Sarah Almagro Vallejo, la joven de 24 años y subcampeona del mundo de surf adaptado, ha logrado el primer puesto en la categoría Prone 2 (PS-P2) en la 37ª edición del Abanca Pantin Classic Galicia Pro, celebrada el pasado 25 de agosto. Este evento, que por primera vez incluyó una prueba internacional de surf adaptado dentro del calendario de la Para Surf League —equivalente a la World Surf League (WSL)—, tiene un significado especial para Sarah. “Pantín es la prueba donde competí por primera vez en surf adaptado, y eso lo hace bastante especial para mí”, comentó, refiriéndose al arenal con el que siente una conexión única.
Este año ha sido su cuarto campeonato en la playa valdoviñesa. Mientras, su palmarés ha ido aumentando progresivamente, logrando cuatro veces el título de campeona de España, campeona europea y campeona del mundo en la categoría Prone 2, además de plata y bronce en los Mundiales de 2021 y 2022, respectivamente.
Y es que, Sarah tiene con Pantín un vínculo simbólico único: llegó por primera vez en 2021, justo tres años después de haber sufrido la amputación de sus manos y pies debido a la sepsis que le produjo una meningitis meningocócica. “Mi cuerpo dio una respuesta inmunológica tan agresiva para intentar combatir una bacteria que hizo que la sangre dejara de circular correctamente. Para septiembre estaba entrando en quirófano porque me tenían que amputar las extremidades”.
Su primera prueba en la playa gallega “fue una experiencia brutal: hicimos olas de dos metros entrando con motos de agua y era todo un espectáculo. ¡El surf adaptado es una pasada!” Además, una de las cosas que más le gusta a la malagueña de este deporte es que el surf enseña “unidad”. “No importa el cual, quién eres, que tengas, que no tengas, la ola viene igual para todo el mundo; y eso, por desgracia, en tierra no se siente.”
“El mar te mantiene `en el aquí y en el ahora´”
Cuenta que antes de la enfermedad que contrajo a los 18 años y que casi le cuesta la vida, el surf era para ella un hobby. “No tomé clases formales ni tenía grandes pretensiones; siendo surfista del Mediterráneo, no contaba con la continuidad de olas que ofrecen el Atlántico o el Cantábrico”, explica. Detalla que practicaba CrossFit, pero en los días en que había olas cancelaba todos los planes para ir a surfear. “El surf me ayudaba a evadir los problemas cotidianos, ya que el mar me mantenía `en el aquí y en el ahora´, y me liberaba de las preocupaciones”.
Después de pasar 29 veces por el quirófano, la situación ha cambiado mucho: “Por desgracia necesito a alguien que entre conmigo al mar, ya que yo no puedo remar por la falta de manos. Me gustaría ser más independiente en el agua, pero sería muy difícil y repercutiría en mi riñón —tiene el órgano trasplantado donado por su padre, a raíz de su enfermedad— por el sobrefuerzo.”
Por las ayudas invaluables de su familia —su padre le donó un riñón—, sumadas a otras como las adaptaciones e inclusiones para las personas con discapacidad en el Pantín Classic, Sarah se siente infinitamente agradecida: “Es único si lo comparamos con otros campeonatos. Para mí, es claramente superior, especialmente en términos de infraestructura, ya que se comparte con la WSL. Se nota que hay una considerable inversión, y ojalá algún día, en el mundo del surf adaptado, podamos contar con una infraestructura tan impresionante como la de Pantín”. Este año han sido un total de 40 surfistas inscritos con alguna discapacidad: 15 chicas y 25 chicos.