Hace 34 años, en 1987, Ricardo Veiga y su hermano Luis eran dos adolescentes que practicaban surf en las playas de la comarca. Por aquel entonces, este deporte era todavía algo exótico y por tanto, conseguir material era complicado y arreglarlo en caso de rotura era prácticamente imposible. Por ello, decidieron montar un pequeño taller junto a su pandilla. “No pensaba en montar ningún negocio, yo pensaba en arreglar mis tablas y las de mis amigos”, cuenta Ricardo, quien en ese momento acababa de poner la primera piedra de uno de los talleres de tablas de surf con más renombre: Toma Goma Surf.
Ambos hermanos continuaron en el sector, al principio “3 o 4 familias practicaban surf en Ferrol”, pero el número fue creciendo y con él las personas que necesitaban arreglar sus tablas. “Nos mandaban tablas hasta de Vigo o de Coruña a través del castromil”, cuenta Ricardo sobre el mítico bus que unía las principales ciudades gallegas. “Totalmente autodidacta 100%”, resume Ricardo sobre su formación como shaper, nombre que reciben los fabricantes de tablas de surf. De hecho, recuerda cómo en sus primeros años, un shaper vasco, Jupa Soler, viajó a Galicia y visitó su taller. “Cogió una libreta y nos escribió unos apuntes básicos de cosas que nosotros hacíamos bien, pero que nuestros procesos para llegar eran eternos, nos puso un poco al día”, cuenta Ricardo.
Con el paso del tiempo, “empezamos a trabajar de lo que habíamos estudiado y lo fuimos dejando”, explica Ricardo. Sin embargo, la crisis laboral que sufren las comarcas obligaba a Ricardo a volver reiteradamente a trabajar con las tablas, “cuando me quedaba en el paro, volvía a reparar”, puntualiza.
En 2014, varias razones lo llevaron a tomar la decisión de asentarse de forma definitiva en el sector. Según Ricardo, “soy bastante romántico para todo, así que era una forma de cerrar el círculo de lo que habíamos empezado dos décadas antes con la pandilla”. De hecho, Toma Goma es como llamaban a su pandilla en las playas. A este sentimiento se sumó “una combinación de falta de trabajo con una decisión personal de cambiar la forma de trabajar”, añade Ricardo. En 2008 fue padre de un niño, “quería pasar más tiempo con él, mi mujer trabaja, alguien se tenía que quedar más en casa y mi taller está en el bajo de casa”, explica.
Así, Ricardo retomó una vez más la fabricación y reparación de tablas de surf, pero esta vez de forma definitiva. Su hermano ya no le acompaña de forma directa, pero sigue presente, “yo hago los diseños y mi hermano me los hace en ordenador con programas específicos de diseño de tablas de surf”, explica Ricardo.
Las tablas tienen alma
Ricardo fabrica entre 5 y 7 tablas al mes, ya que cada una le implica sobre 5 días de trabajo, intercalando tareas mientras las tablas secan. Después, todas esas tablas viajan desde Valdoviño sobre todo por Galicia y alguna al Mediterráneo o la zona de norte de España. Algunas de sus creaciones han llegado al extranjero también como a Dinamarca, Francia, Alemania o Inglaterra. Sin embargo, de momento no se quiere aventurar con la venta online a gran escala, “porque el trato con la persona para mí es un valor incalculable y hacerlo online pierde un poco esa cercanía”. Respecto al cambio del sector, “ahora se ha profesionalizado hasta el extremo de que han perdido”, señala Ricardo. El shaper lamenta esta tendencia ya que “para muchos de nosotros las tablas tienen alma y en muchos talleres salen como en una cadena de montaje”.
“Todos distinguimos dos tipos de tablas: las de las tiendas, las que vas a una tienda de surf y la compras; y las que que están hechas específicamente para ti“, insiste Ricardo. El ferrolano recuerda además que las tablas de stock “no están especialmente hechas para todo el mundo”. Por ello, el hombre detrás de Toma Goma recomienda un proceso más personalizado, para obtener la pieza que realmente se adapta a nosotros. Para elaborar una tabla, en primer lugar, Ricardo nos dice que comencemos por saber “estatura, peso y condiciones físicas de la persona”.
Después tenemos que saber, “para qué quiere la tabla”. Sobre esto, Ricardo recalca que antes había bastante desconocimiento, “todos querían tablas con punta y pequeñas”, lo que se conoce como un fórmula 1. “Pero es que no son para todo el mundo, son muy exigentes y si no tienes tiempo de surfear 3 o 4 días a la semana pues es complicado”, recalca el shaper. Pero hay más factores a tener en cuenta, “las playas en las que se va a surfear”, añade Ricardo. Según él la tabla debe ser diferente si es para una persona que surfea en Nigrán o para una que lo hace en Ferrol, “hay muchos tipos de olas y cada una funciona de forma distinta”, añade el shaper. Incluso aquí en la comarca, Ricardo señala “no es lo mismo coger olas en Valdoviño que en Vilarrube, o en Doniños que en Pantín”.
También hay algún factor que nunca se nos hubiera planteado y que dependen 100% del usuario. “He llegado a hacer tablas para que entren en el ascensor de casa o en el coche”, recuerda entre risas Ricardo. Las modas también han llegado a las tablas de surf, “como en todo y casi siempre negativamente”, señala Ricardo. Según el shaper ferrolano, “se compraban tablas tipo las de los profesionales del Pantin Classic y se desesperaban porque ni les flotaban ni cogían olas, ni eran capaces de ponerse de pie”. Por ello, recomienda
El sentimiento de Ricardo por sus tablas es casi paternal, tanto que hasta tiene un registro de todas ellas por lo que sabe dónde están. “De hecho, cuando alguien vende una tabla mía de segunda mano, le pregunto al nuevo comprador, que ya no es nada mío, qué tal le va“, añade.
Por tanto, para Ricardo es casi imposible destacar una tabla, “todas son especiales”. Sin embargo, el shaper reconoce que tiene cariño hacia aquellas tablas diseñadas para gente que ve el surf como él. Esas personas para las que el surf no es competitivo, es para pasarlo bien, para acercarse al mar. “Son esas tablas cuyos dueños te llaman después de 6 meses de tenerla para decirte: ¡qué mañana he pasado con la tabla Ricardo!”, explica el shaper. “Esas tablas, las que significan algo para quien las compra, son especiales para mí también”.