La disputa por determinar qué país fue el primero en pisar tierras antárticas ha suscitado infinidad de debates a lo largo de la historia. Habitualmente, se atribuye esta hazaña a los británicos, entre ellos a James Weddel quien fue uno de los marinos ingleses que descubrió tierras antárticas en 1820. Sin embargo, en su cuaderno de viajes mencionará la existencia de los restos de lo que parecía ser un navío español naufragado tiempo antes y del cual no se tenía constancia.
El buque era, con toda probabilidad, el San Telmo, un navío construido en los Reales Astilleros de Ferrol en 1788 y que contaba con una tripulación de 644 marineros, soldados e infantes de marina. Su posible llegada a las costas antárticas, tras haber naufragado unos meses antes de la llegada de los navíos británicos, podrían probar el descubrimiento de la Antártida por parte de España. La historiadora Alicia Vallina y el ilustrador Sergio Galisteo recogen en el cómic “San Telmo”, de la editorial Cascaborra, la apasionante historia de este navío ferrolano que podría haber sido el primero en haber arribado a la Antártida.
El San Telmo fue diseñado en Ferrol por el ingeniero naval José Romero y Fernández de Landa. En el astillero ferrolano se construyó un moderno buque, con 74 cañones, una eslora de 52 metros, una manga de 14,5 y un puntal de 7. El navío alcanzaba una velocidad máxima de 14 nudos y pesaba cerca de 2750 toneladas.
A principios del siglo XIX, España se encontraba bajo el convulso reinado de Fernando VII y lo que hasta entonces era el imperio español se descomponía tras las revueltas en las colonias. Por ello, el rey decide enviar en 1819 una expedición de dos navíos, una fragata de guerra y un mercante: la División del Mar de Sur, con 1.400 tripulantes con el objetivo de apaciguar las protestas en el Perú colonial.
El navío construido en Ferrol formaba parte de esta misión y zarpó desde Cádiz rumbo a América en mayo de 1819. Tras el abandono de la expedición de uno de los navíos por una avería, el resto continuaron su recorrido hacia el Cabo de Hornos, en el Mar de Hoces, “una zona muy complicada y conflictiva de atravesar por el mal tiempo, es una zona de naufragios bastante habitual”, apunta Alicia Vallina.
En su intento por cruzar del océano Atlántico al Pacífico, un temporal les sorprendió. “Ahí es donde pierde comunicación el San Telmo con las otras fragatas. Parece ser que las corrientes lo arrastran hasta esta costa del continente artántico”, señala la historiadora. El buque construido en Ferrol presenta entonces averías en el timón, tajamar y verga mayor, “esto ocurre el 2 de septiembre a una latitud sur de 62 grados”, precisa Alicia.
Mientras tanto, “las fragatas llegaron a Callao, el puerto de destino”, cuenta la investigadora. Sin embargo, el San Telmo sigue sin aparecer y el gobierno español tardará dos años y medio en dar de baja al buque y a su tripulación. De hecho, según Alicia, esto sucederá “porque las viudas de los oficiales, ante las dificultades económicas que estarían pasando, solicitan a la Secretaría de Estado de Marina que den de baja a sus maridos para poder cobrar la pensión”.
Lo que pudo sucederle al San Telmo no está claro del todo, pero todo parece apuntar a que “las corrientes lo arrastran hasta esta costa del continente artántico”, precisa Alicia. En los años 90, una serie de investigaciones en la zona “levantaron cartografía de estos lugares y excavaron en tierra encontrando objetos sorprendentes como suelas de cuero que pudieron pertenecer a españoles. Además, se captaron “anomalías magnéticas en la zona que podrían pertenecer a esos 74 cañones construidos en Ferrol”, explica Alicia.
Las pruebas halladas de momento “no son contundentes a la hora de afirmar que los españoles fueron los primeros en llegar”, puntualiza la historiadora. Sin embargo, según Alicia “sí hay muchos datos que así parecen demostrarlo, a la espera de poder retomar este proyecto y se puedan encontrar los restos del buque”. En cualquier caso, según apunta la historiadora, de haber llegado a tierra firme alguno de los 644 tripulantes del navío ferrolano, dadas “las temperaturas gélidas y la poca adecuación, creo que durarían cuestión de horas allí”.
La cuestión ahora es por qué la historia sobre el San Telmo ha estado tanto tiempo oculta. Según la historiadora, cuando los británicos descubren los restos del navío, “su gobierno les pide silenciar este hecho para que los españoles no reclamen las tierras de la Antártida, en nombre de la corona”. La historia continuará oculta hasta 1883, cuando el escritor de origen gallego, Antonio de San Martín, “la recupera en su relato Viaje a la eternidad, aunque ciertamente fabulada. Posteriormente, Pío Baroja la incluye en 1934 en el artículo El final del Navío San Telmo“, añade Alicia.
Mientras no se retomen las investigaciones que permitan confirmar la llegada del buque ferrolano a las costas antárticas, su historia se puede disfrutar en el cómic escrito por Alicia Vallina y el ilustrador Sergio Galisteo. Un homenaje a los 644 tripulantes del San Telmo que perdieron la vida, probablemente, en una tierra desconocida entonces.
Discussion about this post