Hace más de una semana que unos chicos que paseaban a sus perros junto a una carretera en As Pontes se encontró arrastrándose a Sor, un grifón en muy mal estado: no podía mover las dos patas traseras y tenía importantes heridas. En aquel estado no podía haber llegado hasta allí: lo habían abandonado.
“Al principio pensábamos que había sido un atropello, pero no había sufrido ninguno, al menos recientemente: no tiene movilidad en las dos patas traseras, pero no sabemos si por un golpe o por una enfermedad que nunca fue tratada al tenerlo en tan malas condiciones”, explica Nuria Pérez Rey, presidenta de la Asociación Cometa, la entidad naronesa que se ha hecho cargo de sus cuidados.
Una compañera lo acogió de forma temporal y se hizo cargo de los cuidados constantes que requiere, mientras que a lo largo de la semana le fueron realizando diferentes pruebas en las que descubrieron que también tenía al menos siete perdigones alojados en la caja torácica, aunque lejos de cualquier órgano vital, y que sufría una discoespondilosis, con hernias oprimiendo su médula.
Desde que se hicieron cargo de Sor y compartieron su caso en redes sociales han recibido muchísima ayuda, con empapadores, pañales, un colchón viscoelástico e incluso una primera sesión de fisioterapia en la que recibieron una muy buena noticia: era un candidato idóneo para volver a caminar con una silla de ruedas, ya que conserva sensibilidad y reflejos.
El rescate
“Su vida no corre peligro, pero es muy importante conservar la poca sensibilidad que le queda en la parte trasera del cuerpo, que está muy atrofiada, para que pueda acostumbrarse a la silla de ruedas y tener calidad de vida”, explica Nuria, quien detalla que cómo a día de hoy necesita atención constante para cambiarle los pañales, ayudarle a comer o acercarle el agua para que beba.
Así, tras una primera sesión de láser están centradas en su rehabilitación, con una serie de ejercicios para prepararlo para probar una silla de ruedas: en principio lo intentarán con una que les han donado y, en caso de que no sea la adecuada, comprarán otra.
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“Si se adapta va a poder olfatear, salir al campo o incluso correr como cualquier otro perro si quiere”, afirma. Sin embargo, en su situación actual no puede estar en el refugio con los demás perros y le siguen buscando una casa de acogida, ya que la compañera que se está haciendo cargo de él tan solo puede cuidarlo de forma temporal.
El tiempo dirá cómo evoluciona Sor y si puede volver a caminar por sí mismo. Sobre su carácter, en esta semana han podido comprobar que es de lo más cariñoso: se lleva bien tanto con gatos como con perros y cada vez está más despierto y confiado y demanda más mimos.
La solidaridad
A pesar del dolor que ha sufrido Sor por culpa de quienes lo abandonaron junto a una carretera, esta historia también muestra la otra cara de la moneda: la de la solidaridad que ha despertado su situación desde que se hizo pública.
“Hemos recibido mucho apoyo, con material y también con donaciones que nos han permitido comprar un colchón más específico, con una capa de termogel y base antideslizante que necesita para no ulcerarse; necesitamos la ayuda, porque el TAC rondará los 500 euros y cada sesión de fisioterapia más de 50″, detallan.
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Además de las donaciones directas, algunos establecimientos se han volcado con el caso, como Ivory Nails, donde recogen los donativos que se quieran destinar a ayudar a Sor y venden unas joyas de The Vecina, unos ositos de gominola, por cuya compra se dedica una parte a apoyar a la Asociación Cometa.
“Necesitamos de todo: empapadores, pañales, blastoestimulina, toallitas y esponjas jabonosas o desinfectante para las heridas”, explica Nuria Pérez Rey, que agradece todo el apoyo que ha recibido la asociación para cuidar a este grifón, que debe su nombre al Río Sor, que, como esta historia, nace en As Pontes.
La Asociación Cometa
Más allá del caso de Sor, la Asociación Cometa continúa con su labor habitual: entre su refugio y las distintas casas de acogida atiende a una treintena de perros. “Somos una asociación pequeñita y tenemos la capacidad que tenemos, no tanto de sitio como económicamente: somos muy estrictas y no queremos acoger a un perro si no vamos a poder darle lo que necesita”, detalla su presidenta.
La entidad cuenta con una junta directiva en la que van rotando los cargos y que forma parte de un equipo de unas veinte voluntarias que se reparten tareas desde la limpieza del refugio hasta los paseos para los perros acogidos. También tienen perros en acogida permanente: viven fuera del refugio, pero la asociación se hace cargo de sus gastos veterinarios.
Para colaborar con la Asociación Cometa es posible hacerse socio a través de su página web con una aportación desde tres euros al mes o a través de Teaming, una plataforma donde se puede aportar un euro al mes. “Un euro no es nada y a nosotras nos llega íntegro; además, es un ingreso fijo, no puntual, y podemos contar con él”, destaca Nuria Pérez Rey.