Podríamos pensar que los escudos heráldicos, las piedras armeras o los blasones son categorías históricas sin vigencia y no nos equivocaríamos, o al menos poseen la misma vigencia que tiene en la actualidad la nobleza. Surgen a finales del siglo XII o principios del XIII como emblemas o símbolos de identidad de los linajes nobiliarios, no de los apellidos. La moda actual, muy de feria medieval, de pretender que cada apellido posea su escudo heráldico carece de sentido.
Pero del pasado siempre algo queda o se reconvierte. Si los escudos heráldico tal y como surgieron en la Edad Media son una antigualla, no lo son los escudos de los concellos, algunos relativamente recientes. Su desarrollo se produce, en la primera mitad del siglo XIX, desde los primeros pasos del constitucionalismo.
En la actualidad no todos los concellos tienen un escudo, pero bastaría para tenerlo, según la legislación vigente, un estudio histórico que justificase sus elementos y una aprobación en pleno municipal. Otra secuela son los escudos de los equipos de fútbol o de las entidades deportivas, pero en realidad no hay asociación, institución o empresa que no tenga su logotipo, algunos tan populares que por sí solos sirven para personificarlas.
La nobleza realizó sus escudos en piedra y los colocó en sus casas, en los edificios que patrocinó y en sus tumbas; los dibujó en sus armas, ropas y objetos mueble, o los utilizó con profusión en sus documentos como sello de validación o colgantes de plomo, especialmente en los documentos reales; o como sellos lacrados en cera, siendo el más antiguo de este material el sello de Alfonso VII de 1152.
Los sellos en tinta corresponden a un momento donde se inventaron los cuños de caucho. El aumento de la complejidad de la documentación de los concellos hizo necesaria la utilización de estos sellos que fueron obligatorios desde 1848, tras una Real Orden de Isabel II.
En 1876 don Francisco González de Vera, Director del Archivo Histórico Nacional, pretende crear una Sección de Sigilografía y consiguió que los concellos de toda España le mandasen los sellos que utilizaban. El resultado es una colección de 15.000 sellos, 10.000 de ellos municipales. Las corporaciones municipales mandan estos sellos (de alcaldía y ayuntamiento, pero también de otras instituciones) con una reseña histórica indicando desde cuándo se utilizaban. Sorprende de estas reseñas históricas el desconocimiento que tienen de la historia.
El concello de Ares remite un sello con un castillo, manifestando que lo utilizaba desde hacía unos 25 años. Su alcalde, Agustín Dobal, no sabe la razón de la presencia del castillo, y añade que algunos lo atribuyen al hecho de la existencia de un castillo a la entrada de la rada o puerto de la villa, denominado de la “Poella”, desde donde, en el año de 1808, se dio el primer grito de la independencia contra los franceses por parte del general más antiguo que había en Galicia. El grito fue acompañado de una salva de cañonazos que fue contestada con otra desde A Coruña.
El concello de Ares mantuvo el castillo en su escudo, pero no sucede lo mismo en los escudos de otros concellos de la comarca.
El alcalde de Cabanas, Juan Rodríguez, envía un sello con cuatro cuarteles, dos de barras y dos de lo que parecen clavos. Dice en la reseña que lo utilizan desde 1844 sin saber de dónde procede, aunque sugiere que pudiese proceder de haber sido jurisdicción de la Colegiata de Caaveiro, apreciación totalmente equivocada.
Lo mismo sucede con Monfero. Su alcalde, Manuel Rodeiro, manda tres sellos. Uno que dice usa la alcaldía desde 1866 por haberse perdido el anterior, otro que usa el ayuntamiento desde 1860, y otro que se usó durante la República, que, lógicamente, a diferencia de los anteriores, no tiene corona real y parece contener una balanza. Los otros dos están tan desgastados que resulta difícil identificar sus imágenes.
Respecto al concello de A Capela, se manda un sello, de imagen difícil de identificar, que se usaba desde 1838.
En Mugardos, su alcalde, José Badía, envía un sello de alcaldía y otro de ayuntamiento, ambos similares, formados por la corona real y una estrella de 8 puntas. En la etapa de la República, la corona real es sustituida por otra estrella. Se dice en la reseña histórica que se acordó utilizar dicho escudo de armas en sesión del concello de 1 de julio de 1805, formado por “dos coronas con una estrella en medio, en campo plateado, para perpetuar la memoria de su triunfo en el pleito de vasallaje con el convento de Montefaro, y por la gracia que el Rey Dn. Felipe, 4º por su real célula de 25 de Noviembre de 1690, concedió a esta villa y puerto de Mugardos, de librarla de la contribución de soldados y marineros, por la feliz casualidad de haber desembarcado en la rada de este pueblo su muy cara y amada esposa”.
Nada aportan los dos escudos de Fene, que solo contienen el nombre de Alcaldía o Ayuntamiento Constitucional de Fene y que su alcalde, Andrés Rodríguez, dice que uno (que además contiene una palmeta) se usó entre 1836 y 1872 y el otro que fue adquirido por los años 1862 o 1863.
El caso de Pontedeume
Sobre el tema escribimos un artículo en el anterior número de Cátedra de 2020 y los escudos en tinta fueron incluidos en la exposición sobre la celebración del 750 aniversario de la fundación de la villa. Solo queremos insistir en la antigüedad del escudo de Pontedeume, que mucho antes de ser plasmado en tinta y utilizado desde 1844 ya existía en piedra tal y como hoy lo podemos ver en la entrada de la casa del Concello. Se dice que dicho escudo fue encontrado en los cimientos de la desaparecida casa-palacio, hecho que poco aporta sobre su origen o antigüedad.
Su datación es incierta, pero posiblemente anterior al siglo XVII. Este escudo posee los elementos más significativos de la historia de la villa, como son el puente, el torreón y el oso y el jabalí, emblemas del primer señor de villa. Fue legalizado siendo alcalde Berlamino Freire por Decreto 420/1996, de 21 de noviembre, previo informe histórico-heráldico.
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