La lucha de las escuelas rurales de Narón: «Enfrentamos desafíos únicos»

Los esfuerzos del CRA de Narón se intensifican cada curso escolar para conseguir el mínimo de los 6 alumnos que evita el cierre de las escuelas
Los niños y niñas de la Escuela rural de Sedes con la maestra, Berta López, y la directora, Susana García
Los niños y niñas de la Escuela rural de Sedes con la maestra, Berta López, y la directora, Susana García

Los Colegios Rurales Agrupados (CRA) comenzaron su andadura allá por el curso 1988-1989, cuando la Xunta de Galicia, con el socialista Fernando Ignacio González Laxe a la cabeza, puso en funcionamiento, de manera experimental, los primeros centros educativos que agruparían las escuelas unitarias de cada área en una sola estructura administrativa y pedagógica.

¿Objetivo? Elevar la calidad de la enseñanza en los entornos rurales a través de la participación activa de todos los miembros de la comunidad educativa. Una idea práctica y funcional en su momento, pero que desde hace bastantes años adolece -entre otros asuntos- de lo más esencial: la natalidad.

Ahora mismo, Narón conserva tres centros en funcionamiento unificados en una misma administración: el CRA de Narón. Pero no pasan de los 16 años cuando este Concello tenía más del doble de escuelas unitarias funcionando. Las últimas en cerrar fueron el CRA San Mateo, la siguió el CRA de Castro y el último en hacerlo fue el CRA Pedroso, que aun contando con suficientes alumnos para mantenerlo abierto, la Xunta tomó la decisión de cerrarlo definitivamente en el año 2019.

El entonces jefe territorial de Educación de la Xunta de Galicia, Indalecio Cabana Leira, hizo caso omiso a las peticiones de la Asociación de Nais e Pais del CRA de Narón y metió la tijera incumpliendo así su promesa mantener abierta la unitaria siempre y cuando hubiera cinco o más preinscripciones de alumnado. Una administración corta de miras que sacrifica el futuro por las cuentas presentes.

Sedes, la más rural

La lenta y angustiosa sangría que resulta del cierre de estos centros educativos y la perspectiva desalentadora para las únicas tres escuelas rurales restantes que quedan en el municipio naronés —Domirón, O Val y Sedes—, las cuales continúan operativas —aunque la última con solo 6 alumnos matriculados y al borde del cierre—, ha generado gran preocupación en la comunidad.

Se añade la complejidad de que, aunque las tres escuelas pertenecen al mismo concello, se trata de tres parroquias diferentes que presentan particularidades significativas; O Val tiene 100 alumnos, lo que requiere recursos adicionales para atenderla; Domirón por su parte ha experimentado un cambio hacia lo urbano debido a su absorción por el desarrollo del Alto del Castaño, lo que puede traer desafíos de integración y diversidad; y Sedes, por el contrario, es la más rural y tiene una baja población estudiantil debido a la escasa tasa de natalidad en la zona.

Nerea Soutullo, Susana García y Lucía López | ENFOQUES

La directora del CRA de Narón, Susana García, es la encargada de gestionar estos tres centros junto con Nerea Soutullo y Lucía López, secretaria y jefa de estudios, respectivamente. La directora relata que los colegios pequeños afrontan la difícil tarea de competir en recursos extraordinarios y complementarios con respecto a los colegios grandes.

“É moito máis complicado para nós ofrecer servizos como madrugadores, comedor ou transporte, xa que debemos multiplicar por tres o número de monitores, o que resulta máis custoso. Sen embargo, iso non significa que quen non vive en áreas rurais non teña dereito á conciliación”, denuncia.

“En O Val, tivemos que pechar o comedor despois dun ano debido á dificultade para atopar un catering rendible para os alumnos. Esta situación reflicte os desafíos únicos que enfrontan os colexios pequenos na provisión de servizos complementarios”, explica.

Las asociaciones de madres y vecinos, así como la comunidad educativa, están enfrentando una lucha constante para mantener abiertos ciertos servicios esenciales. Por ejemplo, el transporte escolar solo recoge a aquellos que residen en la misma parroquia de la escuela, lo que limita el acceso para otros estudiantes.

Del mismo modo, el servicio de comedor escolar no es requerido por todos los alumnos, lo que puede hacer que no resulte rentable para los proveedores de catering, complicando así alcanzar los números mínimos necesarios para su funcionamiento. Esta situación lleva a la eliminación de estos servicios cuando no se alcanzan los niveles de demanda necesarios para su viabilidad.

«Seguridade neste entorno»

Pero desde el punto de vista de muchos padres, estas escuelas representan el tipo de educación que buscan para sus hijas. Las madres y padres de los escolarizados en Sedes están contentos con la enseñanza y el ambiente seguro que les proporciona un entorno natural y familiar.

Verónica Rodríguez, madre de Xiana, cuenta que hay mucha gente que no sopesa la posibilidad de meter a sus hijos en esta escuela porque hay muchísima gente que no sabe que existe. Sin embargo, está convencida de que antes de hacer ningún plan de promoción entre las familias, que también, las administraciones deberían financiar servicios, “que non hai”.

Las 6 niñas y niños del aula multigrado de la escuela rural de Sedes | ENFOQUES

Aun con esa falta de servicios, considera que los beneficios que le da esta escuela rural, son más importantes para ella y su hija que las carencias. “Aínda que entendo que haxa moitas persoas que non se poidan permitir prescindir do comedor, do trasporte, ou dos madrugadores, por exemplo”, sopesa.

«Ao final, nestas escolas a atención vólvese altamente individualizada e personalizada. Ademáis, os nenos están inmersos nun entorno natural crucial para o seu desenvolvemento. Nos primeiros anos, se potencian as cualidades pero tamén se abordan as súas áreas de necesidade sen medo. Neste tipo de ambiente, proporcionáselles seguridade, algo que podería non conseguirse noutro entorno» , matiza Juan Crespo, el padre de Nina.

Tutorías todos los días

Igualmente, la profesora del centro, Berta López, hace hincapié en la metodología de estos centros que tienen en cuenta las singularidades de cada niño y niña, lo que es primordial. Las características de cada una no sería factible abordarlas en aulas con 20 o 25 alumnos. Por eso, el propiciar esa individualidad es sumamente beneficioso.

Además, destaca que de vez en cuando realizan visitas a las casas de los vecinos. Una práctica que no solo impulsa la integración de los niños en la comunidad, sino que también estimula los sentidos de pertenencia y arraigo, tanto hacia los demás vecinos como hacia el entorno natural en sí. «Neste tipo de colexios fálase dunha comunidade educativa, as familias están, participan e teñen tutorías todos os días ás portas da escola», explica.

Padres y madres con los niños y niñas del CRA de Sedes | ENFOQUES

Ese sentimiento de arraigo y pertenencia lo conoce a la perfección Diego Castro, padre de Matías, que hace 30 años daba sus primeros pasos en esta misma escuela rural de Sedes que este año hace los 104 años. Afirma que la oportunidad de crecer en un entorno rural es una experiencia “difícil de explicar si no se vive».

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