El futuro de la fábrica de palabas eólicas de Siemens Gamesa en As Somozas pende de un hilo. Apenas tienen garantizados unos días de carga de trabajo y la dirección de la factoría sigue sin despejar las dudas sobre el futuro de los casi 300 empleados entre directos y eventuales que trabajan allí actualmente. En el año 2000 eran en torno a 700 empleados. A principios de este año 59 personas fueron despedidas y se estima que otras 29 podría perder su puesto de trabajo en los próximos días.
Los responsables de la empresa se reunieron ayer con representantes de los sindicatos, de la Xunta y del propio Gobierno central, pero no se comprometieron a garantizar la continuidad de la producción en la factoría, por lo que la plantilla ha decidido continuar hoy y mañana la huelga iniciada el pasado día 14. Los operarios sigue concentrándose por turnos en los accesos a la fábrica y a la campa de acopio de palas, próxima a la nave.
«La situación está más complicada del que parecía, dado que tanto el Gobierno central como la Xunta está poniendo todo de su parte, mismo dinero a fondo perdido, y la empresa no es receptiva de ninguna ayuda», explicó el presidente del comité de empresa, Sergio López, de UGT.
Los problemas de la planta comenzaron el pasado año, Siemens Gamesa compró en Vagos, Portugal, una nueva factoría de palas, más moderna y adaptada para la fabricación de nuevos modelos, más grandes y demandados. Desde entonces, la mayor parte de la carga de trabajo se ha derivado a Vagos y a día de hoy no hay proyectos sobre la mesa para As Somozas.
Además, esta crisis se da justo cuando el Ministerio de Transición Ecológica acaba de aprobar una orden para iniciar el calendario de subastas de energías renovables para los próximos cinco años, poniendo sobre la mesa la instalación de mil megavatios para instalaciones eólicas. Desde la Federación de Industria de CCOO, Víctor Ledo, apuntó a que «si con este escenario Siemens Gamesa renuncia a una planta como la de As Somozas, en pleno desarrollo de las energías renovables, sería un fracaso político tanto de la Xunta como del Gobierno central».