En la parroquia mugardesa de Franza (A Coruña) un agricultor local está enfrentando unas importantes pérdidas económicas debido a los continuos daños causados en su campo de cultivo por un número aproximado de 90 cabras pertenecientes a una vecina de la zona. El conflicto, que se ha intensificado en los últimos cinco años por la crecida del rebaño de manera exponencial, ha derivado en múltiples denuncias y enfrentamientos entre ambas partes.
Domingo Souto, un joven que vive de sus siembras de maíz, cebada y hierba, cuenta que sus cosechas han sido devastadas repetidamente por las cabras, resultando en pérdidas estimadas en alrededor de 12.000 euros solo en la última temporada. “Este año esperábamos obtener unas 50 toneladas por hectárea de maíz, pero las cabras han destruido gran parte de la cosecha”, declaró el agricultor, quien ha añadido que la situación también ha afectado la producción de hierba destinada al consumo de ganado vacuno: “No se puede recoger por culpa de que está llena de excrementos de cabras que, si tuvieran alguna enfermedad, podrían transmitirla a las vacas, por ser de rumiante a rumiante”.
Destrozos en el vallado
Además de los daños de la materia prima, el agricultor denuncia el destrozo de cercados y sistemas de protección instalados para prevenir el acceso de los animales por parte de la vecina. “Vamos a hacer otro perímetro, pero con una malla, porque creo que es la única forma de que las autoridades puedan venir y sacar las cabras”, cuenta. Un cierre que va a suponer un desembolso de unos 4.000 euros, sumado a las pérdidas que ya vienen sufriendo.
Además, también ha interpuesto una denuncia por amenazas y agresiones verbales por parte de la ganadera, quien ha llegado incluso a colocarse “delante de maquinaria en funcionamiento”. La situación es insostenible para Domingo, que cuenta que no puede “venir solo a la finca por miedo a acusaciones falsas o confrontaciones”. El primer juicio por amenazas está programado para el próximo 24 de septiembre.
Además de ese juicio, la mujer se enfrentará a otro ese mismo mes, “por un accidente de tráfico en el que murió una cabra, lo que provocó daños en la parte frontal del vehículo que chocó contra ella”, según cuenta.
Por su parte, Clara, la propietaria del rebaño que ronda unos 60 años, sostiene que tiene derecho a utilizar los terrenos, “porque debajo de su campo de maíz corre un manantial donde van a beber las cabritas que está siendo contaminado”.
La ganadera, que no podría tener más de seis cabras para autoconsumo, según recoge la ley, dice no poder vender los animales “porque tienen puestos crotales —el identificativo de los animales—y por eso nadie las compra; pero, es que, previenen de los incendios”. A su vez, afirma haber interpuesto denuncias contra el agricultor por supuestos intentos de agresión y robo, aunque, según el afectado, todavía no ha recibido notificación formal de estas acusaciones.