por ello, su futuro profesional todavía no tiene un rumbo definido, aunque ella está cargada de ideas.
“Me encantaría impartir talleres de Nail Art para víctimas de violencia de género, no solo para que ellas mismas las usen para uso propio (aumentar la autoestima) sino para buscar una salida profesional”, revela Mónica, que se vincula al 100 % con el activismo, tanto con el colectivo LGTBIQ+, los derechos animales y los grupos marginales.
Fuente de inspiración
Mónica hace bocetos con su iPad y un iPencil, pero duerme con una libreta al lado de la cama para no perder ni un solo momento de creatividad. “Todo lo que nos rodea es fuente de inspiración”, asegura la joven. Sus padres son artistas y desde pequeña su vida estuvo “rodeada de arte”. “Lógicamente también pongo mis ojos afuera y sigo a grandes nail artists, preferentemente extranjeros que es donde vienen las nuevas tendencias”, relata.
